Una seguidilla de polémicas terminó en la salida del Primer Ministro británico, Boris Johnson. De esta manera, aquel que llevó al Partido Conservador a su mayoría más clara en tres décadas, ha renunciado.
Amado por unos y odiado por otros, hay quienes lo tratan de bufón sin principios mientras que otros aseguran que es “un tesoro nacional”. Y es que en una época de políticos quizás más aburridos, la melena rubia del británico fue una bocanada de aire… la que ha provocado más de algún huracán.
“Hoy he nombrado un nuevo gabinete y lo dirigiré hasta que haya un nuevo líder”, con estas palabras Boris Johnson confirmaba la que en los últimos días se había vuelto una noticia esperada. “Al pueblo británico quiero decirle que sé que hay muchas personas que estarán aliviadas, y algunos otros decepcionados. Yo estoy triste por dejar el mejor trabajo del mundo”, sentenció.
A dos semanas de cumplir tres años en “el mejor trabajo del mundo”, el controversial Boris Johnson dejará de vivir en el número 10 de Downing Street. Y tras una ola de renuncias de destacados miembros de su Gobierno, el ahora ex Primer Ministro, no pudo contra todo viento y marea. Y es que a dimisiones, se le sumaron presiones de parlamentarios, graves escándalos y polémicas ineludibles.
Finalmente, Boris Johnson ha aceptado dimitir y quien fue una celebridad mucho antes de ganarse aquel cargo, ha sido superado por su personalidad, la polémica y la fiesta.
El líder conservador estiró la cuerda hasta el límite. Y si bien en el último tiempo había sabido sortear la censura interna de su partido, el partygate, las acusaciones islamofobia, un escándalo sexual y la reforma que hizo a su residencia oficial, terminaron por cortar la cuerda. Entre otros pormenores y mayores.
“La única forma de restaurar la confianza en el movimiento conservador es destituir a Boris Johnson como primer ministro”. Esa era la conclusión a la que llegaron sus compañeros luego de enumerar en un comunicado todas las razones por las que debía irse del partido y del Gobierno. Razones sólidas y numerosas, encabezadas por el inolvidable partygate, las fiestas ilegales en Downing Street en medio de un confinamiento total en Reino Unido debido a la pandemia.
El abultado informe que contiene 37 folios, y fue presentado por Sue Gray, revela vómitos en las oficinas, peleas entre compañeros, exceso de alcohol y humillaciones a trabajadores de seguridad y de limpieza. Además, aquel informe presenta las pruebas de algas visitas en medio del confinamiento, como de la fiesta el 13 de noviembre de 2020. El mismo día que Dominic Cummings, el polémico exasesor del jefe del Gobierno, renunció a su labor en Downing Street.
Fue el propio Boris Johnson quien en un intento fallido afirmó no haber sido consciente de que dicha fiesta “infringía las reglas”. Y solo confirmó, “he pagado la multa y pido disculpas completas”. En ese momento, se le preguntó si pensaba dimitir, y aseguró: “Quiero seguir adelante y cumplir el mandato de hacer frente a los problemas a los que se enfrenta el país”.
Sin embargo, aún cuando la fiesta pandémica lidera las razones, no es la mayor causa, como la denuncia de islamofobia en el Gobierno. En aquel momento, Johnson abrió una investigación para esclarecer el caso de la diputada Nusrat Ghani, quien reveló que fue apartada del Gobierno en febrero de 2020, entre otras cosas, por su condición de mujer musulmana.
Otra sacudida a su cargo fue un tema decorativo. En plena pandemia en 2020, fue cuestionado por el financiamiento de obras de reforma en la residencia de Downing Street. Y se vio enfrentado a la investigación de la Comisión Electoral británica, la agencia independiente que controla cómo se financian los partidos políticos. Esto debido a las dudas que había sobre cómo se sufragó la reforma del departamento donde él vivía junto a su familia.
De fiestas, de reformas y de amor también. Las polémicas amorosas no le faltaron al ex Primer Ministro, como las críticas sobre la diferencia de edad con su esposa. Ambos se llevan 23 años.
Boris Johnson se ha casado tres veces, sumando una anulación matrimonial y un polémico divorcio con Marina Wheeler, tras 25 años casados. Varias amantes e hijos ilegítimos son parte de su vida privada y mérito de titular en algún tabloide.
Pero la guinda de la torta tiene nombre: Chris Pincher. Diputado contra el cual se han multiplicado las acusaciones de abuso y quien fue nombrado por el mandatario como responsable de disciplina del Partido Conservador. Las denuncias revelaron que el político “toqueteó” a dos hombres delante de testigos en el exclusivo Carlton Club. Y ahora, más de una docena de partidarios han denunciado que también fueron víctimas de comportamientos inapropiados por parte de Pincher en la última década.
¿El error de Boris Johnson? Reconocer que “tenía constancia” de su conducta luego de haberlo negado, lo que provocó las dimisiones de varios de sus ministros. Y ahora, la de él. Sobre su reemplazo aseguró, “es la voluntad del Partido Conservador parlamentario que debe haber un nuevo líder”, y agregó, “el proceso de elegir a ese nuevo líder debería empezar ahora”.
Sin embargo, esta dimisión podría retrasarse hasta que en otoño europeo tenga un sustituto en su partido. Es decir, todavía queda polémica en el Reino Unido y en la vida de Boris Johnson.