Sus videos, que exageran las características de los signos del zodíaco, tienen millones de visualizaciones en redes sociales y su show en vivo es un éxito en todo sudamérica. “A la gente le gusta que yo juegue con sus estereotipos, no que yo sepa de astrología”, dice a Velvet.
Cuando terminó la Enseñanza Media (año 2001 en pleno estallido social en Argentina tras la renuncia del Presidente Fernando de la Rúa), Fede Cyrulnik (41) comenzó sus estudios de teatro. Su sueño era ser actor dramático de cine y tablas. Le gustaba mucho Rodrigo de la Serna (La Casa de Papel) porque era versátil. “Yo valoraba mucho que pudiera hacer drama y comedia. Como Johnny Depp o Roberto Francella”, nos cuenta en una entrevista por Zoom previa a sus funciones agotadas en el capitalino Teatro Nescafé de las Artes.
Desde su Buenos Aires lo vemos por la pantalla de la computadora vestido con una camiseta de Ironman, mientras su hija India –Virgo como él y que recientemente cumplió 1 año– juega en el sillón. Una imagen doméstica que es cercana para sus 3 millones de seguidores (entre Instagram y TikTok), ya que desde ese mundo privado se convirtió en una estrella internacional por hacer comedia en un escenario distinto –las redes sociales– y ante una cámara diferente –la del celular–.
Su popularidad estalló gracias a un humor que puso foco en describir a las personas por sus signos zodiacales –pese a que él no tiene idea de astrología, ascendentes ni planetas en algún movimiento retrógrado–. Este argentino, triatleta disciplinado y hermano de la actriz Jimena Cyrulnik, se hizo viral y llegó por DM a millones por esos mini videos en que juega a ponerse en situaciones y resolverlas según una divertida radiografía astral.
Sus comienzos fueron en TV, pero detrás de cámara. Su hermano, que era productor, le consiguió un trabajo en Promofilm, que estaba a cargo del canal El Gourmet. Entró como practicante y así conoció nuestro país y, también, al chef Coco Pacheco, con quien viajó a Puerto Montt.
“Para todos yo era un estudiante de teatro que laburaba en producción. Y Coco Pacheco, que nunca se acordaba de mi nombre, cada vez que me tenía que llamar lo hacía con un ¡Oye, actor!”, recuerda entre risas.
Mientras tanto seguía formándose. “Pero me empecé a dar cuenta de que el teatro serio no era para mí. No me gustaba hacerlo, tampoco creía que me salía muy bien”.
–¿Qué cosas te salían bien?
–Me salía mejor la comedia que el drama. Mis profesores me decían que me encontraban muy cómodo y talentoso en la comedia. Y ahí no seguí estudiando y me metí a Match de Improvisación en 2006 y 2007. Hice el taller y después fui parte del elenco por dos años más.
–¿Los argentinos tienen un talento especial para la improvisación? El famoso “chamullo”, ¿o no?
Puede ser. Me considero un comediante en un país donde soy al menos gracioso en lo social. La gente suele ser muy graciosa, muy divertida, muy creativa. Yo nunca fui el más gracioso de mis compañeros. Los argentinos, sean de donde sean, arman códigos y son muy graciosos. Yo fui siendo atento a lo que me salía bien. Ese ‘oído’, esa percepción con perseverancia fue lo que me fue llevando a los lugares donde evidentemente había soga para tirar, como los videos de los signos. No me encapriché con ser actor de cine, no me encapriché con ser actor dramático, con ser productor. Pero estaba tan metido, que igual quería ser conductor.
–Igual fuiste un remador, no te rendiste al primer “no”.
–Bueno, ese fue mi primer salto: cuando me fui como conductor a canal 7 (TV pública), donde dejé la producción. A partir de ahí empiezo a estar más expuesto, a jugar más con la actuación. Ahí conozco a mi profesor de stand up y descubrí lo que quería ser para el resto de mi vida, que era ser independiente. Quería poder dejar de depender de los medios que me decían lo que sí y lo que no. Me prometían un programa y me lo bajaban, me prometían un aumento de sueldo y después no me lo daban, iba a castings y me aseguraban que iba a ser el conductor y, al final, no. Esa dependencia me decepcionaba.
–Todos en algún punto soñamos con ser independientes, esa fantasía de no tener jefes.
–¡Uf! (suspira profundo). La verdad es que en ese momento lo único que pensaba era en que si la gente me elegía, si me iba bien como comediante, no iba a necesitar más jefes. Porque cuando me soltaron la mano en la TV pública me sentía muy talentoso, pero nadie me quería. Soy productor, soy guionista, soy un capo, todos me decían que era genial… Pero nadie me llamaba para trabajar. Eso me dio una sensación de frustración. Como (para decirles) ¡váyanse todos a cagar, no les pienso pedir nunca más nada! Me mintieron. Me mintieron con que era genial, me mintieron con que iba a tener siempre trabajo. Y el resto es historia.
–¿Los que más te mintieron de qué signo eran?
–No me quiero arriesgar porque, en realidad, no sé nada de signos. Pero me acuerdo de que me generó mucha bronca. No que me rechacen, sino que no pueda elegir ser independiente. Que no pueda elegir mi camino. Me preguntaba, ¿por qué tengo que esperar que alguien me llame?, ¿por qué mi economía tiene que pasar por las decisiones de los demás? Entiendo que es algo normal, pero yo me lo replanteé. Así me dije: “Si tengo una escapatoria, la voy a buscar”. Y con el stand up yo podía depender de mí.
–Suena simple, pero es muy complejo.
–Obvio. Yo hoy te estoy hablando con el diario del lunes y estoy contento. He logrado muchas cosas gracias a esas decisiones, pero, la verdad, es que las tomé sin ninguna seguridad futura. Me tiré a una pileta porque veía que había una manguerita llenándola con agua.
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EL SUEÑO DE VIÑA DEL MAR
Prácticamente 10 años después, Fede se encuentra llenando teatros. Dice que en este tiempo el gran empujón fue un poco todo, pero especialmente el olfato, saber qué es lo que funcionaba con el público y cómo iba a lograr que más gente lo conociera. En el medio de esta etapa se fue a vivir a México, hacía castings y publicidades, con eso lograba su independencia. Hasta que redes sociales cambiaron todo: “Si no, todavía estaría todavía haciendo castings”.
–¿Cuál fue ese primer contenido que te hizo click? Ese con el que dijiste es por aquí.
–Yo estaba viviendo en un monoambiente y me sale la oportunidad de alquilar una casa muy cerca por el mismo precio. Pensé: “Estoy muy cómodo, así que voy a sacarme de la comodidad y voy a darle espacio físico a mi cabeza”. ¡Lo que sufrí los primeros meses! La casa era incómoda, no la podía limpiar como buen Virgo, no tenía plata para mantenerla, terminé adoptando una perra para que viviera conmigo y me trajo mil problemas. Se escapaba para estar con otro perro que era callejero y, como es- taba en celo, saltaba la reja de tres metros y se iba con él, que se quedó siempre por el barrio. Una vez que tenía que viajar a Tandil (provincia de Buenos Aires) para hacer una función, un amigo se iba a quedar en casa y se me ocurrió meter a este otro perro para que Pampa no se escapara. Así, en ese show en Tandil, le conté a la gente un poco la anécdota de que tenía una perra y que ahora, en verdad, también tenía un perro y la gente se reía. Empecé a joder con este perro: que se cree pitbull, porque tenía actitudes como de perro malo, que era un semi pitbull callejero. Comencé a hacer chistes y videos de Instagram con él. Así llegué a tener 400 mil seguidores. Tuve un show de stand up que se llamó “Típico de pitbull” con el que estuve de gira por todo el país.
–¿Podríamos decir que salir de la zona de confort fue lo mejor que te pasó?
–Vos fijáte que, en realidad, toda mi historia es que yo estaba cómodo y salí de ahí. Siempre que estaba cómodo me salía, cambiaba, me iba. En ese momento había algo que me impulsaba a moverme y a seguir buscando. Y ese perro que me molestaba que se saltara por la reja es el responsable de que hoy estemos acá, y que se me ocurriera subir el primer video de los signos que tuvo 2 millones de visitas.
–¿Cómo surgió lo de los signos? ¿Era algo que te interesaba?
–Yo no tengo idea de signos. No sé nada de signos. Pero en ese momento una astróloga le hacía entrevistas a comediantes y en julio, faltando poco tiempo para que empezara Virgo, me hace una entrevista a mí, y yo le conté que venía hace mucho tiempo haciendo video de los perros y que estaba cansado de ese con- tenido. Le pedí que me ayudara a hacer un video de los signos a ver qué pasaba. Estuvimos dos o tres meses y después me ayudó otra astróloga, Julieta Valente. Con ellas estuve casi dos años. Cuando entendí el perfil de cada signo me mandé solo. Así que aunque muchos creen que todo es gracias a los signos, yo creo que es gracias a mi perro, que se murió hace un año.
–¿Y ahora tomas en cuenta? Por ejemplo, cuando querías ser papá, ¿calculaste de qué signo te gustaría que fuese tu hija?
–(Risas). Te juro que no creo en los signos. Para mí, es un juego o una excusa o un lenguaje o un universo que uso para hacer chistes y para divertirnos como si estuviéramos divididos por las estrellas. Cuando, en realidad, no lo creo. Algunos creen que hay buenos y malos, para mí la astrología tiene algo de ingenuo. Y me parece lindo pensarnos como algo mágico, aunque yo no crea.
–¿No te pones a pensar en compatibilidad de parejas? Por ejemplo, Pampita y Vicuña, Menem y Bolocco…
–Es que te juro que no sé ni cuándo empiezan los signos. Me preguntas de qué fecha es Acuario y no tengo idea, pero lleno teatros porque a la gente le gusta que yo juegue con sus estereotipos, no que yo sepa. No les importa, no es el valor que me dan, sino por cómo juego o cómo improviso de qué signo son. No pue- do asegurarte: Acuario combina con Capricornio. Ahora, vos me decís: “Yo soy de Acuario mi pareja es de Capricornio y vivimos en un bote”, y ahí puedo empezar a jugar con los estereotipos.
–¡Juguemos! Cecilia Bolocco es Tauro y Carlos Menem era Cáncer…
–Entiendo. Ella hizo que él vuelva al hogar y lo trajo al turco que, como buen turco, seguramente le entraba al shawarma y seguramente comía con la mano, y ella lo convenció de volver a casarse.
–¿No te complica que te pregunten por algo que en verdad no te interesa?
–Es una línea muy finita. A veces me paran por la calle para decirme: “Yo soy de Aries y estoy saliendo con alguien de Libra y no sé si va a funcionar…”. Y, bueno, yo me pongo a jugar y le respondo: “No, no, no”. Pero juego y mi alter ego juega. Mi Fede de arriba del escenario. A Fede de abajo del escenario le decís soy de Libra y no se me mueve un pelo. No sé qué hacer. Me bloqueo, no sé qué decirles. Pero son esas cosas que cuentan, como que Gabriel Batistuta no miraba fútbol o un cocinero que hace pastas no le gusta la pasta, pero sí que a la gente disfrute de su comida.
–¿Por qué crees que el público chileno agota tan rápido tus shows?
–Creo que los argentinos tenemos algo en el exterior que no siempre es positivo que tiene que ver con el ego, esa cosa agrandada o altanera. Yo no lo soy y, además, no doy esa impresión. Soy humilde arriba y abajo del escenario. Pienso que el chileno ve algo en mí que lo hace sentir reflejado. Yo siempre quise hacer ruido de otra manera, más humilde.
–¿Te gustaría participar del Festival de Viña del Mar?
–¡Sería una locura! ¡Me encantaría! Son esos escenarios que te sellan para siempre como artista. Viña si no es el evento artístico más grande para el Cono Sur, no sé (qué otro lo es). Sería un sueño. ¡Ojalá! Sería hermoso.
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