Es de sobra conocido el interés por los animales del Rey Carlos III. Entre lo que se cuenta sobre el monarca es que en Duchy Home Farm, su granja orgánica de 700 hectáreas situada en su residencia Highgrove House, solía hablar con las gallinas. Verdad o no, el actual soberano de Inglaterra acaba de manifestar una prueba más de su respeto por los animales: ha prohibido el foie gras en el menú de todas las residencias reales.
La noticia no debería sorprendernos, al fin y al cabo, Carlos es el miembro de la realeza con más conciencia medioambiental, incluso adelantado a su tiempo. Tanto así, que en esta granja orgánica que tiene en su residencia, la agricultura ecológica y el respeto por el bienestar animal son una realidad desde finales de los años 80. Por ejemplo, Carlos dejó de comer hígado de ganso hace 10 años. Ahora, ha decidido dar un paso más respondiendo a los activistas de PET. Quienes llevan años denunciando la crueldad de los métodos con los que se obtiene el foie gras, en los que se hace pasar a los gansos y patos por un proceso para que sus hígados alcancen un tamaño desproporcionado. El actual Rey de Inglaterra ha eliminado así el consumo de esta preparación de todas las residencias de la corte.
El grupo PETA agradeció inmediatamente su decisión a través de sus redes sociales y son muchos los súbditos que también están del lado del monarca. El foie gras, una de las grandes glorias de la cocina francesa, lleva mucho tiempo siendo objeto de acusaciones por parte de otras culturas. De hecho, en el Reino Unido está prohibida su producción, pero no así su venta. Y en los últimos años, algunos chefs han desarrollado una versión vegana llamada “faux gras”.
PETA ha aprovechado la ocasión para plantearle otra exigencia al rey: la de utilizar pieles sintéticas de armiño para su coronación programada para el 6 de mayo. Por el momento no sabemos si el monarca, que está planeando una ceremonia mucho menos pomposa que la tradicional, terminará complaciendo a los activistas el día que ascienda oficialmente al trono. Y es algo que no suena realmente imposible, Carlos ha sido desde siempre un amante de los animales, una pasión que comparte con su esposa, la reina consorte Camilla. De hecho, luego de la muerte de Isabel II, hicieron su llegada a Palacio, Beth y Bluebell, los dos jack russells de 10 y 11 años adoptados por la pareja real en 2017. Los corgis de la reina, por su parte, han sido encomendados a su hermano Andrés, el Duque de York.