En el último episodio de Hay que Decirlo Prime, Fernando Solabarrieta dejó a un lado el relato deportivo que lo ha acompañado por décadas para abrir, con crudeza y sin tapujos, una de las páginas más difíciles de su historia: su lucha contra el alcoholismo.
Tras la emisión de una nota con imágenes de distintos pasajes de su vida, el periodista no pudo contener las lágrimas. “Se habla mucho del exceso y de las salidas, no va por ahí”, aclaró, antes de sincerarse sobre el verdadero trasfondo de su enfermedad.
Ver esta publicación en Instagram
Con la voz entrecortada, reveló que ha cargado con etiquetas y juicios que incluso han alcanzado a su vida personal. “Yo he dejado que eso se diga porque al mismo tiempo, me echan la culpa de la ruptura con mi mujer (Ivette Vergara), la madre de mis hijos. No la tocan. Yo prefiero decir que ‘sí, ok’ que piensen que fui yo, que todo el tiempo fui yo. Pero yo hacía mucho tiempo que no tenía salidas prolongadas, frecuentes, como lo hice cuando era joven”.
Solabarrieta reconoció que su batalla no se limita a lo que el público cree conocer. “Hay detalles que ni siquiera mi familia sabe, por eso no entro en detalles pero tienen que ver con la cantidad y la frecuencia del consumo. No parar, no parar, no parar, seguir, seguir, seguir“.
El periodista también vinculó su adicción con una exigencia interna permanente. “Yo siempre tenía que ser el mejor en todo (…) pero yo no me sentía feliz. Esa fue la primera gran señal. Cuando empecé las terapias me di cuenta que no me sentía feliz porque los logros no eran para mí, era para que la gente me quiera“.
Con brutal honestidad, explicó que existen “tres piedras angulares” de su enfermedad. Y se detuvo en una en particular: la sensación de no ser suficiente. “Nacho, es muy difícil, ir por la vida sabiendo que no eres suficiente, que nada lo que hagas es suficiente. Eso te mata y lo que quieres es anestesiarte, que tu dolor se acabe. ¿Qué buscas? Sustancias”. Esa búsqueda lo llevó a un espiral de excesos. “Tal vez por eso esa locura, ese desenfreno, ese delirio que viví en el departamento solo, fue una respuesta a eso”, reflexionó.
Aunque dejó claro que nunca pensó en quitarse la vida, admitió haber llegado a un límite peligroso. “Yo no quería morirme, por supuesto que no, pero hay un momento que dices ‘tampoco me interesa tanto seguir’ (…) Nunca lo pensé. Evidentemente, lo que estaba haciendo iba camino para allá, pero yo no quería que sucediera“. La confesión culminó con una frase que condensa la fragilidad de ese momento: “Cuando estás en ese punto de locura, de enfermedad, dices ‘o me salvo, o me salvan, o me muero'”.