Revista Velvet | “Jamás imaginé que un queque o un hummus podían generar tantos seguidores”
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“Jamás imaginé que un queque o un hummus podían generar tantos seguidores”

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“Jamás imaginé que un queque o un hummus podían generar tantos seguidores”

POR Francisca Olivares | 20 febrero 2022
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Su talento se despliega al máximo en las redes sociales, en especial en Instagram y TikTok, donde enseña todo tipo de recetas exquisitas y fáciles de hacer. Su comunidad lo agradece, ya que busca empoderar a los que no han estudiado cocina -como ella en Buenos Aires-, haciéndolos sentirse capaces de trabajar con todo tipo de ingredientes, sabores y técnicas. La clave, dice, está en entender la base de cada receta.

Camila Prado cuenta que desde muy pequeña le encantaba ver programas de cocina “sin parar” y, de paso, anotaba todas sus recetas. Por esos años también hacía galletas y merengue para algún postre; a veces vendía alguna preparación para juntar plata para los veranos. Poco a poco, lo que partió como un hobbie de infancia fue tomando un rumbo más serio y, al momento de estudiar de manera profesional, decidió hacerlo en Buenos Aires. ¿La razón? Porque al terminar esas maratones de programas –en canales como El Gourmet o Utilísima– siempre veía una publicidad que decía: “Vení a estudiar al mejor instituto de gastronomía de Latinoamérica”. “Bromeo con eso, creo que me lavaron el cerebro”, recuerda entre risas y durante una de las últimas semanas de embarazo, en pleno verano 2022.

En segundo medio fue de viaje a ver distintos institutos y eligió el suyo, el IAG (Instituto Argentino de Gastronomía). A los pocos meses de salir del colegio y con 18 años se instaló en Buenos Aires, donde también podía estar cerca de su familia, pero ganando independencia. Así comenzó su formación profesional.

–¿Cómo fueron tus primeras experiencias laborales? ¿Lo más difícil? ¿Lo más sorprendente?

–Si tuviera que definir esos tiempos en una sola palabra, sería rudo. Fue hace casi 10 años, me siento muy vieja diciendo esto (ríe). Lo que sí me sirvió mucho fue que, antes de pisar una cocina, mientras estudiaba, trabajaba en Starbucks y la manera de entrenar, capacitar y organizar al personal, el trato con el equipo y clientes me brindó muchas herramientas cuando comencé a trabajar en cocina y abrí mi empresa. Mi primer trabajo en cocina, finalmente, comenzó lleno de expectativas e ilusiones, muy de recién egresada, pero obviamente me di cuenta de que se venía difícil.

Camila cuenta que tenía turnos rotativos, ganaba $180.000 y sin contrato. Estaba en diferentes turnos, en zona caliente, pastelería y panadería, dependiendo del día. “Aprendí muchísimo, me volví más rápida y hay recetas o sabores de entonces que llevo hoy conmigo a todas mis clases o recetas. Sin embargo, lloré mucho también. Me chocaban los gritos en la cocina, o que en mi día libre igual sonara mi teléfono sin parar. Hasta sartenes volaron por el cielo, así es que tuve que aprender la técnica de Matrix para esquivar cosas”, cuenta.

“Luego seguí trabajando en otros lugares y disfruté estar a cargo de una cocina. Me sorprendió lo mucho que me encanta la adrenalina de sacar platos deliciosos y comandas sin parar, llegar a los tiempos, tener el lugar lleno con todos disfrutando”, agrega Camila, quien hasta antes de la pandemia realizaba muchos eventos, donde se destacaba por hacerlos únicos y muy alineados con el look and feel del lanzamiento.

Con el nuevo escenario mundial, las clases de cocina online y compartir sus recetas en Instagram y TikTok –algo que nunca pensó que haría y que le gustaría tanto– pasaron a ser su foco de desarrollo. Dice que a través de estas plataformas lleva lo que se ve difícil a las casas y empodera a los que no han estudiado nada de cocina, haciéndoles sentirse capaces de trabajar con todo tipo de ingredientes, sabores y técnicas. La clave, dice, está en entender la base de cada receta.

“Mi meta o sueño actual”, añade, “es poder tener una comunidad de alumnos para poder hacer muchas clases, de diferentes temáticas, y en algún momento presenciales, para poder conocerlos y cocinar juntos. También me gustaría ampliar mi propuesta digital profesionalizando mi canal de YouTube y página web, para tener más plataformas y así llegar cada día a más personas”.

–¿Quiénes son tus referentes gastronómicos?

–Desde chica, Narda Lepes. Creo que ella fue una de las impulsoras por querer estudiar cocina. Una vez me la encontré en un hotel y me puse a llorar de la emoción, me encantaba verla en la tele, su carácter, su cocina exquisita y simple. Su sello, además de ser simple, promueve el uso de frutas y verduras de estación, el sacar lo mejor de las materias primas, nada muy refinado, pero al mismo tiempo lleno de sabor y pasión. También está Osvaldo Gross, que estaba en mi universidad. Tomé un seminario con él y es asombrosa su sabiduría, generosidad y humildad; es realmente un maestro, ama muchísimo lo que hace y es muy claro para explicar todo, un genio. Amaury Guichon también es uno de mis referentes. Es un chocolatero experto, tiene 30 años y tiene un talento alucinante. Lo sigo en redes sociales hace años y terminó de conquistar mi corazón cuando vi su nuevo programa en Netflix. Un lujo de profesor, maestro, con buena disposición a sus alumnos, un capo en todos los sentidos.

–¿Cuál es la técnica de cocina que más aprecias?

–Hay muchas técnicas que me encantan, pero hacer hojaldre para medialunas me relaja absolutamente. La aprendí en Buenos Aires; disfruto ver el resultado y comerlas recién horneadas. ¡Un lujo!

–¿Los básicos de tu cocina?

No se cocina sin un cuchillo afilado; si me piden que cocine en una casa y el cuchillo no corta se me pasan las ganas de cocinar. Poco ruido, me encanta cocinar en silencio, de hecho, si es de noche y en paz, aun mejor. La minipimer es un tremendo aliado y lo bueno es que es transportable; la microplane es un rallador maravilloso, todos deberían tenerlo en sus casas. Las hierbas frescas a mano siempre suman; también un buen aceite de oliva, nuez moscada y pimienta.

–Para ti, ¿cuál es tu receta más exquisita?

Mi brownie es una delicia, es la única receta que jamás compartiré. Siempre ha sido mi cábala y mi sello, es fudge por dentro, con una capita crunchy por fuera y con un muy buen chocolate.

–¿Cómo definirías a la comunidad que has formado en torno a @camilachef?

–Camila chef como Instagram partió hace años para mostrar mis eventos, pero en la pandemia, cuando despedí a todo mi equipo y pensé que todo había terminado, comencé a subir recetas porque la gente estaba aburrida en sus casas y fue un fenómeno. Jamás imaginé que un queque o un hummus podían generar tantos seguidores, tantas personas confiando en lo que escribía, que pusiera las manos a la obra sin dudar y me compartiera sus resultados. Para mí, ese @camilachef comenzó en abril de 2020 y es una comunidad extremadamente buena onda. La mayoría son mujeres; muchas mamás en las mismas que yo, haciéndolas todas y con ganas de cocinar rico, pero sin volverse locas. Es una comunidad muy generosa que también me comparte datos, que hace mis recetas y me recomienda en sus stories, muy agradecida en cada Live, súper motivada para cocinar conmigo y hacer ridiculeces. Muchas alumnas, para las que su gustito es tomar clases sábado a sábado conmigo, ya están convertidas en unas expertas.

–¿Cómo es ser chef estando embarazada? ¿Te pasa algo especial con los olores? ¿Ganas de comer?

–¡En un principio es atroz! En mi primer embarazo no podía pisar la cocina o abrir el refrigerador hasta los cuatro meses. Este segundo embarazo fue más tranquilo y disfruto mucho más cocinar. Yo creo que en este estado uno goza más la comida, no sé si es algo psicológico pero encuentro que todo está más rico. También estando así he sido muy feliz cocinándome rico y cumpliendo mis propios antojos.

–¿Qué recomiendas para un verano gourmet con niños?

–Aprovechar la hermosura de frutas de la estación, los frutos rojos los amo, los postres como una pavlova o los helados caseros que se pueden hacer son increíbles y ¡tan deliciosos!

–¿Ensaladas que sean diferentes? ¿Algún ingrediente novedoso?

–Más que la ensalada, para mí el dressing lo hace todo: agregar solo limón a una ensalada no tiene sentido, es muchísimo más rico si lo mezclas con soya, aceite de sésamo, salsa de pescado. Eso te hace viajar a Tailandia de la manera más fresca y simple. O utilizar el tahini con limón y aceite de oliva en una ensalada de hojas verdes; la hace muchísimo más rica. Agregar texturas como almendras o semillas tostadas, usar hierbas que aromaticen puede elevarte cualquier ensalada y hacerla completamente protagonista.

POSTRES TRES LECHES DE FAMBRUESA

Para el bizcocho

• 200 g de huevos (4 unidades aproximadamente) • 120 g de harina • 120 g de azúcar • Esencia de vainilla o ralladura de limón Para el remojo • 200 g de crema de leche en caja • 1/2 tarro de leche condensada • 1/2 tarro de leche evaporada

Para el relleno

• 500 g de manjar o dulce de leche • 400 g de frutos rojos o frambuesas

Procedimiento

1. Comenzar con el bizcocho. Batir los huevos (deben estar a temperatura ambiente para que suban bien) con el azúcar hasta que tripliquen su volumen y la mezcla esté firme. Agregar la esencia de vainilla y por último harina tamiza- da de a poco, integrando con movimientos envolventes.

2. Forrar un molde o placa con papel para hornear. Verter la mezcla y llevar a un horno precalentado a 170 °C.

3. Hornear por 30 a 40 minutos si es en un molde alto; 12 a 15 minutos si es en una placa plana. Dejar enfriar.

4. Una vez frío mezclar en una olla la leche condensada, evaporada y crema. Calentar hasta que esté a punto de hervir y apagar el fuego.

5. Armar la torta en un molde con papel film en el fondo para retener el remojo. Agregar una capa de bizcocho, remojar bien con el líquido de las cremas y luego agregar manjar y frutos rojos a gusto. Repetir con otras capas de bizcocho hasta finalizar. Para que el líquido de tres leches se absorba bien, debe estar el bizcocho frío y el remojo bien caliente.

6. Una vez armada la torta, refrigerar al menos 4 horas o una noche entera. Mientras más tiempo más rica, húmeda y deliciosa estará la torta. Para terminar decorar con merengue italiano o suizo para terminar, hecho con 120 gramos de claras, 240 gramos de azúcar y 80 mg de agua.

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