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Desde que tenemos uso de razón, nos dicen que para aprender algo debemos practicar, repetir, practicar y volver a practicar. Pero la idea de que la práctica hace la perfección, no es compartida por la ciencia cuando se trata de aprender algo nuevo.
Es más, son varios los estudios que coinciden en que la práctica incesante no es la forma más eficiente de aprender una nueva habilidad. Esto, porque se ha demostrado que el cerebro necesita descansos para asimilar el conocimiento adquirido y transformarlo en un recuerdo duradero.
Sobre lo mismo, es uno de los hallazgos más recientes. El nivel de aprendizaje está directamente relacionado con breves descansos intercalados. De esta forma, el cerebro aprovecha estos descansos para realizar una propia “repetición” mental súper rápida de lo que acaba de aprender, reforzando la habilidad recién adquirida.
¿Por qué deben ser descansos breves? Y es que según los expertos, pueden ser muy productivos para el cerebro, sobre todo para aquellos que practican movimientos nuevos, diminutos y repetitivos, como atletas o músicos, o incluso pacientes después de un accidente cerebrovascular.
“Imagínate un escenario en el que una persona comienza a aprender a tocar una nueva canción en el piano”, explica a BBC News Brasil el investigador Leonardo Claudino, uno de los coautores de un estudio realizado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU., publicado en 2014.
“Descubrimos que durante las pausas, el cerebro repite una versión 50 veces más rápida de los movimientos utilizados para tocar la canción, una y otra vez, lo que refuerza la conexión de neuronas en las áreas asociadas a esa nueva memoria”, comenta al medio.
¿Cuántos segundos deberíamos descansar?
Claudino y otros investigadores del NIH registraron la actividad cerebral de 33 voluntarios diestros mientras aprendían a escribir una secuencia de números en un teclado, pero con la mano izquierda. Los voluntarios tenían que escribir la secuencia tantas veces como fuera posible durante diez segundos y luego descansar diez segundos.
Como ya habían revelado otros estudios, confirmaron que tras breves intervalos, los voluntarios mejoraban la velocidad y precisión con la que tecleaban la secuencia numérica. Pero ahora, el objetivo era entender qué sucedía en el cerebro. Y así descubrieron las rápidas “repeticiones” que el cerebro hacía de lo que se acababa de aprender. “Y descubrimos que (la consolidación) ocurre en una escala de tiempo mucho más rápida de lo que se creía”, señala Leonardo Claudino. Es más, “Una habilidad de dos segundos se repite en el cerebro en la escala de milisegundos”.
Y así, all hacer estas “repeticiones”, el cerebro consolida el aprendizaje. Ahora bien, lo científicos ya conocían el efecto de las pausas y que el cerebro necesitaba descansar para aprender. Pero se creía que esto ocurría solo durante el sueño, cuando está libre de agentes externos que interfieran.
Pero según los estudios de Claudino, los recuerdos también se consolidan casi simultáneamente con la práctica, por lo que sería complementario a lo que ocurre durante el sueño. Sin embargo, sobre este ítem, se requieren de más estudios que confirmen lo mismo. “Todavía no se sabe mucho, y ciertamente son fisiológicamente diferentes. (…) pero quizás el sueño codifica una experiencia más completa: todo el contexto (de ese recuerdo), quién estaba allí, cómo era el entorno”, señala Leonardo Claudino..
“Una pausa rápida puede registrar detalles más minuciosos: la sinergia entre los dedos al teclear, el movimiento. Es una hipótesis para que alguien investigue en el futuro”, sentencia. Y aconseja, “Una lección para tener en cuenta es esta: cuando comiences a aprender una nueva técnica, evita practicar hasta el agotamiento, hasta el fracaso. En cambio, es mejor tomar descansos”. E invita a llevarlo a la educación, sin embargo, aún no se sabe con certeza la duración ideal de un descanso para la consolidación óptima de nuevos aprendizajes.
