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El pasado martes sumó su cuarta nominación al Oscar. Todas han sido como Actor de Reparto. Y es que gane o no, Mark Ruffalo ha construido una carrera actoral que lo tiene como uno de los actores más queridos por el público. Su nueva película, Pobres Criaturas, donde comparte protagonismo con Emma Stone, suma 11 nominaciones a la estatuilla dorada. Y en medio de su promoción ha revelado un importante problema de salud que tuvo hace algunos años.
Ruffalo asistió al podcast SmartLess, conducido por los actores Jason Bateman, Sean Hayes y Will Arnett, donde abordó diversos temas. Y contó que antes de meterse en el papel de Hulk, le diagnosticaron un tumor cerebral. Esto sucedió en 2001, justo después que su mujer diera a luz a su primer hijo. Un hecho que marcó su vida en un antes y un después.
¿Lo más curioso? El actor soñó con ello y por eso fue al doctor. “Fue un sueño loco, ya sabes, no era como ningún otro sueño que haya tenido”, comentó en el programa. Además, el actor explicó que no tenía síntomas más que una infección en el oído y que después del sueño tuvo un mal presentimiento. “Fue como: ‘tienes un tumor cerebral’. Ni siquiera era una voz. Era simplemente conocimiento puro: ‘Tienes un tumor cerebral y tienes que tratarlo de inmediato'”, agregó.
Una vez en la clínica, “La enfermera llama al médico y los oí hablar en la otra habitación, y ella simplemente entra y es un zombi. Y ella dice: ‘tienes una masa detrás de la oreja izquierda del tamaño de una pelota de golf y no sabemos qué es. No podemos saberlo hasta que se haga una biopsia'”, contó.
El actor no quiso preocupar a su mujer y decidió contarle todo después de que diese a luz. “Cuando se lo conté a Sunny, primero pensó que estaba bromeando. Y luego rompió a llorar y me dijo: Siempre supe que ibas a morir joven”, contó Ruffalo. Pero eso no fue todo.
Al momento de enterarse de la noticia y hablar con el neurólogo para planificar la intervención quirúrgica, le informaron que había un 20% de posibilidades de “matar” el nervio del lado izquierdo de su rostro, y un 70% de probabilidades de que perdiese la audición de ese oído.
Una situación preocupante que se hizo cierta después de operarse. Al despertar sintió “el lado izquierdo” de su cara “totalmente paralizado”. “Ni siquiera podía cerrar el ojo. Estaba hablando por la comisura de mi boca”. Una parálisis que le duró un año, y que afortunadamente, con el tiempo desapareció.
