Revista Velvet | La ruta escénica de Aysén
Cultura Pop

La ruta escénica de Aysén

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La ruta escénica de Aysén

POR equipo velvet | 20 marzo 2021

Por Daniela Urrizola

Debo reconocer que el día después de mi viaje por la Región de Aysén fue terrible. Llegar a Santiago en Fase 2, después de parajes, vistas y colores únicos, no es una experiencia agradable. ¿Qué me provocó este viaje que no me haya pasado con otro similar? Creo que fue el resultado de la combinación perfecta entre naturaleza, aventura y hospitalidad que hay en la Patagonia chilena. Esa pócima adictiva que por años ha sido consumida por el turista extranjero y que hoy, en este escenario de pandemia, vuelve a ser descubierta por nosotros, los chilenos.

Recorrer la Región de Aysén y su celebrada Carretera Austral es súper posible. Esa incertidumbre que genera el saber que vas a viajando entre grandes cadenas montañosas, lagos, ríos, fiordos, huemules y cóndores, no tiene nada de complejo.

La aventura comienza en Santiago con un vuelo directo o con escala hasta Balmaceda. Allí, además de los protocolos respectivos de traslado, el PCR negativo es un requisito excluyente, confirmando que es un lugar que entiende que, si bien las distancias entre comunas no son largas, se trata de una de las regiones más deshabitadas del país y que claramente comprende el valor de cuidar a los suyos.

Una vez allá, hay que disponerse a perder la noción del tiempo y entrar en un trance absoluto, donde a ratos sentirás que ya no es posible absorber tantas bellezas en tan poco tiempo. Y caer en una sobreestimulación de los sentidos. No exagero.

En casi cuatro horas, vía Carretera Austral recorrimos 190 kilómetros entre Balmaceda y Puerto Tranquilo. En condiciones normales es un recorrido que puede hacerse en tres horas, pero cuando al frente tienes el Parque Nacional Cerro Castillo, el Río Ibáñez y el imponente Lago General Carrera, es imposible no detenerse.

CÁLIDAMENTE TRANQUILO

Este primer tramo de la Carretera Austral termina en Puerto Tranquilo, una localidad de no más de tres cuadras donde uno pensaría que con suerte hay señal de celular. Pero hay mucho más que eso. Primero, se trata de un punto estratégico perfecto para conocer algunos de los más bellos parajes de la Región de Aysén, y segundo, tiene una calidez humana que lo hace maravilloso.

Puerto Tranquilo refleja lo que es la gente de la Patagonia chilena: personas amables, cariñosas, respetuosas y responsables, algo que en la contingencia queda demostrado cuando entras a cualquier lugar y, sin avanzar un paso, ya te están pidiendo por favor que te tomes la temperatura y te anotes en el registro. Acá la pandemia existe y la mayoría la respeta.

A esto hay que sumarle un alojamiento de primer nivel, una gastronomía sorprendente y mucha calidez de hogar, todo en un mal llamado “hostal”. Sí, porque puede que se llame Hostal El Puesto, pero es diez veces más que un hostal, y evidencia que la Patagonia de Aysén lleva años recibiendo turistas internacionales y ofreciendo un servicio de primer nivel.

HIELOS MILENARIOS

En el día dos y tres se dio el momento de descubrir dos de los más grandes tesoros del sur de Chile: el Glaciar Exploradores y las Catedrales de Mármol.

Debo reconocer que no tengo recuerdo en mi vida de haber hecho un trekking como el que tuvimos que hacer para caminar sobre el hielo del Glaciar Exploradores. Debo reconocer también que, en algún momento, mientras caminaba sobre la morrena (piedras y barro acumuladas previo a la entrada de un glaciar), pensé que no lo lograría.

Los requerimientos previos eran pantalón, zapatos y chaqueta a prueba de agua, y ya en el lugar el operador de turno entrega un snack liviano, polainas impermeables para cubrir el calzado y crampones (aparatos especiales para caminar sobre hielo).

“El recorrido contempla cerca de ocho horas de caminata”, dijo el guía como gran bienvenida. Mis cálculos mentales no coincidían, sobre todo porque después de pasar un bosque ya teníamos a la vista al Glaciar Exploradores. Pero claro, las distancias visuales no existen en esta aventura. El camino dejó de ser un sendero verde y se transformó en rocas y hielo, algo que solo demoró nuestro encuentro con los hielos milenarios de Campo de Hielo Norte.

El glaciar tiene una longitud total de 18 kilómetros y un ancho de aproximadamente 3 kilómetros. Uno no logra avanzar ni 100 metros dentro del hielo y ya te sientes en un mundo paralelo. Tu vida rutinaria parece tan lejana y ajena que pareciera que estuvieras en otra dimensión.

Además, caminar sobre hielos milenarios y entender la majestuosidad del lugar crea la necesidad de hacerlo un millón de veces. Sinceramente es una experiencia única y además muy segura, ya que en la inmensidad de este espacio y en grupos reducidos, el contexto pandémico es casi nulo.

MÁRMOL MADE IN CHILE

En ese mismo contexto, la elección de recorrer la Región de Aysén u otras regiones y zonas no tradicionales, con baja afluencia de público, sin duda es una gran forma de viajar responsablemente. Pero también lo es escoger actividades que sean distintas. Por ejemplo, llegar en kayak hasta los pies de las Catedrales de Mármol.

Cuenta la historia que hace 10.000 o 15.000 años, la Patagonia estaba cubierta de glaciares, y cuando los glaciares se retiraron, apareció el Lago General Carrera. Después comenzó el proceso de esculpido de las capillas, 15 kilómetros bajo tierra a 400 °C.

Esa es la explicación técnica y física de una maravilla que está en nuestro país. Habrá miles de fotografías que podrás ver a través de redes sociales, y cientos de videos, pero no se acercan ni en lo más mínimo a hacerle justicia a la mezcla que se produce entre el agua turquesa, el azul de los cielos, el verde de los bosques y estas rocas de mármol. Una obra de arte en el patio de nuestra casa.

A fin de cuentas, de eso se trata esta ruta escénica de Aysén; de obras de arte y joyas que se encuentran en la inmensidad del sur de nuestro Chile. Una Patagonia que lo tiene todo. Si quieres descansar, si quieres aventura, si quieres ir solo o en familia; es tu lugar. Además, es tuyo, es nuestro, y hoy nos espera con los brazos abiertos.

 

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