Por Alfredo López J.
A sus 86 años, el hombre que abdicó en favor de su hijo Felipe VI, enfrenta una salud debilitada lejos de su familia y sus raíces. Establecido en Abu Dabi, como si se tratara de un ‘ostracismo a medida’ junto a jeques millonarios y caballos pura sangre, sabe de la incómoda operación que implicará su funeral de estado. Junto a tres expertas en realeza de España, descubrimos por qué el denominado plan ‘lluis reverter’ obliga a que el exmonarca muera en suelo ibérico.
Muerte, exilio y culpa son tres palabras que Juan Carlos de Borbón, Rey emérito de España, conoce de niño como si se tratara de una maldición que no tiene fin. En 1956, cuando vivía junto a su familia en la finca portuguesa de El Estoril por disposición del régimen franquista, vio cómo su hermano menor Alfonso, entonces de 14 años, perdía la vida por un proyectil que impactó en su cabeza.
¿El responsable? Un misterio que hasta aún hace recaer las sospechas sobre el propio Juan Carlos, quien supuestamente habría tenido un accidente mientras limpiaba el revolver Long Automatic Star del calibre 22, arma que habría sido un regalo del general Franco y que, ambos infantes, escondían en su casa como un juguete prohibido.
Cuando se escuchó el tiro y el desplome del cuerpo del niño, los sirvientes inmediatamente llegaron a la sala y les dijo fríamente que no hicieran nada, porque él mismo se encargaría de informarlo. Bajó las escaleras y le contó a su padre, don Juan, quien inmediatamente subió para encontrarse con su hijo predilecto en medio de un charco de sangre. Lo primero que hizo fue tomar la bandera que estaba dispuesta en el salón para envolver el cuerpo de Alfonso, luego abrazarlo e, inmediatamente, mirar fijo a los ojos de Juan Carlos y decirle: “¡Júrame que no lo has hecho a propósito!”.
Era un Jueves Santo, toda la familia había comulgado esa mañana y, de inmediato, ese episodio marcó su vida para siempre. Al mes, su padre aceptó que su hijo de 18 años se marchara a Zaragoza, donde por orden de Franco ingresó al Ejército y, al mismo tiempo, comenzó su preparación como futuro rey de España sin respetar la Ley de Sucesión. El dictador militar lo convenció para entrenarlo y él aceptó seguir adelante, no importando la ira de su padre, quien finalmente nunca accedió a la corona.
De la culpa sacó fuerzas y, de ahí en adelante, cultivó una personalidad que hasta hoy levanta indignación y polémica por su afán de mezclar amoríos internacionales y transacciones económicas millonarias. La más notoria de estas controversias tiene que ver con la adjudicación de un contrato para la construcción de una línea de tren de alta velocidad entre Medina y La Meca, las dos ciudades más sagradas para el islam.
Ese proyecto, que implicaba el despliegue de 450 kilómetros de vías a través del árido desierto árabe, representaba una de las mayores oportunidades para la ingeniería española en la última década. El papel del rey emérito, que usó sus conexiones personales con la familia real saudita, fue crucial para asegurar el contrato a un consorcio de empresas españolas en 2011. En el 2015, la empresaria y princesa alemana-danesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, reveló que había tenido una relación amorosa con Juan Carlos y que habría solicitado comisiones por su intermediación.
Sus amoríos permanentes, a espaldas de su mujer, la reina Sofía, además de las acusaciones de fraude, con el tiempo marcaron el declive de una figura que antes simbolizaba la estabilidad democrática de España y la modernidad de su monarquía.
“El rey Juan Carlos ojalá tarde en morirse en el sentido de que los episodios más escandalosos de su reinado, los conocemos de hace poco. Todo está muy reciente y fresco”, sostiene Beatriz Miranda, redactora de LOC La Otra Crónica y autora de “Sin noticias de Dior”.
Y prosigue: “Ojalá pase tiempo para que la gente le perdone todas sus fechorías. Probablemente, su funeral será más bien discreto, con honores de Estado porque ha sido un rey con muchos años en su cargo. Pero será igualmente una cosa discreta, quizás con el tiempo esos escándalos queden minimizados y se valore su labor en la transición, junto a toda la prosperidad económica que trajo a España gracias a su carácter campechano y su capacidad de relaciones públicas con países ricos, como los árabes”.
Lo más difícil de ese funeral, sin embargo, será enfrentar la crispación política que se vive en España en torno a la monarquía y, de manera sensible, la figura de Juan Carlos.
“Habrá que intentar conseguir que todas las fuerzas políticas se pongan de acuerdo para honrar la memoria de quien fuera jefe de Estado durante 39 años y que no se abra ningún debate sobre buscar otra forma democrática más allá de la monarquía parlamentaria. Si bien sus últimos años fueron polémicos y controvertidos, hizo muchísimo por devolver la democracia a España”, defiende Marina Pina, corresponsal de Casa Real para el diario El Mundo.
No ensombrecer la imagen de su hijo es clave. “Nos hemos dado cuenta de que cada vez más la Casa Real se separa más de la figura de don Juan Carlos. De hecho, el rey Felipe renunció a la herencia de su padre, en gran medida, para desvincularse de todos los escándalos que han empañado la institución. Actualmente, se considera que lo mejor que ha hecho es haber abdicado en favor de Felipe y que, el actual rey, es obra de su madre, la reina Sofía. No nos olvidemos que a Juan Carlos siempre se le ha pintado como un padre ausente y un mal marido, junto a su afición por las mujeres”, explica Beatriz Miranda.
Por lo mismo, será un funeral prudente, propio de una monarquía constitucional, lejos de las grandes pompas fúnebres que hemos visto, por ejemplo, en Inglaterra.
Miranda continúa: “Será algo más discreto en el Panteón de El Escorial. Pero creo que nos estamos adelantando. Si bien no se ve muy bien físicamente, sigue siendo muy activo y muy protagonista. No para de viajar y viene mucho a España. Asiste a torneos de navegación, de vela, preside cenas, funerales, bodas y tiene un vínculo especial con revista ¡Hola!, que lo muestra siempre; como la otra vez en la pelea de boxeo con Ilia Tupuria compitiendo. ¡Y se niega a usar silla de ruedas! Por él, creo que vendría mucho más y está exiliado entre comillas. Aunque en Abu Dabi esté a cuerpo de rey, se nota que le gusta venir”.
Los funerales de Estado para un rey en España parecen ser un tema de otra época. El padre de Juan Carlos fue sepultado con honores y protocolo, pero no tuvo tanta magnificencia porque nunca llegó al trono. Esta vez, sin embargo, se pondrán a prueba otros factores.
Paloma Barrientos, periodista fundadora de El Confidencial y Vanitatis, y escritora de biografías como “Cristina de Borbón, la infanta invisible” e “Isabel Preysler, reina de corazones”, establece que una de las primeras medidas será comunicarlo a través del medio de la Casa Real, la Agencia EFE. “Luego viene un comunicado oficial emitido por la casa de su majestad, el rey Felipe VI e, inmediatamente, se pondrán las banderas a media asta en el palacio. El velatorio será en el Palacio Real y la ceremonia en la Catedral de La Almudena, para luego trasladar el cuerpo al Monasterio de El Escorial”.
En este punto, reflexiona Paloma Barrientos, hay algunos factores que pueden ser problemáticos debido a la tradición en embalsamar a los reyes e infantes de España. “El féretro se lleva a un lugar que se le denomina El Pudridero y ahí descansa por más de quince años”. Lo complejo es que, posiblemente, no haya espacio en ese lugar y habrá que reorganizar las urnas que esperan pasar al panteón definitivo.
Cuando sea velado en el Palacio Real, su ataúd estará envuelto por la bandera y se escucharán, al mismo tiempo, salvas de cañón en todos los centros académicos militares, en las ciudades de Zaragoza, Marín y Cartagena, al igual que el Ministerio de Defensa de Madrid en la Plaza de Colón.
“Al no ser un rey titular, serán sólo 21 cañonazos por la mañana y otros 21 por la tarde, lo mismo sucederá en los barcos de la marina. A las exequias deben asistir los cargos más altos del de gobierno, al igual que el presidente del Congreso de los Diputados y el fiscal general de Estado”, añade Paloma Barrientos.
La especialista advierte que hay otro factor de mayor dificultad. “Si se agrava fuera de España, lo traerán ‘oficialmente’ vivo. Porque si muere fuera del país tendría que viajar el notario general del reino a testificar que efectivamente ha fallecido. Entonces, imagino que, en un caso de urgencia, lo traerían medicado para que el deceso se produzca aquí”, enfatiza Paloma.
Marina Pina, en ese punto, coincide. “Ahora mismo, la prioridad es que el rey Juan Carlos no muera fuera de su país. Actualmente, tiene un equipo médico en Abu Dabi que está en permanente contacto con el doctor Eduardo Anitua Aldecoa, quien además le atiende en la ciudad de Vitoria”.
El rey emérito lleva un anillo inteligente con el que se puede monitorear su actividad vital. Si surge alguna urgencia, inmediatamente, el equipo médico se moviliza para trasladarlo. ¿Por qué? “Porque la gran prioridad es que él muera en España y esperemos que eso sea dentro de muchos años”, añade Marina Pina.
En este reportaje, Paloma Barrientos revela que hace algunos años habló con el exministro de interior José Bono y él comentó de la planificación de los funerales de Juan Carlos en caso de que muriera en los Emiratos Árabes. “Contaba que efectivamente la operación tiene un nombre clave y se llamaría ‘Lluis Reverter’, quien fue secretario general de gobierno con Felipe González, el segundo presidente de la democracia española… Le pusieron este nombre precisamente en honor a la personalidad de Lluis Reverter, una persona absolutamente conciliadora, un hombre muy sensato, libre y que nunca estuvo supeditado a ninguna ideología, salvo la democracia”. Un gesto que busca consolidar la fuerza de una monarquía constitucional, por encima de la historia particular de un hombre que, desde niño, se vio como un instrumento político de cara a un país en transformación.