La escena cultural chilena despide hoy a una de sus figuras más queridas. Héctor ‘Tito’ Noguera, actor, director y maestro, falleció este martes a los 88 años, dejando tras de sí una trayectoria que marcó generaciones y un legado que trasciende el escenario.
El velorio del destacado intérprete se realizó en el Templo del Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica, en Providencia. Hasta allí llegaron colegas, discípulos y amigos que crecieron bajo su influencia, y que se reunieron no solo para despedirlo, sino también para celebrar su vida.
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Entre los presentes se encontraban Tamara Acosta, Claudio Arredondo, Juan Pablo Sáez y Jaime Vadell, nombres que forman parte de la historia del teatro chileno. Cada uno, con palabras contenidas y memorias compartidas, rindió tributo al hombre que convirtió su oficio en una forma de servicio.
“Todo lo que hizo por la vuelta a la democracia, lo que le dio al país, con su entrega total a su oficio, es un ejemplo para todos nosotros. Solo agradecimientos por lo que dejó. Yo creo que está feliz, porque a él le gustaba hacer feliz a la gente“, expresó Tamara Acosta, visiblemente emocionada.
Juan Pablo Sáez, quien compartió con él en distintas producciones, recordó la experiencia como un privilegio: “Fue una bendición y un privilegio compartir con él. Fue mágico su trabajo, que era muy honesto“, señaló.
También la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Carolina Arredondo, acudió al lugar. “La generosidad de Tito quedó plasmada en cómo él compartió su experiencia en la formación de muchas generaciones. Quienes compartimos con él, en lo laboral, nos sentimos muy tocados“, manifestó.
El actor Claudio Arredondo, padre de la ministra, también dedicó palabras a su memoria. “Era un ser humano con conciencia social, luchador, emprendedor. Yo crecí con todos estos viejos, los conozco a casi todos. Miro para arriba y veo que me va quedando poco también y que no voy a ser capaz de llenar esos zapatos, pero haremos lo posible. Gracias Tito, por todo, por tu familia, por tu legado y porque eres una gran persona”.
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Finalmente, Jaime Vadell, su contemporáneo, su amigo, su cómplice de escena, resumió el sentimiento colectivo con una mezcla de nostalgia y cariño: “Era una figura no solo teatral, emblemática de la cultura, sino que era muy patriota, un valor medio olvidado, pero no por eso despreciado”. Y añadió, con la voz quebrada: “¿Cómo despedir a un amigo de tantos años? No se le puede abrazar, no quiero ponerme a llorar tampoco, pero puedo decirle que lo echaremos mucho de menos”.
