Las redes sociales están repletas de videos de diversas ciudades de Estados Unidos donde la ‘droga zombie’ se ha transformado en una verdadera pesadilla. Como sacados de la serie The Walking Dead cientos de adictos deambulan por las calles y muchos de ellos terminan muertos. ¿Qué es el fentanilo y por qué es tan peligroso?
El aumento del consumo de este opiáceo ha aumentado considerablemente en la última década. Y solo entre los años 2018 y 2021, las muertes atribuidas a sobredosis de esta potente droga se dispararon en más del 90%, con aproximadamente 70.000 fallecimientos registrados en el último año mencionado. Por lo mismo, es considerada una situación de proporciones epidémicas en algunos sectores de la sociedad.
Esta tendencia ha sido impulsada, en gran parte, por la combinación del fentanilo con otros fármacos, como el alcohol, la heroína o la metadona. También vienen en polvo y pastillas, menciona el sitio web Ethics. Una mezcla que aumenta los efectos del fentanilo, pero que también eleva el riesgo de adicción, el de sobredosis y el de la muerte.
De acuerdo al Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, el fentanilo es un analgésico opioide sintético que se usa para el tratamiento del dolor crónico, y que data de 1960. Si bien su uso empezó como anestesia, utilizada como prescripción médica en los consultorios, el valor asciende a los 3 mil pesos chilenos. La droga empezó a aplicarse en cirugías cardíacas, teniendo un efecto que dura entre doce y veinticuatro horas.
La acción del fentanilo en el organismo humano es multifacética. Y puede afectar al sistema cerebral de recompensa, encargado de regular diversos aspectos del comportamiento, como el placer, la memoria y el aprendizaje. Al usarlo constantemente, puede inducir cambios cerebrales conocidos como neuroadaptaciones. Estos, promueven una mayor tolerancia, la dependencia, la adicción y síntomas de abstinencia. Por lo mismo, requerirán dosis cada vez mayores para lograr los efectos deseados.
La toxicidad y el potencial adictivo del fentanilo superaa los de la morfina y la heroína. Además, su costo de fabricación es relativamente bajo. El fentanilo, por ejemplo, es 50 veces más potente que la heroína, una potencia que lo ha convertido en uno de los opiáceos sintéticos más destacados y temidos.
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Las imágenes de Estados Unidos son impactantes. En los registros, tanto hombres como mujeres caminan lento, como zombies. De ahí uno de los nombres más comunes del fentanilo, considerado una pandemia en el país norteamericano.
Igual que otras drogas sintéticas, “se puede administrar en forma inyectable, en forma de un parche que se coloca sobre la piel o en forma de pastillas que el paciente disuelve en la boca como si fueran pastillas para la tos”, menciona el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos.
De acuerdo a los testimonios de drogadictos, muchos recurren al fentanilo precisamente en búsqueda de efectos más fuertes. Algo que ocurre con la combinación antes nombrada. Cuando se consume, la droga, que actúa en el cerebro como explicamos al comienzo, puede producir una sensación intensa de euforia y bienestar, generando adicción. Esto, porque entre sus efectos se encuentra sentir una felicidad extrema.
Más allá del efecto que buscan los drgadictos, en cuanto al bienestar y felicidad extrema, como toda droga, tiene sus efectos adversos. Entre ellos,
1.- Dolores en músculos y huesos.
2.- Problemas para dormir.
3.- Diarrea y vómitos.
4.- Escalofríos.
5.- Movimientos incontrolables de las piernas.
6.- Deseos intensos de consumir fentanilo.
Además de todo lo que puede ocurrirles mientras están en el estado zombie que evidencias los registros, y la facilidad con que una sobredosis de fentanilo puede terminar en la muerte. Esto, porque el conocido encargado de revertir sobredosis, Narcan, no siempre funciona con este opioide.
Ante este escenario, Estados Unidos está probando medicamentos para favorecer el proceso de abstinencia de fentanilo y otros opioides. Por ejemplo, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA ) aprobó la lofexidina, un fármaco no opiáceo que reduce los síntomas de la abstinencia de opioides, confirma el Instituto Nacional de Abuso de Drogas de EE.UU.