Revista Velvet | El precio de un escándalo: La Monarquía noruega en jaque
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El precio de un escándalo: La Monarquía noruega en jaque

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El precio de un escándalo: La Monarquía noruega en jaque

POR equipo velvet | 14 octubre 2025

La popularidad del príncipe Haakon –el próximo rey– ha caído en picada gracias al escándalo provocado por su hijastro, Marius Borg Høiby. Acusado de 32 delitos, incluyendo cuatro casos de violación, el escenario supera con creces a los deslices de juventud de su madre, la primera royal de origen plebeyo.

Por Catalina Ábalos L. 

El 25 de agosto 2001, una plebeya de nombre Mette-Marit Tjessem Høiby –madre soltera, con un turbulento pasado de fiestas, excesos y consumo de drogas– contraía matrimonio en la catedral de Oslo con el príncipe heredero Haakon de Noruega.

Aquella mañana no solo se celebraba una boda real, sino también una historia de amor improbable: la joven díscola convertida en princesa, la ciudadana de pie que algún día ostentaría el título de reina consorte. El propio obispo de Oslo, Gunnar Stålsett, arrancó lágrimas a los novios cuando dijo: “No han elegido el camino más fácil, pero el amor ha triunfado”.

Tres días antes, Mette-Marit había protagonizado un mea culpa televisado, en el que lloraba arrepentida de su historial ligado a las drogas. “Mi rebeldía juvenil fue más fuerte que la de la mayoría, llevándome a vivir una vida bastante salvaje”, admitió. Su honestidad fue valorada por la prensa y el pueblo. A partir de ese momento, el apoyo hacia ella y el príncipe Hakoon aumentó considerablemente.

En la memoria colectiva quedó grabada la imagen de Marius Borg Høiby –hijo de Mette-Marit, fruto de una relación anterior–, quien entonces tenía apenas cuatro años. Con su melena rubia y vestido de pajecito, saludaba sonriente desde el balcón real, robándose las cámaras y simbolizando, junto a su madre, la promesa de un nuevo comienzo.

Veinticuatro años después, ese retrato idílico se hizo añicos. ¿El responsable? El propio Marius. A sus 28 años, protagoniza el mayor escándalo que la monarquía noruega ha enfrentado en décadas.

LOS ORÍGENES DEL CASO MARIUS

El llamado “Caso Marius” se remonta al 4 de agosto del año pasado, cuando el joven fue arrestado en su departamento en Oslo, tras de una fuerte discusión con su novia de entonces, que culminó en agresión física. La joven fue hospitalizada por una conmoción cerebral, y él pasó 30 horas detenido. Un portal noruego señaló que existiría un video en el que amenaza a la chica con incendiar sus pertenencias. Además, en el lugar de los hechos la policía habría encontrado un cuchillo clavado en la pared.

Días después, Marius reconocía lo ocurrido: “Cometí lesiones corporales y destruí objetos en un apartamento en estado de ebriedad con alcohol y cocaína después de una discusión. Tengo varios trastornos mentales (…) He luchado contra el abuso de sustancias durante mucho tiempo y he estado en tratamiento en el pasado. Ahora lo retomaré y lo tomaré muy en serio”, afirmó en un comunicado.

Sus palabras parecían buscar empatía pero generaron el efecto contrario, abriendo una verdadera caja de Pandora de nuevas acusaciones. Así, lo que parecía un episodio aislado, desató un terremoto.

Tras conocerse la noticia del arresto, Nora Haukland (28), celebrity del reality show Love Island y novia suya entre 2022 y 2023, apareció conmocionada ante sus más de 55 mil seguidores en un Live de Snapchat, asegurando que las palabras de Marius le resultaban “frustrantes”. “Marius actúa como si esto hubiera sucedido por primera vez. Pide empatía, pero antes de esto ya había sido violento conmigo. Me dio un puñetazo en la cara, me pateó, me estranguló y destrozó mi apartamento (…) Pero lo peor fue la parte psicológica, los gritos, las amenazas”, comentó.

Nora confirmó que había reunido el valor para hablar tras contactarse con la modelo Juliane Snekkestad, otra ex de Marius. Esta última fue su pareja entre 2018 y principios de 2022. Fue parte de la vida familiar de los príncipes Haakon y Mette-Marit, asistiendo a eventos públicos con los reyes Harald V y Sonia. En su cuenta de Instagram, la exmodelo de ropa interior se sumó a las acusaciones. “He decidido no callarme más. Y para responder a todas las preguntas: sí, anteriormente la persona de la que hablan abusó física y mentalmente de mí. La violencia psicológica fue la más brutal”, confesó.

Otro agravante fue la filtración del interrogatorio en la policía, donde admitió haber enviado un mensaje de texto a los príncipes Haakon y Mette-Marit en enero de 2023, advirtiéndoles sobre los problemas de Marius y su carácter violento. Juliane detalló a las autoridades que el hijo de la princesa se tornó agresivo durante un viaje en el barco real en 2020. Algunos medios como VG y Aftenposten incluso aseguran que Mette-Marit habría mediado entre la pareja.

Los relatos de Nora y Juliane causaron un efecto dominó. Al poco tiempo, más de quince mujeres, en su mayoría exparejas, testimoniaron un patrón sistemático de violencia, tanto física como psicológica, por parte de Marius.

Tras una larga investigación en la que fue interrogado catorce veces, en agosto la Fiscalía de Noruega imputó al hijo de Mette-Marit por 32 delitos, incluyendo cuatro casos de violación que podrían llevarlo a penas de hasta diez años de cárcel. Otros cargos incluyen abuso en relaciones íntimas, amenazas, lesiones, daños materiales, acoso a un agente y cinco quebrantamientos de órdenes de alejamiento.

El príncipe Hakoon fue el primero en pronunciarse tras la acusación formal a su hijastro. “La situación es desafiante y difícil para todos. Ahora le corresponde al tribunal decidir. Por nuestra parte, seguiremos cumpliendo con nuestras tareas”, señaló. Mette-Marit ha permanecido en silencio, salvo en diciembre de 2024, cuando admitió que ha sido un período “muy duro” y que la familia recibió ayuda por parte de profesionales de salud.

DE MAL EN PEOR

El “Caso Marius” acumula más de siete mil menciones en la prensa noruega, convirtiéndose en tema de discusión a nivel mundial. En diciembre de 2024, cuatro meses después de la primera detención de Marius, un 45% de los ciudadanos afirmó en un sondeo publicado por NRK que tenía “una opinión negativa” de la Corona. La popularidad del príncipe Haakon –el próximo rey– ha caído en picada. Además, existe la preocupación de que la salud de la princesa Mette-Marit, quien padece una delicada fibrosis quística desde 2018, podría verse aún más agravada por el estrés que le genera su problemático hijo.

Coincidiendo con el mes en que se desató el escándalo, el diario alemán Bild publicó una fotografía inédita de Marius luciendo una polera estampada de “El Rey León”, en la que aparece el personaje de Simba tirado en el suelo mientras esnifa una raya de cocaína y piensa: ‘Fuck the Kingdom’ (“Qué se joda el reino”). Pero además de burlarse de la monarquía y revelar su gusto por las sustancias ilícitas, existe otra lectura: un cuestionamiento a su lugar dentro de la Casa Real Noruega, que nunca le otorgó un puesto en la línea de sucesión.

A simple vista, la posición de Marius Borg parece combinar lo mejor de dos mundos. A diferencia de sus medio hermanos, la princesa Ingrid Alexandra (21) y Sverre Magnus (19), él no debe cumplir con obligaciones reales, pero sí goza de todos los privilegios propios de un miembro de la familia real. Cuando cumplió 20 años, Mette-Marit envió un escrito público a la prensa del país, pidiendo que le dieran espacio a su hijo.

También les atribuyó en parte la decisión del joven de estudiar en el extranjero, evitando así el acoso de los medios. De paso, hizo un llamado a no encasillarlo por sus “indiscreciones de juventud”.

“Marius siempre ha tenido un papel difícil de definir en el dominio público. Él es, y sigue siendo, una parte excepcionalmente importante de nuestra familia. Se convirtió en un símbolo de la inusual elección que hicimos cuando nos casamos con Hakoon, al mismo tiempo que tuvo que hacerse de las funciones públicas de sus hermanos”, argumentó.

Como sea, Marius no se ha comportado a la altura de su posición en demasiadas oportunidades. En 2023, cuando Haakon y Mette-Marit celebraron sus 50 años con una gran fiesta en los jardines del Palacio Real de Oslo, el gran ausente fue Marius. Durante la transmisión, el canal público se limitó a explicar que “no se encontraba bien”. Horas después comenzaron a circular fotografías suyas en una fiesta en el Michaels, uno de los clubes nocturnos preferidos por las celebrities noruegas. Una bofetada simbólica hacia sus padres, en una de las noches más importantes de su vida.

Otra característica que refuerza su imagen irresponsable es la inconstancia que ha tenido a nivel académico y laboral, pese a contar con las mejores oportunidades. Estudió finanzas en el Santanica College de Los Ángeles (California), para después regresar a Oslo. Luego hizo una práctica en Milán con el diseñador alemán Philipp Plein, junto con una estadía en Londres y un año sabático de viajes con todos los gastos pagados. Ha sido agente inmobiliario, editor de una revista especializada en ocio y lujo, imagen para una aplicación de citas y mecánico de motos.

La actitud relajada de Marius ante las cámaras, apareciendo en yates, fiestas y vacaciones mientras sigue abierto el proceso en su contra ha generado indignación y alimentado el debate sobre el privilegio y la igualdad ante la ley.

Desde su primera detención, Marius ha estado de vacaciones en Italia y Francia. Además fue unos días a Portugal para surfear con su padrastro y su hermano, una escapada familiar que demuestra que la familia sigue a su lado. También viajó con su actual novia, Andrea Shaw (26), a Kragerø, el fiordo de Oslo, Cannes, y la isla Sainte-Marguerite. Andrea es amiga suya desde la infancia y ha mantenido un hermético silencio respecto al caso.

En medio del torbellino, el fiscal general del Estado, Sturla Henriksbø, ofreció una rueda de prensa, donde fue tajante (“Se trata de actos muy graves que pueden dejar huella y destruir vidas”, advirtió) y despejó la duda sobre supuestos privilegios: “Su vinculación con la familia real noruega no implicará que sea tratado de forma más o menos dura que si esos hechos fueran cometidos por otro”.

El núcleo de la acusación son las denuncias por violación. Según la fiscalía, varias de las agresiones se produjeron mientras las víctimas dormían, incapaces de otorgar su consentimiento. Marius sostiene que los encuentros comenzaron de forma consensuada y que las mujeres se quedaron dormidas durante el transcurso de los mismos. Una línea argumental que coloca al centro un dilema inquietante: ¿cómo probar con certeza el momento en que se desdibujó la frontera entre la intimidad y el delito?

Tanto los medios como los ciudadanos están expectantes sobre el rol de Mette-Marit y el príncipe Hakoon. El nombre de este último aparece vinculado a uno de los episodios más polémicos: tras asistir con su hijastro a una proyección de películas de esquí en octubre de 2023, Marius se dirigió a una fiesta donde, según la acusación, habría tenido lugar una de las violaciones.

Respecto a Mette-Marit, la fiscalía rechazó a comienzos de este año la solicitud de interrogarla al considerar que, a la luz de las pesquisas realizadas hasta ese momento, no existía tal necesidad. Pero parte de los delitos investigados ocurrieron en la residencia oficial de los príncipes herederos.

Paralelamente, la prensa ha comenzado a romper el silencio que durante años le concedió al hijo mayor de la princesa. Ulf André Andersen, editor jefe de la revista Se og Hør, publicó una dura carta dirigida a Marius, titulada “Mereces estar en la cárcel”. En ella recrimina a Marius su falta de arrepentimiento y concluye la misiva advirtiéndole que: “Es tu última oportunidad. Tienes que demostrar que estás dispuesto a dejar atrás todo el pasado de alcoholismo, drogas, violencia y asociaciones criminales. Por respeto a la Casa Real y a ti mismo”, escribió.

Las palabras de Andersen reflejan el sentir de una sociedad que observa, atónita, cómo la monarquía noruega atraviesa el escándalo más grave en su historia reciente. Y quizá también proyectan aquello que experimentan Haakon y Mette-Marit: la amarga certeza de que su redención pública se ve ahora amenazada por la caída de uno de los suyos.

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