Revista Velvet | ¿La vacuna contra el COVID-19 ha provocado que el botox dure menos?
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¿La vacuna contra el COVID-19 ha provocado que el botox dure menos?

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¿La vacuna contra el COVID-19 ha provocado que el botox dure menos?

POR Carlos Loyola Lobo | 01 febrero 2024

Lo conocimos como bótox por ser el nombre de una de las marcas que lo comercializaba. Luego supimos que a nivel más técnico se denomina toxina botulínica. Sin embargo, últimamente algunos profesionales hablan de él como un “neuromodulador”. Tres nombres para hablar de un compuesto de proteínas que se inyectan con el objetivo de producir una relajación parcial y temporal de un músculo en particular, con una duración aproximada de 4 meses.

A partir de esta suerte de parálisis temporal y localizada se evita que se formen arrugas. La frente o el entrecejo son algunas de las áreas que suelen verse beneficiadas del efecto de este llamado hoy “neuromodulador”. Aunque la duración de este tipo de aplicaciones varía según el paciente, pudiendo oscilar entre los 3 y los 6 meses, durante los últimos años son muchos los profesionales, y también pacientes, que han notado una menor duración del efecto.

Entre las posibles explicaciones de esta reducción del efecto de la toxina encontramos su composición biológica, la pureza de la fórmula, la cadena de frío en la que se conservan, el estrés, el deporte o incluso la época del año (en verano dura menos). Sin embargo, en las múltiples razones se ha sumado la del COVID-19 y el efecto de sus vacunas.

El bótox, al ser una proteína, es capaces de generar una reacción inmunológica en nuestro organismo y lo mismo que ocurre con las vacunas. Estas reacciones inmunológicas pueden interactuar entre ellas, disminuyendo o potenciando el efecto de una u otra. Especialistas han señalado que, las alteraciones que ha sufrido nuestro organismo frente al COVID han sido reacciones adversas, desde la falta de eficacia de algunos tratamientos hasta respuestas inflamatorias tardías en pacientes que se habían tratado con ácido hialurónico.

Y aunque sobre la reacción de la conocida como toxina botulínica frente a las vacunas del COVID-19 no hay demasiados estudios, respecto a los tratamientos con ácido hialurónico no quedan dudas de esta alteración. Hay facultativos que indican que, aunque la vacuna contra el COVID-19 no afectaría la duración de estos tratamientos, sí se han apreciado efectos no deseados, especialmente de inflamación. Por otro lado, pacientes usuarios de bótox sí han apreciado una notable reducción de la duración del efecto de este componente.

De cualquier manera, hay que tener en cuenta otros factores determinantes como la técnica de inyección o las características de cada paciente, y aquí lo recomendable es espaciar la vacuna y la inyección de neuromodulador. Los especialistas coinciden es que es mejor esperar alrededor de un mes entre la vacunación y el tratamiento con toxina botulínica.

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