Revista Velvet | “Hay una razón por la que la ropa está en los museos, y es por la moda es arte”
Cultura Pop

“Hay una razón por la que la ropa está en los museos, y es por la moda es arte”

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“Hay una razón por la que la ropa está en los museos, y es por la moda es arte”

POR equipo velvet | 12 abril 2021

Por Juan Yarur

Una mujer apasionada y honesta, así es la dueña de LILY et Cie, la espectacular boutique que tiene en Los Ángeles, California, donde casi todo es alta costura de los años 90, 80, 70, 60 y más atrás. Además, Rita fue la primera persona que puso un vestido vintage en la alfombra roja. “Fue para Demi Moore, en los Oscar de 1992”, recuerda.

Cuando las gemelas Olsen, Kin Kardashian, Jennifer Aniston, Rooney Mara y Daphne Guinness –por nombrar solo algunas celebrities– quieren usar algo realmente llamativo, que las confirme ante los demás como las mejor vestidas, van a LILY et Cie, la increíble tienda de ropa vintage que mi amiga Rita Watnick tiene en Los Ángeles, California. Más que una tienda, el local es como un museo: ella es una coleccionista, como yo. Y considera que la ropa es arte, como yo.

La conocí por casualidad: su tienda queda cerca de la peluquería a la que voy cuando estoy en Los Ángeles. Un día, vi su vitrina increíble y me decidí a entrar. Aluciné con todo lo que vi: vestidos de los años 90, 80, 70, 60 o incluso antes. Casi todo de alta costura; casi todo de diseñadores como Alexander McQueen, Karl Lagerfeld, Jean-Paul Gaultier o John Galliano. También Chanel y Dior. Estaba tan fascinando con la ropa que me puse a conversar con la mujer que estaba ahí, Rita, y Michael, su marido, que trabaja con ella. Nos embalamos conversando de muchos temas y así nació de a poco una amistad que valoro muchísimo, porque ella me parece una mujer súper interesante. Es muy apasionada y honesta. Definitivamente no vive en la tontera que la gente a veces piensa que es el mundo de la ropa.

Según Vogue, “visitar su tienda es como tomar un curso de historia”. Para mí es como ícono. Hay muchas tiendas que venden ropa vintage, en todo el mundo; yo he ido a montones, pero nunca me había tocado ver algo del nivel de LILY et Cie. Cada vez que voy, sufro porque no tiene ropa de hombre. Y se lo comenté cuando accedió a darme esta entrevista por Zoom.

–Tengo que ser honesto: cada vez que hablamos de tu tienda y de a quien vistes, siento pena de que no tengas ropa de hombre.

–¡Lo sé! Es divertido y es triste a la vez. Los diseñadores de ropa para hombres muchas veces muestran piezas extraordinarias en las pasarelas, pero son muy pocos, y por lo general no es como alguien se vestiría. Entonces uno se pregunta: ¿por qué lo están haciendo? Lo que muestran es muchas veces muy provocativo, como hecho para buscar una reacción. Si hicieran algo que fuera realmente revolucionario y sorprendente, pero que de verdad se podría usar, entonces la ropa para hombre sería más fascinante.

–También me da mucha pena que hayas vendido el Oyster Dress, que Kim Kardashian usó para la fiesta de Vanity Fair en los Oscar 2020. Andrew Bolton, el curador del MET, dijo que ese diseño de McQueen era “uno de los vestidos más importantes del siglo XXI”. Lo echo de menos cada vez que voy a verte.

-–¡Yo no!

–¿Hay algo con lo que hayas generado un apego, y te haya sido difícil de vender? ¿O nada?

–Hay una diferencia entre tú y yo como coleccionistas. ¿Tomarías algo que tienes para cambiarlo por algo mejor? No, ¿cierto? Hace algún tiempo, François-Henri Pinault (director ejecutivo del grupo Kering, controlador de marcas como Gucci, YSL y Balenciaga) vendió parte de su arte, piezas que sentía que no calzaban completamente con su punto de vista general, y todo el mundo pensó que estaba loco. La gente le decía: yo no vendería esas cosas. Pero Pinault no sentía la necesidad de tener cada pieza de arte que los demás pensaban que debía conservar. Respondió: yo vendí algo de cuando comencé a coleccionar arte y también piezas nuevas, porque quiero que mi colección tenga más altura. Es una mentalidad diferente. Si yo no vendiera, no podría comprar. Y esa es la razón. No creo que tenga ahora la mejor cosa que voy a tener en la vida. Si eso pasara, podría parar.

HÍPER LUJO

Antes de abrir su tienda, Rita –sin estudios relacionados con la moda– trabajó un tiempo para algunas marcas de lujo, como Van Cleef & Arpels e Yves Saint Laurent. El exitoso proyecto personal que la ha hecho conocida internacionalmente en el mundo de la moda nunca fue planificado, sino que se dio de manera 100% orgánica.

“Es una historia divertida, pero algo triste a la vez. Una amiga de mi mamá murió cuando yo era muy joven, y su marido, como sabía que yo era una fanática de la moda, me dio toda la ropa de ella. Había cosas Chanel de los años 30, ropa extraordinaria. Pero a mí me gustaba la ropa nueva; no entendía bien aún el concepto de lo vintage. Me dieron este clóset increíble y dejé que mi mamá lo regalara todo. Cuando ya casi no quedaba nada, me di cuenta de lo que había dejado ir. Por eso siempre digo que hacer esta tienda ha sido como tratar de volver a reunir lo que había tenido”.

–Fundaste tu tienda en 1979. En todo este tiempo, ¿qué cambios has visto en tus clientes?

–Hay algo que siempre se mantiene: la edad es siempre básicamente 20 a 40, y son personas que están verdaderamente interesadas en no tener la misma ropa que otras personas tienen. Eso es todo. Muchos de ellos son coleccionistas de arte, ¿no te parece divertido? Hay un hilo común.

–¿Hay alguien a quien te gustaría vestir y aún no lo haces?

–La que siempre me faltaba era Daphne (Guinness). Hace años que quería traerla aquí y por alguna razón como que no quería venir. Hasta que un día encontró su camino hasta acá por su cuenta.

–Y se enamoró de ti como lo hacemos todos…

–Bueno, yo me enamoré de ella (se ríe). Creo que es la persona mejor vestida en el mundo. Si no, ¿quién? Y su agenda para vestirse no es lo normal.

–¿Qué quieres decir con eso de “agenda para vestirse”?

–Muchas mujeres piensan –me carga usar estas palabras, son tan horribles– que tienen que vestirse de manera sexy, o para impresionar a los demás, y con ella nada de eso corre. Es como la razón por la que debieras comprar arte: porque a ti te gusta, no porque alguien te dice que debieras tenerlo.

Vogue dice que pavimentaste un nuevo camino para el celebrity dressing.

–Lo hice. Creo que lo hice. Fui la primera persona que puso un vestido vintage en la alfombra roja. Fue para Demi Moore, en los Oscar de 1992.

–Cuando una celebridad usa una prenda de tu tienda, es siempre vendida, nunca prestada. ¿Cómo ves el fenómeno de los influencers, que usan cosas a cambio de créditos?

–No sé ni por qué se les llama influencers. De hecho, Karl (Lagerfeld) nos vino a visitar la última vez que estuvo en Los Angeles y nos contó que estaban repensando su presupuesto de avisaje. En ese momento destinaban un 30% a los influencers, y nada de eso les estaba dando el retorno que esperaban. Si tú no crees en lo que estás usando, pero alguien te está pagando por usarlo, ¿cómo puedes influenciar a alguien?

Rita nunca pensó que su tienda sería como un museo para comprar. Pero, orgullosa, cuenta que Harold Koda (ex curador del Anna Wintour Costume Center, en el MET) alguna vez se refirió a LILY et Cie como su competencia. En ese sentido, asegura que lo que ella ofrece no es lujo, sino híper lujo.

“Lo que mucha gente piensa que es lujo, la mayoría de las veces no lo es. Es como el buen arte. Hay una razón por la que la ropa está en los museos, y es porque la moda es arte. Solo es una forma diferente de arte”, sostiene.

–¿Por qué crees que siempre el mundo de la moda tiene que defender ese punto?

–La gente tuvo que defender el arte moderno por más de 50 años. Se creía que no era arte. Durante años, muchos fueron despectivos con el trabajo de artistas como Damien Hirst o Jeff Koons… Decían: convénzanme de que es arte. Y no. Tienes que convencerte tú mismo.

PANDEMIC DRESSING

La pandemia, sin duda, ha afectado al negocio de Rita, como a tantos otros. No hay galas, ni fiestas, ni cocktails, ni alfombras rojas. Las ocasiones para lucir uno de sus hermosos vestidos vintage no son muchas.

“Para las personas que coleccionan, nada ha cambiado demasiado. Daphne estuvo aquí y también algunas personas que aman tener cosas que son importantes y hermosas. Pero nadie necesita realmente buena ropa, a menos que esté perdidamente enamorado de ella. Hoy, las compras están motivadas por la pasión, no por la necesidad. ¿Viste ese video que hizo Vivienne Westwood, donde dice ‘buy less, dress up’? Ella piensa que esa es la receta para vestirse en pandemia. El punto es que hay que producirse solo por el gusto de hacerlo. Y para encontrar una versión más noble, mejor, de ti mismo”, dice.

A Rita le llama la atención que, en este período, todas las marcas se estén marketeando con frases como “sustentable”, “socialmente responsable”, “pandemic-minded”. Una tendencia que, dice, merece sospechas: “Después hacen la ropa más absurda, que no tiene nada que ver con todo eso. Por esa razón, algo que me gusta de John Galliano es que jamás explica sus colecciones. Nunca arma una historia sobre ellas”.

–Ahora se está hablando mucho del reciclaje, de cómo la industria de moda puede reducir su consumo de agua para que tenga un menor impacto en el medio ambiente.

–¡Lo pongo en duda totalmente! Y si a las marcas de verdad les preocupa, no tienen para qué decirlo. Muéstrame dónde hiciste la ropa, dónde conseguiste los insumos, muéstrame que a la gente se le pagó lo suficiente por hacerla, demuéstrame que no se hicieron en China por favor. En serio, pruébenlo. Y no pueden. Las marcas tratan de crear un relato, un diálogo que haga a la gente feliz, pero son solo palabras. Lo sabemos. Si la moda es supuestamente pandemic-friendly, tendría de verdad todas esas cosas, y no estaríamos ante otra temporada de ropa que no tiene sentido o que no tiene nada que ver con el hecho de que tú estás en la casa y aun así puedes desear cosas de calidad, o que sean optimistas. Como una pieza de arte que tal vez no esté colgando en tus muros, pero tiene un significado especial en tu vida.

–Es muy refrescante que alguien diga las cosas como son. He visto como lo haces, incluso, con amigos que son clientes. Aprecio mucho eso de ti.

–Pienso que sin verdad no hay nada. Si a tus amigos no les gusta que digas la verdad, ¡ten otros amigos! Y si a mis clientes no les gusta, pueden ir a otras tiendas y dejar que les mientan.

The New York Times dice que eres toda una institución en Los Ángeles.

–Bueno, supongo que en realidad mi tienda es una institución internacional, que, de casualidad, está en Los Ángeles.

–¿Crees que en otro lugar estarías mejor?

–Si solo me preocupara ganar dinero, Nueva York habría sido un mejor lugar para la tienda. Pero no habría sido un mejor lugar para mí.

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