Kim Kardashian lo hizo de nuevo. Lanzó una línea de mascarillas en medio de la pandemia, la agotó en cuestión de minutos y armó una “waiting list” (lista de espera) que, por supuesto, tampoco está exenta de polémicas.
La mascarilla no cumple con los estándares oficiales para proteger al usuario de Covid-19, pero aún así se vendió como pan caliente. Viene en cinco colores -arena, arcilla, tierra de siena, cacao y ónix- como el resto de los productos de Skims, su marca de lencería y pequeños gadgets para contornear el cuerpo.
Las mascarillas, que no tienen costuras, se inspiraron en las fajas de la marca y se vendieron por 8 dólares cada una, dos por 15 o cuatro por 25, y menos de una hora después de publicarlas, Kardashian West confirmó en Twitter que ya no estaban disponibles. “Desafortunadamente, nuestras máscaras faciales @skims se agotaron hoy, pero estamos trabajando con nuestro socio local en Los Ángeles para producir más lo más rápido posible. El próximo lote estará disponible la próxima semana. Regístrese para recibir más detalles, y gracias por su apoyo “, escribió.
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Así comenzó la lista de espera y también la polémica, ya que varios la acusaron de oportunista y de lucrar con un tema tan delicado como la inclusión y la diversidad, porque la modelo que posa en la campaña con la mascarilla de color negro no tiene ese mismo tono de piel.
Más allá de los comentarios negativos, lo cierto es que la reina de la familia más mediática de Estados Unidos encontró su oportunidad en medio de la crisis, y las mascarillas Skims generaron más ventas y fanáticos, que detractores.