Esta semana, el rey Carlos III emitió un comunicado para expresar su pesar por la muerte de la condesa de Airlie, quien tuvo una cercana relación con la reina Isabel II, a quien acompañó con lealtad hasta el final.
Lady Airlie marcó un hito en la corte británica al ser la primera estadounidense en convertirse en dama de compañía de una reina, un rol que la convirtió en la compañera para Isabel II.
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Nacida en Londres como Virginia Ryan, fue hija de estadounidenses y creció en Nueva York. Su padre, John Ryan, fue un periodista convertido en industrial, heredero de una fortuna proveniente de los sectores ferroviario, tabacalero y de seguros.
Su madre, Margaret Ryan, también heredó una gran fortuna de su padre, Otto Kahn, uno de los magnates más influyentes de su época. Y, según se dice, una de las inspiraciones de F. Scott Fitzgerald para su icónico personaje en El Gran Gatsby.
A los 16 años, Virginia conoció en Londres al que sería su futuro esposo, lord Ogilvy, más tarde conde de Airlie, un banquero y aristócrata cercano a los Windsor.
En aquel entonces, se rumoreaba que lord Ogilvy era uno de los candidatos para casarse con la princesa Margarita. Sin embargo, en 1952 decidió viajar a Nueva York para pedir la mano de Virginia, con quien contrajo matrimonio en octubre de ese año.
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La boda, celebrada en Londres, contó con la presencia de la reina madre y la princesa Margarita. Aunque ni la reina Isabel II ni el duque de Edimburgo asistieron debido al luto por la muerte del rey Jorge VI.
La relación de los Ogilvy con la familia real se fortaleció aún más en 1963, cuando el hermano menor de lord Ogilvy, Angus, se casó con la princesa Alexandra, prima de la reina Isabel II.
Este estrecho vínculo hizo que la monarca frecuentemente invitara a los Airlie a eventos familiares tanto en Sandringham como en Balmoral. Fue en una de esas visitas en 1973, cuando la reina le pidió a Virginia que se convirtiera en su dama de compañía.
“Le dije: ‘¿Te das cuenta de que sigo siendo estadounidense? Tal vez deberías pedírselo a alguien con más experiencia’“, recordó alguna vez lady Airlie sobre ese momento. Sin embargo, Isabel II insistió y así comenzó su estrecha colaboración.
Según The Times, uno de los gestos más entrañables que demuestran la conexión entre la reina y su dama de compañía tuvo lugar en el año 2000, cuando Isabel II asistió a la fiesta de cumpleaños número 70 de lady Airlie en Annabel’s, uno de los clubes más icónicos de Londres.
Se dice que fue la única ocasión en la que la reina pisó una discoteque, y disfrutó tanto de la velada que incluso pidió un martini seco. Y según se comenta, no paró de reír durante toda la noche.