Por Claudia Guzmán
“Lo único que me preocupa es el estándar etáreo de esta reunión”, dijo el presidente Gabriel Boric y la concurrencia comenzó a reír. “Compartan esto con sus nietos”, agregó. Era la tarde en que se presentaba el documental “Gabriel Valdés, testimonios de una vida por Chile”, y en el público estaban mayoritariamente políticos contemporáneos del excanciller y senador Valdés Subercaseaux (1919-2011).
Ahí estaba, por cierto, José Miguel Insulza, también exministro de Relaciones Exteriores y actual senador por la Región de Arica y Parinacota. Él también sonrió ante la preocupación presidencial, que llamaba a los prohombres de Estado del siglo XX a transmitir a los nuevos dirigentes políticos su forma de entender esa vocación. Unos días después de esa velada, quien fuera, además, secretario general de la OEA entre 2005 y 2015, resumirá el porqué de la convocatoria del Presidente al traspaso generacional: “Es que tal como dijo su hijo Juan Gabriel Valdés, don Gabriel era una persona que demostraba que se pueden tener muchos principios, pero hay que tener una actitud también. Hay que querer hacer las cosas y hay que hacerlas”.
Con 81 años, Insulza es uno de los políticos que, a lo largo de su vasta trayectoria, ha ocupado cargos prominentes tanto a nivel nacional como internacional. Plenamente vigente, el senador da esta entrevista horas antes de partir a representar al país en el ChileDay en París, en medio de sus actividades legislativas que cada día le implican desplazarse hasta Valparaíso, donde funciona el Congreso Nacional.
–¿Usted ya ha pensado en su biografía?
–Si yo hago una biografía, cosa que es perfectamente posible, sería desde el día que empecé como subsecretario de Relaciones Exteriores hasta el día que me fui de la OEA… Quizás hasta el día que volví. O sea, depende de si incluyo la OEA o no. Porque no sería una biografía de vida privada. No es sobre mi papá, mi mamá y mis hermanos; esas cosas, no. Hijo de abogados, con un padre militante del Partido Radical, este socialista previamente integró la DC y el MAPU. Partió al exilio en México, donde conoció a su esposa, la economista mexicana Georgina Núñez, con quien formó una familia junto a una hija y dos hijos, ocho nietas y un nieto. Sin duda, una vida íntima llena de historias, pero que Insulza prefiere guardar para hablar sobre lo que públicamente se ha conocido de él.
–¿Por qué duda en incluir en su biografía el período de la OEA?
–Creo que sí lo haré. Ya es hora. Considero que ya no violo el compromiso que siempre ha existido de que los secretarios generales de Naciones Unidas y de la OEA se guardan de hablar por respeto a sus sucesores. O sea, puedo hablar de mi período, pero después están las comparaciones con quienes siguen. Recuerdo perfectamente que cuando dejé el cargo, le agradecí a César Gaviria (secretario general entre 1994 y 2004) su gran virtud de no hablar de la OEA durante los siguientes nueve años en que lo sucedí. Yo quiero hacer lo mismo ahora que han pasado los años. Por lo tanto, es muy probable que en mis reflexiones sí diga algo sobre la OEA.
–¿Diría que Venezuela fue una piedra en el zapato para usted?
–Efectivamente fue una piedra en el zapato, pero era una piedra algo distinta a lo que es hoy, porque entonces Hugo Chávez tenía una ventaja que Maduro no ha tenido, y es que tenía mayoría. Nadie cuestionó nunca una elección de Hugo Chávez. Y la única vez que la perdió fue cuando hizo un referéndum para cambiar la Constitución, permitiendo la reelección sucesiva permanente. Cuando él presentó esa reforma constitucional, la perdió. Él reconoció la derrota por muy pocos votos. Eso me sirve mucho para referirme a lo de Maduro, porque lo que hizo Chávez fue entregar un resultado contrario con el 80% del escrutinio diciendo “ya es irremontable”. Con lo cual se ahorró el 20% del escrutinio, que probablemente hacía que su derrota fuera mucho más grande. Esta vez Maduro trató de hacer lo mismo, pero no le resultó.
–Óscar Árias (expresidente de Costa Rica y Nobel de la Paz) dice que la permanencia de Maduro se explica porqueVenezuela se ha transformado en un narcoestado.
–Eso se decía ya cuando yo estaba en la OEA, señalando cómo la droga, sobre todo la coca, que se produce a partir de Bolivia, Perú y Colombia, tenía su salida hacia Europa fundamentalmente vía Venezuela. No olvide usted que Venezuela no tiene costa en el Pacífico, sino en el Atlántico. Por lo tanto, es la salida relativamente obvia. Eso se mencionaba mucho. Ahora, no he seguido tanto las cosas como para saber de qué manera han aumentado las evidencias de eso.
–Pero más allá de ser país de paso, ser narcoestado implica que las instituciones están al servicio del narcotráfico.
–En realidad, sí, es muy posible en muchos casos, pero no es necesario que ocurra a todo nivel porque el régimen de Venezuela es muy vertical. Los que mandan son muy pocos y los que obedecen no son tantos. No creo que toda Venezuela esté penetrada por el tráfico de drogas. Lo que sucede es que el ejército venezolano es absolutamente servil a Maduro porque sabe que una apertura del régimen podría dañar su estándar de vida e incluso exponerlos a juicios por violaciones a los derechos humanos.
–¿Y qué instituciones estarían cooptadas por el narcotráfico?
–Probablemente algunos sectores policiales, sobre todo la gente a cargo de las aduanas y otros. Son negocios que manejan ciertos personeros del régimen.
–¿Qué implicancias tiene eso para Chile, donde hoy los venezolanos son la primera comunidad extranjera?
–Hay que distinguir entre dos oleadas de refugiados venezolanos. La primera es cuando Maduro empieza aendurecerse, por ahí por el año 2016–2017. Ahí sale del país una cantidad importante de personas que venía por vía legal, usando los acuerdos que se suscribieron para que venezolanos y colombianos pudieran entrar a Chile sin necesidad de visa, sólo con su documento de identidad. Toda esa gente llegó y, en un principio, tuvo una recepción bastante favorable porque venían muchos profesionales. Ahora, después de 2020, las cosas cambiaron, y la migración se hizo más masiva. Incluso, posteriormente llegaron sectores del crimen organizado. Esto estáampliamente documentado en crónicas sobre el Tren de Aragua. Y eso hizo que la migración venezolana contribuyera mucho más a la creación de grupos criminales en Chile.
–Se dice que se abrieron las cárceles venezolanas para que los criminales salieran del país.
–Las crónicas dicen eso, que se abrieron… Maduro es un gran admirador de Cuba, ¿no?
–País que expulsó presidiarios hacia Estados Unidos, en el éxodo del Mariel (1980).
–Por cierto. Me sorprende lo poco que se compara con el caso del Mariel. En Cuba, expulsaron a disidentes y obligaron a salir a grupos enteros de criminales y personas LGBTQ+, hacia Miami, incluso a gente que no quería irse. Creo que en el caso de Venezuela podría estar ocurriendo algo similar. El Tren de Aragua nació en la cárcel y a los que eran liberados se les permitía irse; eran los jefes que se llevaban los contactos, y son los que se encargan de seguir extorsionando desde Chile. Y en Perú, Ecuador, Colombia…
Cuando el también exsubsecretario de RR.EE., exministro de la Segpres y del Interior, José Miguel Insulza, habla de política, no se restringe a las fronteras nacionales ni sólo a los tiempos actuales. Quien fuera parte del gabinete de los gobiernos de Aylwin, Frei Ruiz´Tagle y Lagos, tiene el bagaje necesario para moverse con fluidez a lo largo de la geografía y la historia.
–Como senador de la región que tiene 1.000 km de frontera en el norte, ¿qué tan cierta le parece esta amenaza de una nueva oleada migratoria y cómo la prevé?
–Mire, fui el primero en pedir que hubiera tropas en la frontera. Cuando lo pedí, me criticaron mucho, pero hoy en día hay tropas en la frontera, y eso cuenta con el apoyo del 94% de la población. Entonces, lo primero es que la frontera hoy está mejor protegida que antes. Y, segundo, no creo que haya físicamente una cantidad tan grande de gente queriendo salir de Venezuela. Ya está fuera uno de cada cuatro venezolanos. Eso es el 25% de la población. Esto sólo tiene precedentes en el caso de Siria. La verdad es que es muy difícil pensar en una nueva avalancha desde Venezuela. Los países están más preparados, y todavía creo que podríamos detenerla más fácilmente con un mejor diálogo y acuerdos entre Colombia, Ecuador, Perú y Chile, a los cuales probablemente podrían sumarseArgentina y Brasil. Nosotros tenemos un problema adicional: no tenemos frontera con Venezuela. Para poder expulsar gente, necesitaríamos una alianza con otros países.
–¿Y usted estaría disponible para alguna gestión?
–Yo soy senador en este momento, así que esas son tareas del gobierno. No formo parte del gobierno, y tampoco digo que no estaría disponible para ello, por cierto. (…) Un acuerdo sería fundamental e importante incorporar pronto a Argentina, porque cuando fue electo el Presidente Milei, hizo algo muy parecido a lo que hizo el Presidente Piñera al comenzar su segundo mandato, que fue invitar a todos los venezolanos que quisieran venir a Chile. Él invitó a todos los que quisieran ir a Argentina. Creo que esas cosas son complicadas porque son peligrosas y provocan una nueva ola de tráfico de personas. El tráfico humano es tan importante como el tráfico de drogas, sino más. Todos los recursos del crimen organizado giran en torno a la droga, pero hoy en día el crimen organizado es mucho más variado en sus negocios. El tráfico de personas y la extorsión son parte importante de sus actividades también.
–La UDP y Feedback publicaron un estudio donde el 53% de los encuestados dijo que un gobierno más autoritario enfrentaría mejor la crisis de criminalidad. ¿Está de acuerdo?
–Estoy de acuerdo con todo lo que hace el gobierno. A veces propongo cosas distintas, pero la verdad es que creo que necesitamos, sobre todo en Santiago, algo más de lo que se está haciendo ya. Me ha llamado la atención lo que se ha hecho en materia de allanamientos en los últimos días en La Pintana y en otras comunas; y ojalá siga así.
–Usted propuso un Estado de Sitio, que permite allanamientos. “¡Volvió el Panzer!”, exclamó más de alguien.
–Es que a veces no sabemos cómo se llaman, pero sabemos dónde están. Por lo tanto, creo que declarar algún Estado de Excepción Constitucional es bueno. Pero luego dije que si sacáramos la Ley de Infraestructura Crítica, el Presidente de la República podría disponer de fuerzas militares incluso para custodiar determinados lugares de la ciudad y del país, y podríamos realmente tener un repunte en materia de seguridad.
–Recibió críticas de su sector porque el Estado de Sitio se asocia con los años de dictadura.
–Sí, a muchos no les gustó, y algunos dijeron “¿por qué no otro Estado de Excepción?”. Todo lo que yo quería decir es que, mire, aquí no hay que dictar ninguna ley nueva, pues el Estado de Sitio está en la Constitución, el Estado de Emergencia está en la Constitución. ¿Por qué no usamos las cosas que ya están ahí? Ahora, naturalmente, eso es un resorte exclusivo del Presidente de la República, y es él quien tiene que decidirlo en caso necesario.
–¿Lo conversó con él después?
–No, pero lo conversé con la ministra del Interior. Creo que la ministra Tohá ha sido fundamental en la política que este gobierno ha seguido. Gusten o no algunos aspectos, es el gobierno que más se ha ocupado del tema, mucho más que el anterior. Es un tema que ya se había visto venir, que ya había llegado, y el gobierno le ha dedicado un gran esfuerzo. Y la ministra Tohá es quien encabeza ese esfuerzo. Alguien podría estar más o menos de acuerdo con ella, pero que ella ha llevado adelante una política dura en esta materia, no cabe duda (…) Con todo el esfuerzo del Gobierno, creo que aún hay sectores que no se animan a aplicar las leyes con la dureza necesaria. Seguimos esperando, por ejemplo, un aumento en el número de fiscales.
–¿Son sectores más cercanos al Frente Amplio o al PC?
–No, no, no, no. Esto no tiene que ver con ningún partido en particular.
–¿Entonces de qué tipo?
–Exceso de burocracia, tal vez. Porque las leyes ya se dictaron (…) Tenemos suficientes leyes. Volviendo al inicio (sobre Gabriel Valdés), lo que falta son actitudes, voluntad para aplicarlas.
–¿Falta voluntad política?
–Es que, mire, yo creo que muchos somos superados por la posibilidad de aplicarlas. Y eso es el tema de la policía. Sobre todo si la policía no tiene recursos suficientes, tiene que decirlo: “No tengo recursos suficientes para hacer todo esto que ustedes me piden”.
–A propósito de encuestas, llama la atención cómo ha resurgido la figura presidencial de Michelle Bachelet…
–¿Pero qué tiene que ver la Presidenta en esto?
–Podría interpretarse que, ante esta ola de crimen, existe la percepción de que no hay liderazgos nuevos que aseguren lo que se necesita.
–De acuerdo, puede que no haya liderazgos, pero nunca he sabido que la Presidenta Bachelet se haya caracterizado por conducir los programas de seguridad o inteligencia en el país. Sus temas son otros. (…) Creo que resurge porque mucha gente, sobre todo la izquierda y el centroizquierda, la valora. Y no han surgido nuevos liderazgos suficientes para sumarse al liderazgo de Bachelet. Pero Bachelet ha dicho 50 veces que ya no será candidata.
–¿Aparte de Carolina Tohá, quién más ve usted como presidenciable?
–No estoy en el negocio de dar nombres de candidatos presidenciales. Lo siento mucho. Eso no me lo va a sacar. Pudiese haber mencionado a Carolina (Tohá) como un ejemplo por su trabajo, pero no voy a empezar a inventar candidatos presidenciales.
–¿Usted ya desechó totalmente esa opción?
–Mire, tengo 81 años, entonces no es un tema que ronde mi cabeza. Esas son cosas que tendrán que resolverse en otra parte y de otra forma. Yo no estoy en esa carrera, ni de cerca ni de lejos..