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Cuenta la leyenda que en el baño de un aeropuerto, una mujer vio a Isabel Preysler echarse sobre el rostro una crema que había sacado minutos antes del bolso. Un despiste de la celebridad ocasionó que dejara olvidado el envase de la crema sobre el tocador del baño y la astuta pasajera la tomara y probara el secreto de belleza de una de las mujeres más mujeres más rutilantes de la aristocracia española.
Otra versión apunta a que Isabel tiró a uno de los papeleros del aeropuerto un tubo vacío de esta crema. Y otra versión dice que lo que tiró fue la caja de la crema mientras que el producto lo guardó en el bolso.
Cierto o no, al parecer la mitología funcionó y el boca-a-boca también, porque en España todas las mujeres comenzaron a ocupar el milagroso ungüento. Lo mejor de todo es su precio: menos de 10 mil pesos chilenos. El secreto mejor guardado de Isabel Preysler para mantenerse siempre bien está al alcance de la mano de cualquiera ¡Y se puede encontrar en Chile!
La crema se llama Xhekpon y en Chile se puede encontrar en locales de la cadena Maicao o a través de Mercado Libre. Y no sabemos si la historia del aeropuerto fue cierta o no, porque la propia Preysler no lo ha negado ni lo ha afirmado, pero en el país europeo es de las cremas faciales más vendidas y se encuentra dentro de los productos más solicitados y usados por las mujeres.
Su fórmula contiene aloe vera, colágeno y centella asiática y es eficaz para prevenir arrugas y cicatrices de acné. Es más, a diferencia de otras, esta crema está también recomendada para evitar las ojeras y las bolsas en los ojos.
Con un envase nada llamativo, Xhekpon se ha convertido en todo un best seller para la industria de la belleza anti-age. La propia revista Vogue publicó un reportaje donde hablan de la famosa crema, donde mencionan que “por su composición tiene buenas propiedades regeneradoras y tensoras. Puede ser una buena alternativa como crema preventiva o como tratamiento de arrugas”. Ya ves, uno de los secretos de belleza mejor guardados está al alcance de la mano y de todos los bolsillos. Sino, pregúntenle o miren cómo se mantiene la propia Isabel Preysler.
