Revista Velvet | ¡Hoy! Como y viajo: Santiago de Chile
Reportajes

¡Hoy! Como y viajo: Santiago de Chile

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¡Hoy! Como y viajo: Santiago de Chile

POR Pablo Schwarzkopf | 13 diciembre 2025

Descubrir Santiago sin prisa: despertar en el centro, avanzar hacia el oriente y brindar en Pirque, donde la ciudad y el vino narran Chile.

Hotel Magnolia

@hotelmagnoliacl

En pleno centro de Santiago, el edificio te recibe con la calma de un lugar que conoce su historia. Una casa de 1929, restaurada y unida a una ampliación contemporánea que mira al cerro Santa Lucía. Las molduras, la escalera de mármol, la biblioteca y los salones altos cuentan la primera vida del lugar; los muros de vidrio y las líneas más limpias de la parte nueva lo conectan con la ciudad que está afuera, a pasos de la Alameda.

Las habitaciones siguen esa idea de puente. Pocas y bien pensadas, con luz suave, maderas claras, telas agradables y esa sensación de orden que baja una marcha. Ecléctico: se nota que alguien decidió qué dejar y qué sacar para que el cuarto funcione como refugio después de un largo día.

En el primer piso está Demo Magnolia, el comedor de Pedro Chavarría. Ahí se termina de entender el carácter del hotel. Pedro viene de cocinas exigentes –Francia, Boragó, proyectos donde la técnica manda– y acá cocina sin timidez, con intensidad y la memoria chilena al centro.

En la barra se ve todo: caldos profundos, croquetas de camarón sobre bisqué y sanguchitos de lomito que miran directo a Franklin. Los postres siguen la misma línea: combinaciones que refrescan y conversan con el vino que propone.

Sales de Demo, tomas el ascensor y vuelves a la habitación con la ciudad un poco más lejos. Eso hace bien el Magnolia: deja que uno viva Santiago a fondo, pero con la opción de volver a un lugar que calma y se siente hecho a medida.

Boragó

@boragoscl

Si Fukasawa habla del presente, Boragó sostiene la estructura. Rodolfo Guzmán lleva casi dos décadas encaramado sobre la misma idea: cocinar Chile desde sus ingredientes más propios, trabajando con pequeños productores y recolectores del país.

Su menú cambia con las estaciones y con lo que llega a su cocina. Un día la mesa gira en torno a un tomate rosado del Maule; otro, a hongos de lluvia, algas, frutos de costa o carnes maduradas que pasan semanas en cámara. Hay caldos, fermentos, panes de trigos antiguos, vegetales que se trabajan completo, de raíz a hoja. Todo pensado para mostrar el territorio sin disfrazarlo.

Boragó es también una escuela silenciosa: de su cocina han salido cocineros y cocineras que hoy lideran proyectos en Chile y afuera, con otra manera de entender el oficio.

Venir acá es ver ese trabajo concentrado en una sola sala: pocas mesas, servicio preciso y una cocina que ha puesto a Santiago en conversaciones donde antes casi no aparecía.

Av. San Josemaría Escrivá de Balaguer 5970, Vitacura.

Ana María Restaurante

@anamaria_cocina

Hay lugares que sostienen un país completo sin decirlo. Ana María es eso. En este comedor frente al Club Hípico se ha cocinado por más de cuatro décadas una cocina chilena que muchos dieron por pasada de moda: cazuelas, caldillo de congrio, pastel de jaiba, carnes al jugo, platos de caza y fondos que llegan a la mesa humeantes, en fuentes grandes, como en las casas donde se cocinaba para la familia.

El salón es sencillo, luminoso y recargado. Lo importante está en la cocina y en la figura de Ana María Zúñiga, que se mueve entre las mesas observando. Aquí la conversación cruza mesas, las porciones son generosas y el tiempo corre a otra velocidad. Es un lugar para venir con hambre y con ganas de recordar sabores que no se encuentran fácil: guisos, ensaladas a la chilena, papas doradas y postres clásicos.

Club Hípico 476, Santiago Centro.

Fukasawa

@fukasawa_chile

No puedo hablar de Santiago sin hablar de Fukasawa. Sí, soy su PR. Sí, es mi casa. Y justamente por eso sé lo que cuesta sostener un nivel así en Chile.

Marcos, Lucas y Marcus Baeza levantaron un restaurante que no se parece a ningún otro: cocina japonesa pensada desde Chile y una lectura muy propia de lo que puede ser la cocina japo-chilena. La carta se mueve entre nigiris, sashimis y rolls donde aparecen locos, erizos, centolla, trufa y los pescados más frescos de nuestro mar. Además, platos calientes que miran a Japón, pero hablan en chileno y ese picante que a Marcos tanto le gusta.

Su terraza abierta mira hacia la cordillera, con una luz que va cambiando durante el día y una barra donde se cocina a la vista, con Lucas y Marcus moviéndose entre piedras y fuegos mientras Marcos, revisa cada mesa. El menú Omakase convive con la carta, el servicio es relajado pero riguroso y la sensación general es un restaurante a tope y con onda y, por supuesto, Dj. Hoy Fukasawa es una de las mesas más importantes de Santiago, y un buen resumen de lo que pasa cuando Chile se mira desde otra orilla del Pacífico.

Av. Nueva Costanera 3900, piso 4, Casacostanera, Vitacura.

Centro del vino Concha y Toro

@conchaytorocentrodelvino

Aquí se ordena Chile en la cabeza: valles, suelos, etiquetas e historia en un mismo recorrido, pero sin letreros.

En las antiguas bodegas hay un momento clave: el piso se convierte en un mapa en relieve de Chile y las proyecciones van encendiendo Maipo, Itata, Maule, Limarí, Casablanca y otros valles que uno está acostumbrado a leer en la etiqueta sin saber muy bien dónde están. Caminas alrededor de ese país iluminado y entiendes, con claridad, por qué un mismo territorio puede dar vinos tan distintos. Más adelante aparece el universo de Casillero del Diablo, con salas sensoriales, aromas y la bodega subterránea donde la famosa leyenda se cuenta con cuidado.

La vida diaria del lugar se articula en la Plaza Concha y Toro, donde el Restaurant Bodega 1883 y la Gran Barra sostienen el ritmo del centro. Ahí están Tomás Saldivia e Ismael Lastra a cargo de las cocinas, afinando menús y maridajes para que el vino no quede nunca solo en la copa. Se come bien, se bebe mejor y todo conversa con el parque, las bodegas recuperadas y la casa Don Melchor al fondo, recordando que esta historia partió en 1883 y hoy se está contando con otra escala.

Es una salida a media hora del centro de Santiago y que deja algo concreto: el mapa del vino chileno más claro y con ganas de repetir la visita.

Av. Virginia Subercaseaux, Pirque.

Lover Cafetería

@lovercafetería

Santiago necesitaba una pastelería que subiera la vara. Y Camila Elizalde lo hizo con Lover.

En plena Apoquindo, a pasos de Escuela Militar, esta cafetería-pastelería se instaló con una vitrina que parece set de rodaje, pasteles que parecen obras de arte, Saint Honoré en versión pequeña, tartas, galletas enormes y un salado que no se queda atrás.

La sala es clara y ordenada, con ese aire “rosado” característico. El croissant con huevo cremoso se ha vuelto casi una contraseña de la casa; las NY Cookies van directo a la bolsa “para después” y las tortas cambian según temporada, pero con la marca registrada de Camila. En la ruta siempre: café, algo salado y una cookie para la tarde. Es fácil convertirlo en hábito.

Lover es buena idea para empezar el día, para una pausa o para “tomar once” con antojos inevitables.

Av. Apoquindo 4615, Las Condes.

MUT – Mercado Urbano Tobalaba

@mut.cl

MUT resume bien un cierto Santiago de hoy: gente que sale del metro, oficinistas con credencial al cuello, vecinos y visitantes que llegan directo “a ver qué hay”. Todo apretado en un mismo conjunto de terrazas, pasillos y locales abiertos.

En una sola vuelta se puede almorzar en Ambrosia Bistró de la China Bazán, pedir una copa en el nuevo Les Dix Vins, subir al bar elegante y preciso de The Loft de mi querido Raúl Yáñez o encargar charcutería en La Fiambrería para la tabla de la noche. Si el día pide algo más relajado, están el ramen humeante de Mirai o los rolls nikkei de Arigato, todos a pocos pasos unos de otros. Y para quien anda de visita, siempre aparece algo para llevar: un regalo, una botella, un pan, o algo de cuidado personal que uno suele postergar.

MUT funciona bien cuando se recorre sin apuro: un plato aquí, una copa allá, algo dulce para después y una bolsa con compras al salir. Es un buen lugar para mirar cómo come, vive y respira hoy la ciudad.

Av. Apoquindo 2730, Las Condes.

 

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