Hacer el inventario de las cosas del duque de Edimburgo será una tarea difícil. Y es que el príncipe consorte, además de sus posesiones, recibía cientos de “importantes” regalos cada año. Es más, aseguran que ni la reina, sus hijos o incluso él, pueden tener certeza al respecto.
Lo que sí está claro es que quizás no haya sido el más millonario de la familia, no tenía muchas propiedades y quizás su más preciado bien hayan sido sus coches ecuestres. Como el carro que heredó a su nieta lady Loise Mountbatten-Windsor.
Sin embargo, el punto final de este capítulo que se titula “recolectando la herencia de Felipe” merecerá bastante trabajo por parte de los funcionario de palacio a cargo de la difícil misión.
Y es que a los miles de regalos que le llegaban, se le suma un rasgo quizás más desconocido del duque. Era un coleccionista de los chistes gráficos políticos de los diarios, y los cortaba él mismo con las tijeras. Tanto así que en muchas ocasiones los autores de los chistes le regalaban ilustraciones personalizadas y otras únicas. Pero no solo de chistes está llena la residencia de la reina, también de obras de arte de talentos emergentes, las cuales compraba con dinero de su bolsillo en una feria de arte escocesa. Esta colección alcanza más de 140 obras. Colecciones de cuadros y regalos personales de los pintores que admiraba, pero también de fotografías que él mismo tomaba de las aves británicas, y con las que publicó un libro.
Felipe de Grecia y Dinamarca recibió regalos hasta del propio Barack Obama. En 2011, el en ese entonces presidente de Estados Unidos, le regaló al duque unas bridas únicas, con el sello presidencial. Todos estos detalles, sumados a sus correas y carros, también deben ser parte del inventario final de la herencia. Y este es solo un ejemplo de los regalos que recibió durante sus viajes, o bien, en las visitas correspondientes a su país, un hombre que protagonizó más de 22.000 actos de agenda oficial.
Incluso después de dejar a vida pública en 2017 los regalos siguieron llegando. En 2019, Donald y Melania Trump le regalaron una chaqueta personalizada del Air Force One. Desde Malasia, uno de los pocos monarcas electos del planeta, le regaló un billete conmemorativo de la independencia de su país. O unas alucinantes espuelas de plata que recibió en su visita a Chile en 1968 (un regalo hoy puede subastarse por unos 22.000 euros).
Ahora, ¿dónde han ido a parar esos obsequios? Los destinos son variados, pero en su minuto el príncipe consorte tuvo una excelente idea, y formar un fondo artístico de la Corona compuesto por aquellos regalos recibidos que no se utilizan en el día a día. Ahí se guarda, por ejemplo, un juego de ajedrez con figuras africanas que le regaló Nelson Mandela. Pero este fondo es parte también del Royal Collection Trust. Es decir, todo eso pertenece hoy a la reina y sus familiares, pero de igual manera son contables en la herencia del duque.
La totalidad de estos regalos quizás nunca se defina. Y es que además, tanto la reina como Felipe tenían libertad total sobre ellos, es decir, podían incluso venderlos. Algo que generó mucha polémica en los años setenta. Hoy, deben descubrir cuántos de esos regalos todavía estaban en su propiedad personal, repartidos o decorando alguna de las seis residencias reales. Y aquellos que no estén en ese listado, tuvieron como destino las subastas, fueron regalados de nuevo o cedidos al Royal Collection Trust.
Definitivamente tienen mucho trabajo por delante.