Hemos hablado del especial interés de la Generación Z por el maquillaje y los cosméticos. Durante el último tiempo, sobre todo a través de TikTok, los tutoriales de make-up son grito y plata. El problema con fomentar la aplicación de estos productos es que, aunque son inofensivos, algunos pueden causar problemas o complicar ciertas patologías si se usan sin la recomendación y la supervisión médica pertinente.
Todo este fenómeno ha despertado la duda en los padres: ¿Cuál es la edad ideal para que mis hijos adolescentes comiencen a aplicarse cosméticos en la cara? Y como siempre en estos casos, Harvard tiene la respuesta. Los investigadores de la prestigiosa universidad dicen que “en su mayor parte, los adolescentes y preadolescentes no necesitan productos para la piel, aunque en algunas ocasiones puede tener sentido”, aseguran los expertos.
¿Cuáles son esas circunstancias en las que se recomienda? Solo cuando un dermatólogo lo indica en algún tratamiento. Es decir, los jóvenes deberían emplear cosméticos con ingredientes activos únicamente cuando padecen alguna afección de la piel, como el acné, y que hayan sido recetados por un especialista.
Sin embargo, y ya abriendo el espectro a productos de limpieza, “los limpiadores faciales sin fragancia son una buena idea para las pieles secas y sensibles como también las cremas hidratantes sin perfume y no irritantes”, opinan en la casa de estudios.
“Realmente no hay una edad concreta, pero si unas necesidades concretas y, además, todos desde que nacemos tenemos que usar dermo-cosméticos porque incluso desde niños nos ponemos crema hidratante”, aseguran ante la pregunta desde qué edad es pertinente el uso de estos productos.
“La cuestión es hasta dónde usar los productos cosméticos”, dicen y aquí lo que recomiendan es el pack de acciones y productos básicos: higiene diaria, limpiador, hidratante y protección solar. Sin embargo, cuando un adolescente o preadolescente empieza a utilizar o a meter más productos con ingredientes activos, es cuando se tienen problemas como el acné, cuya llegada no es un estándar, porque en cada persona llega a una edad determinada, y con intensidades muy distintas.