La palabra resurrección fue arhi usada desde el New York Times hasta Al Jazeera y, cual ave fénix, después de un débil comienzo en las escandalosas elecciones de Iowa (por un desastroso recuento), Joe Biden sorprendió como nadie imaginó. La recepción fue más que aplaudida y el miércoles 4 de marzo Wall Street registró un aumento de 4%, impulsando al resto de los mercados.
Biden trabajó arduamente y poco a poco su respaldo comenzó a aumentar. Incluso, sus antiguos rivales, se sumaron a su campaña. Al igual que muchos simpatizantes demócratas moderados, afroamericanos y personas de la tercera edad que ven en él una luz de esperanza.
Michelle Cotte, analista de The New York Times, escribía meses atrás al respecto. Y afirmó que el ex vicepresidente de Barack Obama había vuelto de la muerte. “El señor Biden ha pasado de ser ignorado gentilmente, como el tío chiflado que siempre dice tonterías en las reuniones familiares en referencia a su locuacidad), a ser considerado como el hombre con el que se puede vencer”, escribió. Eso sí, Cotte rescató en ese momento, que su éxito en el “súpermartes” no borraba “mágicamente” todos los factores que mantuvieron su campaña en estado de calma durante tanto tiempo. “Joe sigue siendo Joe, con todos sus encantos y debilidades”. Una de estas últimas es que, a lo mejor, él no es el mejor candidato en la era #metoo, porque en 2019 recibió acusaciones de cuatro mujeres que decían haber sido tocadas por él de manera inapropiada. Su respuesta fue: “Seré más consciente en respetar el espacio personal”.
En contraposición a esta poco entusiasta columna, Kamala Harris, ahora la nueva vicepresidenta, lanzó su apoyo a Biden. Y dijo que haría todo lo posible por ganar las elecciones. “Joe Biden ha servido al país con dignidad y ahora lo necesitamos más que nunca”. No se equivocaba.
Blancos, heterosexuales y senior
“2020 se convierte en la campaña de la demencia”, dijo John Harris (analista de Politico) en referencia al escenario electoral de su país, con tres candidatos sobre los setenta años. Otro factor en común era que todos eran blancos y heterosexuales. Lo único que los distinguía era la religión; Trump(73) es presbiteriano; Biden(77) es católico; y Sanders(78) judío no practicante.
“Mi colega Marc Caputo dijo en Twitter que un operado demócrata con experiencia en campañas presidenciales describió la probable carrera de 2020 como la del ‘viejo tipo agradable con alzheimer’ contra el ‘viejo malo con demencia'”.
Biden ganó, convirtiéndose en el presidente de más edad elegido por los estadounidenses. Hasta el momento era Donald Trump, a los 70, seguido por Ronald Reagan a los 69. Aunque pareciera discriminatorio hablar de la edad, esto sí tiene un fundamento y es la salud del próximo presidente de Estados Unidos, más aún en tiempos de coronavirus.
A tono con esta preocupación, se ha recalcado que el padre de Biden murió a los 68 años y su madre a los 92.
Su hijo mayor, Beau, lamentablemente, murió de cáncer al cerebro en 2015, sumándose a la tragedia familiar del demócrata. En 1972 perdió a su mujer (Neilia Hunter) y a su hija Naomi Christina, de poco más de un año, en un accidente automovilístico cuando iban a buscar el árbol de Navidad. Eso hizo que, por 30 años, Joe Biden -casado desde 1977 con Jill Tracy, a quien conoció en una cita a ciegas- siempre usara el Amtrak, la red estatal de trenes.
Una lenta campaña que se empoderó poco a poco, reforzada por Harris y con el apoyo de los Obama, dio como resultado la fórmula perfecta para vencer a Donald Trump y convertirse en el próximo presidente de Estados Unidos.