Desde que se convirtió por primera vez en musa del diseñador Demna Gvasalia en Balenciaga a principios del año pasado, que Kim Kardashian no ha tenido miedo de usar algunos de los looks más audaces y excéntricos del diseñador. De su mente vino el body negro de cuerpo entero con cola que llevó en la pasada Gala del MET (con el rostro completamente cubierto, cómo olvidarlo) y los ceñidos trajes rosados, uno con un enorme capa con volantes, que usó para su debut en el show de comedia Saturday Night Live en octubre pasado. De hecho, la ex de Kanye West se ha vuelto tan sinónimo de Balenciaga que se convirtió en la cara oficial de la marca cuando revelaron su campaña de verano de 2022, ni más ni menos que junto a la alabada actriz francesa Isabelle Huppert.
Es por esto que si bien no resultó una sorpresa ver a Kim Kardashian aparecer en el desfile de Balenciaga durante la Semana de la Moda de París, celebrada en el centro de exposiciones Le Bourget, la elección de su atuendo impactó a todo el mundo: un top deportivo y unos leggings cubiertos completamente con cinta de embalar con la marca Balenciaga, toda envuelta a mano, junto con una versión combinada del bolso Hourglass de la marca que también había sido envuelto con la cinta amarilla y negra. La principal crítica de moda del New York Times, Vanessa Friedman, quien estuvo sentada cerca de Kardashian durante todo el desfile, notó que hacía un “sonido de cinta adhesiva” cuando caminaba, y expresó su preocupación de que podría romperse cuando se sentaba. Afortunadamente, esas preocupaciones se vieron superadas y esta verdadera instalación en movimiento no se vio afectada.
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Con este outfit, la actual empresaria marcó un comienzo especialmente dramático para uno de los desfiles de moda más impresionantes de Gvasalia hasta el momento. Escenificado como un óvalo que simulaba un espacio polar, con máquinas que liberaban nieve, viento y niebla (incluso en momento hubo ráfagas de truenos y relámpagos artificiales), todo con el objeto de crear una atmósfera postapocalíptica. Las modelos caminaban al ritmo de una banda sonora de intenso tecno industrial, con sus faldas largas ondeando detrás de ellas. Fue un tipo de espectáculo épico que solo Gvasalia podría crear, incluso con guiños de apoyo al pueblo ucraniano que vive la invasión de Rusia.
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