Entre la majestuosidad y los diversos rituales de protocolo que deben cumplir los miembros de la monarquía, los espectadores y la historia ha quedado ausente e ignorante de una serie de detalles personales que las más célebres parejas de la casa Windsor han querido introducir, en el día más especial de sus vidas
William y Kate: los duques de Cambridge
Los duques de Cambridge nunca han sido muy partidarios de mostrar afecto en público, por lo que la decisión de Kate de rendir homenaje a su marido a través de su ramo de novia es especialmente memorable. Cada una de las flores de su ramo, creado por el florista londinense Shane Connolly, tenía un significado especial de acuerdo con el lenguaje victoriano de las flores: jacintos para el amor estable, hiedra para la fidelidad duradera y claveles de poeta (“sweet williams” en inglés) en alusión directa al nombre de su pareja. No podemos dejar de destacar que la pareja eligiera ir desde el Palacio de Buckingham hasta Clarence House en un Aston Martin decorado con lazos para la ocasión con una matrícula en la que se leía “Ju5t Wed” (recién casados).
Carlos y Diana: los príncipes de Gales
Dada la forma en que terminó su matrimonio, poca gente recuerda lo ilusionada que estaba Diana al comienzo de su relación. Para su boda en la Catedral de Saint Paul, la princesa de Gales, que medía 1,70 cms, colaboró con el diseñador Clive Shilton en el diseño de unos zapatos planos que no le hicieran ver más alta que él durante el día más importante de sus vidas. Los zapatos estaban adornados con 500 lentejuelas y 100 perlas, y Diana hizo pintar una C y una D diminutas en cada suela, con un corazón en medio de las iniciales de ambos.
Harry y Meghan: los duques de Sussex
La duquesa de Sussex sorprendió al mundo con su decisión de llevar un vestido de Givenchy para su matrimonio en 2018 en la capilla de Saint George: un vestido y una cola hechos a medida por la diseñadora británica Clare Waight Keller. Luego de la ceremonia, Meghan contó que le había pedido a Keller que cosiera “algo azul” en el forro del traje: “Un trozo de la tela del vestido que llevé en nuestra primera cita”, compartió la duquesa frente a las cámaras durante el rodaje del documental Queen of the World. “Sabía que sería una sorpresa divertida también para mi marido, que no lo sabía. La verdad es que le encantó la idea para celebrar el día que nos uníamos en matrimonio”.
La Princesa Isabel y el Duque de Edimburgo
El Duque de Edimburgo tuvo reparos a la hora de casarse con un miembro de la familia real, sobre todo porque significaba sacrificar su anonimato y su libertad por una vida de deber y tradición. Eso sí, nunca puso en duda el amor que sentía por su esposa. Un gesto que tuvo con ella fue, a pesar de haber sido un fumador empedernido durante sus años en la marina, dejar de fumar la mañana de su boda después de que Isabel le dijera que su adicción al tabaco le molestaba, y esto producto de que el padre de la reina, Jorge V, tuvo problemas de pulmón debido al tabaco y moriría como consecuencia de esto. Felipe no volvió a tocar un cigarro hasta su muerte, a los 99 años. ¿Otra muestra de su amor? Permitió que el querido corgi de la reina, Susan, los acompañara en su luna de miel.
La princesa Margarita y el conde de Snowdon
La boda de la princesa Margarita y el conde de Snowdon fue la primera boda real emitida por televisión, con una audiencia de alrededor de 300 millones de personas que no se quisieron perder los pormenores de la unión efectuada en la Abadía de Westminster. Fiel a su estilo, la pareja prescindió de la tradición en lo que respecta al distintivo anillo de compromiso. En lugar de los clásicos diamantes, el fotógrafo de Vogue diseñó un anillo especial que hacía referencia al segundo nombre de Margarita, Rosa, un rubí rodeado por diamantes más pequeños.