Revista Velvet | “Elvis”: el retrato frenético y glitter del ídolo musical
Crítica de cine

“Elvis”: el retrato frenético y glitter del ídolo musical

“Elvis”: el retrato frenético y glitter del ídolo musical
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“Elvis”: el retrato frenético y glitter del ídolo musical

POR Carlos Loyola Lobo | 12 julio 2022

Pareciera que Baz Luhrmann hubiese comenzado a filmar esta película sin la completa confianza en su estrella principal dándole vida al emblemático personaje que encarna. Durante los primeros minutos de Elvis, nos damos cuenta que el punto de vista y quién llevará las riendas de esta historia es Tom Hanks, quien desempeña el rol del Coronel Charlie Parker, el manager de este mito emergente que a partir de una voz profunda y de un temblor de pelvis a partir del ritmo de moda de la época, marcó la historia de la música popular para siempre.

Los primeros encuadres del Elvis de Austin Butler son siempre de lado, de espalda, enfocando sus extremidades, sumado a imágenes reales de archivo que el director australiano con frecuencia mezclará, entregándole una conexión verosímil a la historia que nos quiere contar. Cuando por fin Austin Butler se nos descubre, entendemos porqué Luhrmann lo esconde. Y es que el joven actor proveniente de Los Angeles al menos físicamente, no es la copia feliz del Rey del Rock, pero -y acá quizás el gran mérito del filme- Butler termina convenciéndonos y asombrándonos con la capacidad de absorción del personaje, que finalmente acaba logrando lo que esperamos de una impecable personificación: un actor que encarne el espíritu del personaje. Austin Butler se apropia de tal manera de Presley que como espectadores logramos entender a la perfección lo que sintieron esas jovencitas cuando lo vieron por primera vez en televisión y en vivo, mover su pelvis y sus caderas con esa electricidad que parecía un imán envolvente.

Elvis es completamente una película de la factoría de Baz Luhrmann. Para los no familiarizados con el nombre, decirles que es el mismo que realizó en los noventa la Romeo+Julieta con Leonardo DiCaprio y Claire Danes, y en los dos mil, la sobregirada pero inolvidable Moulin Rouge! con Nicole Kidman y Ewan McGregor. Hecha la idea, en Elvis encontramos ese mismo montaje tremebundo de escenas que solo pretende transportarte a un tiempo y a una época, que en este caso sería a comienzos de los años 40, cuando vemos a un Elvis niño leyendo cómics de Shazam, su superhéroe favorito y colándose en las reuniones religiosas y dentro de una carpa que la población afroamericana llevaba a cabo, con coros gospel que te hacían “estar en el espíritu”. Un temblor, un calor, una fiebre, que un Elvis ya más crecido y tocando junto a una banda en festivales en Memphis, quiere mostrar y proyectar a una audiencia extrañada por este chico con trajes rosados y con maquillaje de mujer, pero cuyos movimientos las deja a ellas en estado de cuasi catalepsia. Algo nunca antes visto.

En una de esas noches es descubierto por el Coronel Charlie Parker. Elvis ve en él una figura paterna y la posibilidad de una carrera artística sólida con presentaciones a lo largo de Estados Unidos, grabación de discos, visitas a la televisión, incursión en el cine, presentación en vivo televisadas y una gran casona para su padre y su madre, la gran fijación de Elvis: tenerlos bien a ellos. Y luego vendría los años de servicio militar, su romance con Priscilla, conflictos con su manager (ya saben, mejor mantener soltero al objeto de deseo de tantas chicas), anuncio de matrimonio y el nacimiento de Lisa Marie. Todo esto está siendo contado aquí de manera cronológica, pero en la película de Luhrmann si bien el grueso del relato es lineal, hay detalles sobre todo en su parte inicial, que va y vuelve en el tiempo. Pero es un estilo muy propio del director y no es razón para no entender lo que se nos cuenta.

Luhrmann es un cineasta del artificio. Es un realizador impresionista. Elvis es una película que exuda estética, colores, dorados, brillos, mucho cambio de vestuario, luces de neón, escarcha, logos retro, todo cuanto podamos imaginar. Es una película cuya primera parte es una inmersión en una juguera que fascina y aturde por partes iguales, pero que pasado eso, se toma el tiempo para plantearnos básicamente una opereta. Donde encontramos a nuestra estrella pop, presentada muchas veces en plan superhéroe, siendo víctima de este manager que lo absorbe hasta el límite de sus capacidades humanas y de todo un entorno que al explotarlo se terminan beneficiando de su talento.

En Elvis tampoco vemos una zona oscura del ídolo popular. De alguna manera, y aunque muestra los excesos en los que cae y que afectan a su relación matrimonial y que lo llevan a una prematura muerte a los 42 años, no escarba mayormente en sus demonios. Ahí es cuando se entiende que la película haya sido abiertamente apoyada por la familia del ídolo. La película de Luhrmann recorre las muertes de Martin Luther King, los atentados a los Kennedy y la muerte de Sharon Tate, como una manera de evidenciar una cultura de violencia que rondaba la época del cantante, y la misma película lo muestra notoriamente afectado por estos hechos. No obstante, y pese a que Elvis Presley bebe directamente de la influencia de artistas como Chuck Berry y Fats Domino para crear su identidad musical, el artista nunca dio un apoyo explícito a las exclusiones sufridas por la comunidad afroamericana durante esos años. Lo mismo sucede cuando irrumpen Los Beatles, que para Elvis fueron durante los primeros años sus rivales acérrimos pero que la película solo registra su aparición en la escena musical y no mucho más.

En resumen, el Elvis de Baz Luhrmann es un espectáculo musical que resume todos los looks y los momentos icónicos que quedaron marcados en la memoria colectiva de la cultura popular. También están los éxitos del cantante en su más esencial catálogo de creaciones musicales. Claro está y como es de esperar de Luhrmann, muchos suenan remixados con arreglos hiphop e interpretados por estrellas de la música contemporánea inyectándole una dosis de modernidad al filme. Dos horas y media que no se sienten entre tanta sobreestimulación de imágenes y sonoridades que nos vuelven a situar al gran Elvis como la gran influencia de la industria de la música tal y cómo se fraguó en los años que le siguieron y hasta hoy.

Elvis se estrena este jueves 14 de julio en todos los cines del país.

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