Todo comenzó con una enigmática imagen que plagó espacios publicitarios alrededor del mundo, tanto en ciudades como en internet, donde el sol se elevaba sobre cuatro planetas oscuros con el mensaje ABBA: Voyage. El mensaje era algo inequívoco pero aún así misterioso. Cuando se hizo efectivo el anuncio el pasado 2 de septiembre, la estrategia del legendario grupo sueco se transforma en el regreso más esperado en la historia de la música pop.
Porque para el mundo anglo ya no está Freddy Mercury para poder resucitar a Queen. Y el hemisferio hispanoparlante parece haberse resignado a que los hermanos Cano no lograrán abuenarse y aunque Ana Torroja así lo quiera, no hay luces de que Mecano vuelva. Pero todos, hispanos y anglos, guardaban la secreta esperanza de vivir para contar el regreso de estos cuatro. Tan abucheados por el gusto académico por allá por mediados de los setenta, pero tan deseados por el corazón de miles. Y el regreso viene con todo.
No solo habrá un nuevo álbum. Voyage es el primer trabajo musical del cuarteto en 40 años. 10 nuevas canciones que volvieron a unir a la banda original en estudio por primera vez luego de una separación precipitada por el divorcio de las parejas de la banda. Pero no solo eso, se planea una “experiencia inmersiva en vivo” llevada a cabo en un estadio pensado y hecho a la medida del espectáculo en Londres. Un show único, altamente tecnologizado, y que presentará “Abbatares” futuristas, donde los integrantes originales tuvieron que enfundarse un traje con sensores para captar sus movimientos, que serán interpretados por la imagen de ellos mismos en versión joven. Como en los tiempos de su mayor éxito. Simplemente alucinante.
Serán una serie de conciertos. La licitación del lugar está contemplada para cuatro años y según como resulte, es un formato que fácilmente se puede implementar en los países que compren la licencia y este show podría incluso verse de manera simultánea en varias partes del mundo.
Este gran anuncio del regreso provocó que el Sydney Harbour Bridge se iluminara en su honor. Cabe recordar que en Australia siempre el éxito del cuarteto fue enorme. Y la radio de la BBC trasladó su boletín de noticias de las 6 de la tarde solamente para estrenar los dos singles que acompañaban el anuncio: I still have faith in you, una balada más cercana al tono de The winner takes it all, y Don’t shut me down, que captura más el espíritu luminoso de Dancing Queen. En las redes, se vieron imágenes de multitudes escuchando las canciones por primera vez. En una fuente termal en Islandia, en un parque de diversiones en Estocolmo, frente a la Catedral de San Esteban en Viena. Algunos aparecían llorando. Mientras, sus dos miembros masculinos, Björn Ulvaeus y Benny Andersson, eran entrevistados por la BBC donde recordaban cuando escribieron Mamma Mia en 1975, que les permitió ganar Eurovisión pero cuando aún se pensaba que sería una banda de un one-hit wonder, pero resultaron ser tan populares que el primer álbum logro ventas anticipadas de 80 mil copias solo en el Reino Unido.
“En esos tiempos todo lo que ganaba Abba se destinaba a esa empresa y lo dividíamos en cuatro, sin importar quién hizo qué. Luego cuando dijimos: ‘Bueno, esto es todo, chicos, hagamos un poco más y luego podemos regresar quizás en un par de años y ver si todavía estamos vivos’, y eso fue todo. De alguna manera nosotros vendimos o cerramos la empresa. No esperábamos este regreso, se los prometo”, cuenta Benny Andersson.
Las 10 nuevas canciones de Voyage fueron escritas, en palabras de Ulvaeus, “absolutamente a ciegas a las tendencias del momento”, ignorando deliberadamente cualquier moda del momento o como si el tiempo se hubiese detenido desde la desaparición de la banda. Y se entiende por la idea de capturar la esencia original de Abba, “y porque en las cosas contemporáneas, no hay nada a lo que pueda aferrarme, nada que pueda emular”.
“Decidimos desde el principio que no vamos a mirar nada más”, dice Ulvaeus sobre las canciones actuales, “Solo vamos a hacer las mejores canciones que podamos ahora. Eso significaba escribir letras en las que podía meter algunos de mis pensamientos de estos últimos 40 años, y agregar algún tipo de profundidad que, con suerte, viene con la edad y eso la hace diferente de las letras que escribí hace 40 años”. Y este enfoque a espaldas de las modas del momento parece haber funcionado, porque la entusiasta recepción del público se vio también potenciada con la sensación ambiente en el mundo después de estos 18 meses de pandemia y confinamientos. En los afiches promocionales del show afuera de los cines de West End en Londres así lo anuncian: “El espectáculo que todos necesitamos en este momento”. Y es que vivimos en tiempos muy inciertos y al parecer existe una clara sensación de que la gente quiere algo reconfortante, y ahí está ABBA, 40 años después, sonando exactamente como ABBA así como los recordábamos en la niñez o en la juventud. Negocio redondo, emoción perfecta.
Y aunque el dúo femenino no quiso ser parte de esta etapa de promoción, difusión y exposición mediática, el resto de sus integrantes no se muestran excesivamente preocupados de este esperado regreso virtual de la banda a los escenarios. Durante cinco semanas, el cuarteto se reunió en el Ealing Studios en Londres para lograr que sus “abbatares” quedaran lo más reales posibles: “estar juntos en un escenario, grabar todo, cantar esas 24 canciones o lo que sea, interpretarlas como lo hubiéramos hecho si hubiera un escenario, pero frente a 75 chicos con computadoras y cientos de cámaras”, suena como una experiencia extraña para una banda cuyos cuatro miembros promedian los 70 años y que actuó por última vez en 1980, pero insisten en que no. “Trabajamos desde el mediodía hasta las cinco”, dice Ulvaeus, “Nos reunimos y era como volver a reunirnos a trabajar después de un tiempo”.
Los planes para este show en vivo se tramaron hace cinco años y la primera canción de las 10 que contiene Voyage se completaron en 2018, aunque se podría suponer que el boom viene desde principios de los 90 y ahí encontramos una serie de señales: en 1992, el disco de covers de Erasure llegó al número 1 en el Reino Unido; en 1994, la película La boda de Muriel estaba llena de éxitos de ABBA porque la protagonista, Toni Collette, los adoraba. Luego vino el compilado ABBA Gold que vendió 30 millones de copias y que lo convierte en el 2do álbum más vendido de la historia británica. A fines de los 90 vino ese grupo de adolescentes A-Teens (¿se acuerdan?), con canciones tributo para las nuevas generaciones. Y finalmente la obra en Broadway Mamma mia, con un éxito tal que la llevaron al cine, con Meryl Streep de protagonista y que hasta tuvo una secuela donde incluso Cher se sumó al baile. Antecedentes habían, la ABBAmanía nunca se fue del todo.
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Y volviendo (y terminando) con el esperado show. Esto será en grande. Trabajarán con la Industrial Light & Magic, la compañía de efectos visuales propiedad de Disney y fundada por George Lucas. Esta suerte de “residencia de conciertos” que comenzará en mayo de 2022 en el Parque Olímpico Queen Elizabeth ya es un total éxito comercial. La demanda de entradas después del anuncio oficial en septiembre fue tal que el sitio web colapsó. Y lo cierto es que este show de “abbatares” está tan bien pensado que incluso podría seguir en cartelera cuando los integrantes de la banda fallezcan y el espectáculo sea visto como un gran in memoriam y las canciones se vuelvan, literalmente, eternas.
Una banda en vivo con 10 integrantes que podrán “interactuar” con los abbatares. Pero ¿cómo?, ahí es cuando los creativos del espectáculo responden “tendrán que venir a verlo”. Es la mejor estrategia para hacer cundir las expectativas. La única certeza es que, a pesar de que el show aún no se estrena y el disco no se lanza hasta la próxima semana, es que ABBA ya ha dejado de existir de nuevo. Tanto Andersson como Ulvaeus insisten en que no habrá más música: escribieron dos canciones que no llegaron al álbum, pero quedaron inconclusas y se van a quedar así. “Esto es todo”, asiente Andersson. “En 1982 nunca dije que “esto es todo” y que el regreso era algo que nunca volvería a suceder, pero ahora puedo decirlo con total seguridad: “esto es todo”. Al otro lado de la pantalla, Ulvaeus asiente efusivamente con la cabeza.