En la vasta mitología que rodea a la familia real británica, hay historias que rozan lo político, lo romántico y lo sobrenatural. Una de las más curiosas involucra a la difunta reina Isabel II y a su madre participando en una ceremonia espiritual para “limpiar” una de las residencias más queridas de la monarquía: Sandringham House.
El rumor comenzó con el biógrafo Kenneth Rose, quien dejó registrado en su diario un episodio digno de novela gótica. Según sus apuntes, en el año 2000, la Reina Madre organizó un “ritual de purificación religiosa” en la habitación donde, casi cinco décadas antes, había muerto el rey Jorge VI, padre de Isabel II.
El personal de Sandringham habría reportado fenómenos extraños en esa habitación, lo que motivó la ceremonia. Pero como aclara el historiador Robert Hardman, no se trató de un exorcismo convencional. “No hubo una expulsión dramática de demonios, como en las películas. Se decía que la habitación albergaba un espíritu perturbado y que el párroco debía bendecir el espacio”, explicó en su pódcast Queens, Kings and Dastardly Things.
Según Rose, en el ritual participaron la reina Isabel, la Reina Madre y la dama de compañía Prue Penn. La ceremonia incluyó la toma de la Sagrada Comunión y oraciones especiales, con la intención de calmar la inquietud del lugar.
Hardman añade un dato aún más llamativo: “Nadie tenía claro quién se suponía que era el fantasma, a pesar de que aparecía en la habitación donde había muerto Jorge VI. Rose especulaba si podría tratarse del fantasma de Diana, la difunta princesa de Gales, quien había fallecido pocos años antes“.
Más allá de si creían o no en lo paranormal, la presencia de la reina Isabel, una mujer reconocida por su fe sólida pero no supersticiosa, podría haber sido un gesto de apoyo hacia el personal perturbado por los acontecimientos. “La difunta reina tenía una fe profunda, pero no era supersticiosa. No perdía el tiempo con teorías extravagantes, aunque sí tenía un fuerte sentido de lo espiritual, al igual que el rey Carlos“, precisó Hardman.
El propio Carlos III no ha estado ajeno a experiencias misteriosas. En el libro Britain’s Ghostly Heritage, el autor John West relata que el entonces príncipe de Gales vivió un momento aterrador en una de las bibliotecas de Sandringham, que lo llevó a huir del lugar junto a un miembro del personal.
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Hoy, esta propiedad en Norfolk sigue siendo uno de los lugares más íntimos y tradicionales para los Windsor, especialmente en época navideña. Desde 1988, Sandringham ha sido el punto de encuentro para las festividades familiares. Una tradición que continúa con las nuevas generaciones.