Mientras la familia real conmemoró el Día del Recuerdo (Remembrace Day) en Londres, el príncipe Harry acudió, junto a Meghan Markle, a rendir homenaje a los soldados caídos en el cementerio nacional de Los Ángeles. A miles de kilómetros de distancia, las tradiciones familiares se hacen más difíciles de seguir.
La soledad del Príncipe Harry al otro lado del Atlántico es evidente. Y su conmemoración en el cementerio norteamericano fue considerada ridícula y forzada. Es más, la imagen de la pareja dejando flores en la tumba de un miembro de las Fuerzas Aéreas de Australia y otro perteneciente a la Artillería de Canadá, con fotógrafos encargados de capturar el momento, disgustó a Inglaterra. Aún cuando los soldados caídos elegidos pertenecen a países miembros de la Commonwealth. A ojos de los británicos, solo copian y siguen las acciones de los duques de Cambridge. Sin embargo, para otros, el hijo menor del príncipe Carlos solo quiso demostrar que no ha olvidado su país ni sus raíces. Menos en un día tan importante para ellos.
La popularidad de Harry parece debilitarse y, según la prensa británica, incluso aquellos que apoyaron el Megxit debido al asedio de los medios, hoy no están de su lado. Les perdonaron la salida de la corona británica, pero la activa y firme presencia del príncipe Carlos como de William durante la pandemia, le juegan en contra a los duques de Sussex. Si les afectaba tanto la presión mediática, ¿por qué contratar fotógrafo para inmortalizar su homenaje?
Evidentemente los ingleses aún no superan la salida de Harry, menos el traslado definitivo a Santa Bárbara en Estados Unidos. Si bien las comparaciones entre ducados se hacen inevitables, la lejanía de los duques de Sussex resultó ser una especie de despertador que les ha devuelto el protagonismo a William y Kate. Algo que ningún miembro de la familia real asumirá.
Por su parte, la reina Isabel dejó flores sobre la tumba del soldado desconocido, la misma donde todas las novias royal dejan su ramo. Una tradición que se mantiene desde que lo hizo, por primera vez, la reina madre, como un gesto hacia su hermano caído en batalla durante la I Guerra Mundial. Y, por primera vez durante la pandemia, la reina usó una mascarilla en público durante la ceremonia conmemorativa en la Abadía de Westminster. La monarca de 94 años había reaparecido en octubre, pero en ese momento, fue fotografiada sin mascarilla.
El príncipe Carlos y el príncipe William y su esposa, Kate Middleton también realizaron actos similares. Y cada uno de ellos llevaba en sus la amapola que, durante noviembre en el Reino Unido, simboliza un homenaje a los caídos en las guerras. Sin embargo, según The Sunday Times, la familia se negó a poner una corona de amapolas en nombre del príncipe Harry. Esto, porque ahora no representan a la familia.
Una actitud que resiente el menor de los hijos de Carlos de Inglaterra, quien estuvo en el ejército británico por diez años, sirvió en Afganistán y, según ha desvelado The Sunday Times, quiso viajar al Reino Unido para conmemorar este día, pero la pandemia no lo permitió.
“El hecho de recordar es un acto de honor. Así es como preservamos el legado de generaciones enteras y mostramos nuestra gratitud por los servicios que prestaron para que podamos vivir nuestras vidas como lo hacemos en la actualidad”, comentó Harry este sábado en el podcast Declassified. Además, habló sobre la tradición británica de llevar una amapola, asegurando que lo hace como homenaje y respeto a los soldados que conoció, así como también, por los que no. “Los soldados que estuvieron a mi lado en Afganistán, los que cambiaron sus vidas para siempre y los que no regresaron a casa. La uso para celebrar la valentía y determinación de todos nuestros veteranos y sus seres queridos, especialmente los de nuestra familia Invictus”, los juegos que fundó en 2014, y en los que participan veteranos enfermos o heridos.