Si tuviésemos que hacer un análisis sociológico del éxito detrás de los concursos de televisión tipo reality es el morbo y la expectación que genera saber quién será el próximo eliminado. El que haya alguien, a veces de carne y hueso, o por las propias reglas del programa, o incluso por culpa nuestra a partir de la mayor o menor votación telefónica, que decida el destino o la suerte de otro. El cine no ha quedado fuera de esta tendencia. O quizás sea la plataforma audiovisual que comenzó con este juego cruel del circo romano, de la figura del emperador que, intempestivamente, indique dedo hacia arriba o hacia abajo y selle el futuro del protagonista de la historia.
Con éxito decreciente pero con un público fiel, hace un par de décadas debutó SAW, o El Juego del Miedo, una cinta de terror donde el verdugo con una máscara de payaso perverso iba desmembrando a sus víctimas lentamente. Con otros códigos y en otro género, la saga de Los Juegos del Hambre jugaba también con el tema de castas, seleccionados y discriminados ante una dinámica de supervivencia. El cine de suspenso está lleno de estos ejemplos, siendo uno de los más emblemáticos, el asesino en serie de Seven o Los Siete Pecados Capitales. Recientemente, el género del noir nórdico en las series de televisión por streaming, también han dado material al respecto.
Y éxito tiene. Ya sabemos, el morbo por presenciar quién será la próxima víctima y la razón por la que son ajusticiados. Lo cierto es que con todo este cúmulo de referencias, y con el boom de los programas de concursos y los docurrealities de gastronomía, era cosa de tiempo que tuviéramos frente a nosotros una historia como la que propone The Menu. Y la fórmula les funcionó. Por segunda semana en la taquilla norteamericana, esta película dirigida por Mark Mylod -quien también ha oficiado de director y productor de la exitosa Succession-, ha logrado situarse en el top 3 de las más vistas, misma suerte que ha tenido en todos los países donde se ha estrenado.
Pero, ¿De qué va todo esto? Un grupo de personajes, todos poderosos a su manera: algunos más sofisticados, otros con más dinero, unos con el conocimiento para estar ahí, lo cierto es que son 12 comensales que se dirigen a una isla llamada Hawthorn donde se ubica el inalcanzable y muy prestigioso restaurant Amuse Bouche, comandado por el chef Julian Slowik, personificado por un siempre eficiente Ralph Fiennes. Entre los doce comensales va un actor latino de cierta fama (John Leguizamo, quizás haciendo o riéndose de él mismo) con una representante; una crítica gastronómica snob y despiadada (la nominada al Oscar, Janet McTeer) junto al editor de la revista donde trabaja; tres empleados de primer nivel de una empresa financiera; un súper millonario junto a su mujer, y un joven asiduo a la gastronomía (Nicholas Hoult), seguidor de este chef, que se hace acompañar de una chica que no es amiga ni novia (Anya Taylor Joy). Ya sabremos…
El tono de la película es inequívocamente de suspenso. Todas las señales están puestas para producir extrañeza y desconfianza. La dinámica, instalados en la isla, son de lo más extravagantes, y una vez que los selectos invitados están dispuestos para recibir esta ronda de delicatessen, The Menu se nos va descubriendo como lo que es: una comedia negra por un lado y un thriller psicológico por otro. El director, Mark Mylod, quiere a través de la sátira, dejar en evidencia el snobismo y lo pretencioso en todo lo que rodea este mundo de la gastronomía. Preparaciones imposibles y las consabidas reacciones desmesuradas tendrán como respuesta escenas de violencia extrema y manipulación macabra.
Lo cierto es que tanto los personajes que están en pantalla como nosotros los espectadores somos parte de esta manipulación. Sin embargo, la estrategia si bien nunca deja de entrener, resulta poco prolija a ratos. La gran protagonista acá, además del personaje de Fiennes, es el de Anya Taylor Joy, quien resulta ser nuestros ojos en la historia, la invitada de piedra, la que desafía al verdugo, sin embargo su vínculo con el chef pudo ser mejor tratado, que nos hiciera sentir que la historia en su cierre lo hace de manera redonda y no como queda.
El resto es harto efectismo. Una historia acotada (108 minutos) que se sigue con interés, que cumple el cometido de entrener, que cuenta con buenas actuaciones, pero este menú que en la película tiene un valor de 1.250 dólares por persona, no termina de cuajar ni tener la cocción exacta para paladares más entrenados.
The Menu ya se encuentra en cartelera en todos los cines del país.