Nunca me había subido a una moto enduro, pero en esta columna estamos para intentarlo. Y lo que empezó como un desafío personal, terminó siendo una sorpresa: logré completar la clase sin choques y con ganas de más.
Desde que puse “moto” en el listado de disciplinas de Level Up, generé cierta inquietud entre quienes me conocen. Y es que soy de esas personas que no manejan. Es más, no terminé el curso. El mismo profesor me dijo: “Esto a usted no le interesa en lo más mínimo”. Embriague, neutro y pasar cambios no son parte de mi vocabulario, pero me subí a una moto de enduro.
La ansiedad de mis cercanos era entendible y muchos no me tenían fe. Hubo memes y muchos “Sole, deja ir lo de la moto, ya no fue”, pero confieso que quería subirme a una y demostrarle a los “no fans” que podía… y sin atropellar a nadie.
Fue así como llegué a SheRides, iniciativa liderada por Javiera Vera, quien fundó este team y se dedica a dar clases de moto para mujeres.
SheRides nació en diciembre de 2023 y, según Javiera, fue a partir de una necesidad: “No existía un espacio seguro y acogedor para que las mujeres pudieran aprender enduro desde cero. Yo viví lo difícil que es entrar a un deporte históricamente masculino, y sentí la necesidad de crear un lugar donde las mujeres pudieran vivir esta experiencia sin juicios ni presiones y con un acompañamiento verdadero”. De esta forma, lo que comenzó como un pequeño proyecto hoy es una comunidad. “Es movimiento, identidad y un espacio donde cada mujer puede descubrir su propia fuerza”, asegura Javiera.

La cita era en Nido de Cóndores, en Lo Barnechea, y debo decir que si bien no tenía miedo, sí me provocaba mucho nervio subirme a una moto de enduro. Lo más cerca que había estado de una de estas había sido básicamente nunca, pero la Javi te introduce con tanta naturalidad a algo completamente extremo, que logra bajar los niveles de estrés.
Lo primero que me explicó fue la diferencia entre el enduro y el motocross. El segundo “se practica en circuitos cerrados con saltos, curvas marcadas y un enfoque más competitivo”, aclara. El enduro, en cambio, “se desarrolla en cerros, senderos y terrenos naturales, donde el objetivo no es la velocidad, sino adaptarse al terreno, mantener el control y fluir”. El enfoque de SheRides, dice, es “permitir que cada una avance a su propio ritmo de una forma amigable y progresiva”.
Una vez en el cerro, me visto de pies a cabeza como una piloto de enduro y con las protecciones correspondientes.
Lo primero es una clase teórica en la que te enseñan lo básico, desde cómo subirse y sentarte, ya que la posición es muy específica, hasta pasar los cambios y frenar, entre otras cosas.
Sus clases están diseñadas para mujeres sin experiencia previa. Luego de que aprendes lo básico, avanzan en técnicas clave de control, equilibrio, giros, aceleración y manejo de terreno, siempre respetando el ritmo de cada alumna. “El foco no es competir, sino progresar, disfrutar y aprender sin miedo”, cuenta Javi.
Siempre pensé que toda esa información entraría en mi cabeza, pero no perduraría en ella. Sin embargo, el repetir muchas veces las cosas, sin ni siquiera encender la moto, logró que retuviera toda la información. “Desacelerar, embriague y luego frenar con un dedo”, no sé cuántas veces lo repetí detenida, pero no lo olvidaré jamás.
Con la teoría en mi cabeza, llegó la hora de encender la moto y aplicar lo aprendido. Y debo confesar que siempre pensé que se me “pararía la moto” o bien que quizás terminaría muy cerca de un árbol. No obstante, y aquí lo bueno del enduro, se practica en un lugar con espacio. Además, como están las otras alumnas y te ven con cara de primeriza, todas te motivan y te dan cierta seguridad al verlas subir y bajar cerros.
Al principio da un poco de nervio pasar los cambios porque se deben manejar detalles como ubicar bien la bota, hacer todo básicamente de memoria y recordar todo lo demás, siempre atenta a la ruta. Sobre eso, una de las cosas que más recuerdo fue el hecho de siempre mirar hacia donde quieres ir, “porque la moto irá en esa dirección”. Quizás suena obvio, pero a veces uno gira la cabeza sin pensar y efectivamente la moto gira hacia donde miraste. Consejos de la Javi que realmente logran que con una sola clase uno ya pueda andar y recorrer un circuito.
Evidentemente tuve mi momento de principiante y, si bien no me estrellé con nada ni se me apagó la moto, sí quedé atrapada en una subida. Uno de los pilotos llegó al rescate y, luego de dar muchas vueltas en círculo, me lanzaron al circuito donde estaba el resto practicando. La primera vuelta me dio un poco de susto por las subidas y bajadas, pero la segunda la disfruté. No te dan ganas de bajarte, lo confirmo. Algo tiene la moto que te dan ganas de más y de acelerar.

Javiera dice que para andar en moto solo debes tener ganas y lo cierto es que así es. En SheRides, además, te equipan con todo lo necesario. Esto es: moto, equipo, instrucción y un ambiente seguro en todo momento.
A nivel físico, la moto es un entrenamiento duro y completo. Activas piernas, brazos abdomen, equilibrio y coordinación, pero también tiene su lado emocional. “La moto te obliga a concentrarte, a confiar, a manejar la respiración y a tomar decisiones rápidas. Te mantiene alerta, exige valentía y te regala una sensación de libertad difícil de describir. Siempre digo que terminas más fuerte por fuera, pero también por dentro”, sostiene Javiera.
No se necesita experiencia previa ni una condición física en particular; la clave está en la disposición y las ganas de disfrutar. Además, Javiera destaca que “la fortaleza aparece cuando te atreves”.
Yo llegué sin conocimiento alguno del mundo tuerca. Algo que comparto con la Javi, quien viene de una familia muy temerosa y, si bien aprendió a andar en moto a los 21 años, no fue hasta los 30, ya siendo mamá de dos hijos pequeños, que retomó este deporte.
“La moto me enseñó paciencia, resiliencia y la importancia de confiar en mi intuición. Pero lo más profundo es ver cómo otras mujeres avanzan y logran cosas que jamás pensaron posibles, lo que me recuerda a diario el porqué de este proyecto”, sostiene la fundadora de SheRides.
Su conexión con la moto responde a desafiar miedos, honrar la libertad y demostrar que sí se puede, incluso cuando vienes de un entorno donde jamás imaginaron verte arriba de una. Esto último, lo experimenté en primera persona al subir un video de quien les escribe manejando la moto. Fueron pocos los que pensaron que me atrevería y lo lograría, sin embargo, salí con ganas de más y definitivamente habría enduro 2.0.
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