Durante la mañana de ayer en Japón, la princesa Mako contrajo matrimonio con su novio de la universidad, Kei Komuro. El acontecimiento marca el final de un largo y tumultuoso camino hacia el altar, y que implica la renuncia de la princesa a su estatus como miembro de la realeza, su dote de 1.4 millones de dólares, y el cambio de vida que significará radicarse en Nueva York para comenzar una nueva vida como ciudadana común y corriente. En lugar del espectáculo televisado que suele acompañar una boda real japonesa, el compromiso se celebró en el modesto entorno de un registro civil en Tokio. Luego, una rueda de prensa en la que la princesa Mako y su esposo respondieron a cinco preguntas previamente aprobadas para los medios de comunicación y que fue lo único realmente “público” del evento.
Desde comienzos de la década del 2000, cuando la sobrina del emperador Naruhito conoció a su actual esposo mientras ambos estudiaban en la Universidad Cristiana Internacional de Tokio, que la elección romántica de la princesa fue rotundamente criticada por gran parte de los medios de comunicación del país, debido a su origen humilde de él, lo que reflejó la presión desproporcionada que se ejerce en la cultura japonesa sobre las mujeres en la familia imperial. Tras anunciarse por primera vez su compromiso en 2017, la boda prevista para noviembre de 2018 se postergó debido a una disputa financiera entre la madre de Kei Komuro y su antiguo prometido, quien acusó al actual esposo de la princesa de no devolver un préstamo de 4 millones de yenes (35.000 dólares), a pesar de que el joven abogado y su madre creían que el dinero era un regalo.
A principios de este año, y producto de este escándalo mediático, la princesa Mako fue diagnosticada con un trastorno de estrés postraumático. Como sobrina del emperador Naruhito e hija del hermano del príncipe heredero Fumihito, la proximidad de Mako al trono ha despertado la preocupación de que el único sucesor elegible de entre los jóvenes de la realeza sea actualmente, el hermano de 15 años de la princesa, el príncipe Hisahito. Aunque las encuestas indican que más del 80% de la población japonesa está a favor de permitir que las mujeres se conviertan en emperatrices y de que se les conceda permiso para permanecer en la familia real tras casarse con un ciudadano común, una minoría conservadora muy activa se opone firmemente a cualquier cambio en las reglas de sucesión, de la que se considera la monarquía hereditaria más antigua del mundo.
Desde que terminó su carrera en la Facultad de Derecho de Fordham y aprobó el examen de Derecho en Nueva York a principios de este año, Kei Komuro comenzó a trabajar en un importante bufete de abogados en Manhattan, donde Mako se unirá a él después de solicitar su primer pasaporte como ciudadana japonesa en las próximas semanas.
Es por esto que muchos medios de comunicación han comparado la salida de Mako de la familia imperial con la de otra ruptura de lazos reales: la del príncipe Harry y Meghan Markle, pero hay diferencias insalvables. Y es que a pesar de la reputación de Mako de forjar su propio camino, la cultura del sacrificio y la obediencia que caracteriza a la familia imperial continuará de forma diferente y la mayoría espera que la ex princesa mantenga un bajo perfil mientras se embarca en su nuevo capítulo en Nueva York. Según sus propias palabras en la rueda de prensa de hoy, declaro que “lo que me gustaría es llevar una vida tranquila en mi nuevo entorno”.