Contemplándolas con admiración cuando se arreglaban para salir o hurgueteando a escondidas en su cosmetiquero, a todas
nos flechó algún producto de belleza que usaban nuestras mamás; y que, a su vez, ellas heredaron de sus mamás. Este es un homenaje a esos cosméticos de toda la vida que siguen siendo parte de nuestra rutina beauty.
PERFUME CHANEL No 5
Hay aromas que evocan recuerdos, sensaciones o que incluso pueden hacernos viajar al pasado, y el de Chanel no 5 es uno de ellos. Por la historia personal de todas las mujeres que lo han usado en sus más de 100 años de existencia, pero también por la propia historia de su creación. Desde que irrumpió en la industria de la moda, Gabrielle ‘Coco’ Chanel se presentó como una diseñadora revolucionaria
y dispuesta a romper cánones. Así fue como se convirtió en la primera en crear un perfume bajo su nombre: Chanel no 5, en 1921. Su intención fue “liberar la femineidad de sus ataduras olfativas, de la misma manera con que usaba sus creaciones para liberar mentes y definir un nuevo estilo”.
Para su elaboración acudió al perfumista Ernest Beaux, quien le propuso 10 muestras; ella eligió la 5a, de ahí el nombre del perfume. El envase, sobrio y elegante, y muy distinto a las botellas de perfumes femeninos de la época, fue obra de la misma diseñadora. Desde entonces la icónica botella con líquido ámbar se convirtió en un emblema de la marca, entró al Museo Metropolitano de Nueva York (1959), fue protagonista de una serie de serigrafías de Andy Warhol, se ha reversionado cuatro veces, y claro, ha ocupado un lugar especial en el tocador de miles de abuelas, mamás e hijas.
SUERO ADVANCED NIGHT REPAIR, ESTÉE LAUDER
El frasquito café tan característico de este suero, y que sabiamente Estée Lauder ha mantenido prácticamente intacto desde su creación en 1982, ya forma parte del imaginario colectivo cuando se habla de cosmética. Una pequeña botellita que parecía tener la fórmula secreta para una piel sana y radiante, ¡porque las mamás cuidaban cada gota como hueso santo! “Cuenta con más de 35 años de innovación, de hecho, fue el primer suero reparador nocturno y generó toda una categoría”, dice Claudia L. Poggio Lezcano, Training Manager Estée Lauder & La Mer. Y agrega: “en el mundo se venden 10 botellas por minuto, ¡eso es el equivalente a casi 14.400 botellas por día!”. Claramente un clásico al que los años no han hecho más que sumar fieles adeptas y una reputación impecable que sin duda seguirá conquistando.
LACA ELNETT, L’ORÉAL PARIS
Mucho antes que los tratamientos y productos capilares inundaran la industria beauty, el reinado absoluto era de los tubos, el cepillo redondo y claro, la laca. Melenas voluminosas y escarmenadas, flequillos bien elevados y jopos hacia el lado, todo sostenido por la firmeza única de la laca Elnett, que se ganó la fidelidad de las mujeres a partir de su creación en la década del 50, impulsada sobre todo por el auge del cine. Un infaltable en el botiquín de cualquier mamá, y que por su- puesto, también ocupamos las hijas para las presentaciones escolares y las primeras fiestas de adolescencia. A pesar de las aprensiones que hoy existen frente a este producto, la laca Elnett es una de las más ligeras y efectivas para fijar los peinados sin que queden pesados ni empastados. De hecho, Kate Middleton y Blake Lavely han confesado públicamente ser amantes de este clásico para llevar sus melenas impecables.
POLVOS TERRACOTA, GUERLAIN
Los polvos bronceadores de Guerlain son los primeros que irrumpieron en el mercado en su categoría, creados en 1984 con el fin de imitar los reflejos del sol sobre la piel y potenciar la luminosidad “sun kissed”. Quizás ahora esto no parezca ninguna novedad, pero hace casi 40 años hablar de luminosidad natural era ir contra la corriente, en una industria donde el maquillaje apostaba por los excesos y los tonos encendidos. Desde entonces su historia de éxito habla por sí sola y se ha mantenido estoico como uno de los productos líderes, a pesar de la inmensa competencia que ha salido a su camino. Lo que más nos gusta es que se trata de esos polvos que no se acaban nunca, ¡son eternos! Tanto así, que, si en la adolescencia heredaste alguno a medio ocupar por tu mamá, seguro te sirvió durante muchos meses (o años) más.
MÁSCARA GREAT LASH, MAYBELLINE
“¡¿Quién no ama Great Lash de Maybelline?!” Esa fue la respuesta de la maquilladora Melanie Tetzner cuando le preguntamos si nos daría una cuña para este artículo. La única condición, claro, era ser amante y usuaria de esta máscara de pestañas creada en 1971. Si bien las máscaras de más fácil, a diferencia de sus antecesoras con jabón y pigmentos. “Me acuerdo que la conocí cuando una tía se la pidió a mi mamá en un viaje a Estados Unidos, porque aún no estaba en Chile.
CREMA NIVEA
La eterna lata azul de crema Nivea fue un infaltable en la cartera de nuestras abuelas y mamás, y lo sigue siendo en la de todas las nuevas generaciones. Desde su creación en 1911, la crema Nivea resultó ser uno de los primeros productos cosméticos multifunción, sin ni siquiera saberlo… Para hidratar las manos, el rostro, los pies, los labios, para desmaquillar o incluso para eliminar el frizz, la icónica lata azul se convirtió en el comodín más salvador. Una crema ‘para todo’ y ‘para todas’, con un aroma y textura muy característicos, que ha pasado como una leyenda de la belleza.
PERFUME CAROLINA HERRERA
Ocho años después de que la destacada empresaria venezolana lanzara su primera colección de moda (1980), presentó su primera fragancia homónima, a cargo del perfumista Carlos Benaïm. Carolina Herrera Eau de Parfum (1988) fue creada como una representación del estilo, femineidad y elegancia personal de la diseñadora, con notas de jazmín, nardo floral y sándalo. Su packaging con lunares negros XL (¡El print de la época!) rápidamente se convirtió en todo un clásico, y su frasco art déco en miniatura fue un infaltable de los populares sets de mini perfumes del Duty Free, que luego terminaban como delicados adornos en más de algún baño o tocador. Desde esa primera versión, la fragancia ha modernizado su envase, manteniendo intacta la premisa de estilo y elegancia sobre la que fue creada originalmente.