Aunque faltan estudios sobre procedimientos estéticos en Chile, se estima que el bótox masculino ha crecido un 20% post pandemia. La mejor información y el protagonismo de las redes sociales son factores que acrecientan las ganas de verse más fresco, principalmente, en los que pasaron los 35 años.
Los números son decidores. En Estados Unidos, el gasto en tratamientos de bótox masculino ha aumentado un 400% desde el año 2000. En Inglaterra, el 9% de los procedimientos estéticos en 2022 fueron en hombres y se estima que el bótox y otros tratamientos “inyectables” como rellenos dérmicos suben cada año un 50% más que el anterior.
Aunque faltan estudios sobre procedimientos estéticos en Chile, se estima que el bótox masculino ha crecido un 20% post pandemia. Pese a que un pequeño segmento de la población recurre a estos arreglos físicos durante su vida veinteañera –principalmente, los que tienen problemas con arrugas prematuras de la piel-, la edad mayoritaria en que se concentran estos tratamientos son entre 35 y 50 años. “Los tratamientos preventivos son cada vez más recurrentes entre los hombres. La mayoría de los pacientes buscan mejorar su apariencia, lo que impacta en su vida laboral y en su seguridad personal. Llegan con ganas de verse más saludables y varoniles”, dice la doctora María José Araneda, de clínica Upgrade –@clinicaupgrade-.
La mayor –y mejor- información y el protagonismo de las redes sociales, también han sido indicadores al alza en los tratamientos masculinos para verse más juveniles. Los hombres, siempre más reacios a pasar por manos médicas que las mujeres, se han pasado el dato. Saben que las inyecciones no son dolorosas y tardan uno o dos segundos en administrarse. “La primera vez que lo hice, un amigo me lo recomendó y fue simplemente por probar. Con el tiempo, he utilizado este procedimiento porque, primero, no es invasivo y, segundo, porque me miro al espejo y me siento más seguro de mí mismo”, dice Renato Sanhueza, ingeniero de 47 años, usuario habitual de bótox.
El aumento en el flujo de hombres que ocupan este procedimiento no quirúrgico se ha masificado tanto –aunque pareciera invisible aún- que en Estados Unidos lo llaman “brotox”. Una palabra que es mezcla de “brother” –hermano- y boótox. Esta normalización en el uso de estas inyecciones en las clínicas estéticas a nivel masculino ha generado cambios notorios. Los hombres, por ejemplo, no se presentan en los centros clínicos con timidez, sino que convencidos de lo que quieren lograr. “Llegan con un deseo de cambiar. Un rejuvenecimiento es positivo en la vida de una persona. Por ejemplo, los hombres buscan mandíbulas marcadas, ángulos rectos, pómulos definidos y una mirada descansada y juvenil. Hay pacientes, según artículos científicos, que sufren dismorfismo y nunca están conformes con su apariencia física. En esos casos, un buen doctor, deja de inyectarte bótox y te dice ‘basta, estás perfecto’. El malo, hace lo contrario”, afirma la doctora Araneda.
La medicina estética estima que la vigencia de estas intervenciones no quirúrgicas masculinas se extiende entre cuatro y seis meses de duración. Y sobre si en el futuro habrá un equilibrio en la aplicación de bótox en hombres y mujeres, la doctora Araneda es enfática. “A pesar que los hombres han tomado cada vez más conciencia de los cuidados necesarios para mantener piel y rostros perfectos, el cuidado de las mujeres es evidentemente mayor. Y no para de crecer”.