Highgrove House ha sido la casa de campo favorita del Rey Carlos III, un oasis ubicado en el condado de Gloucestershire que compró en 1980, poco antes de casarse con Lady Di, y que remodeló hasta convertir la propiedad en una finca con una granja orgánica y unos cuidados jardines en los que está prohibido el uso de fertilizantes. Fue ahí donde pasó sus veranos más felices con la princesa Diana y sus hijos y, luego de su tormentosa separación, se convirtió en su refugio y también fue durante algún tiempo el lugar donde se escondía con Camilla.
Pero no solo el actual monarca tiene los mejores recuerdos de Highgrove. Tal y como cuenta el príncipe Harry en sus memorias, fue ahí donde él y el príncipe William tenían su escondite secreto y montaban las mejores fiestas. “Lo llamábamos el Club H. Mucha gente pensaba que la ‘H’ era de Harry, pero era de Highgrove”, cuenta el Duque de Sussex. Dicho club se ubicaba en un sótano que había sido un refugio antibombas. Para llegar al lugar había que cruzar una gruesa puerta, bajar un empinado tramo de escaleras, avanzar por un largo pasillo y pasar junto a varias bodegas donde Camilla guardaba sus botellas más preciadas y varias habitaciones usadas como bodega hasta llegar a unos portones verdes de lata.
El lugar no era, en ningún caso, oscuro o poco confortable. “No tenía ventanas, pero las paredes de ladrillo, pintadas de color hueso, evitaban que resultara claustrofóbico. Además, teníamos el espacio equipado con bonitas piezas de diversas residencias reales. Una alfombra persa, unos sofás marroquís de color rojo, una mesa de madera y una diana electrónica. También habíamos instalado un enorme equipo de sonido. En un rincón había un carrito para bebidas, bien provisto gracias a nuestra creatividad a la hora de tomarlas en préstamo, de modo que ahí siempre se respiraba un ligero olor a cerveza y otras bebidas alcohólicas”, describe Harry.
El príncipe cuenta como William y él comenzaban a divertirse en algún pub y luego reunían a unos cuantos amigos y se iban al Club H, donde bebían, a veces algún escarceo amoroso pero nunca drogas. Tener cerca a los guardaespaldas y tener claros los límites son los argumentos que usa para su defensa. Tanto para el Príncipe Harry como para el Príncipe William, el Club H era el refugio perfecto si pensaban en hacer una fiesta, relajarse o estar solos. “Cuando estábamos los dos solos, jugábamos, escuchábamos música y hablábamos. Con un fondo musical a todo volumen en el que sonaba Bob Marley o Fatboy Slim, William a veces intentaba hablarme de nuestra madre. El Club H nos parecía el único lugar seguro para abordar ese tema tabú. Pero había un detalle cuando pasaba eso, yo no estaba dispuesto y cambiaba de tema”, cuenta el padre de Archie y Lilibeth, dejando en evidencia que la muerte de su madre fue un duro golpe que lo traumatizó durante su adolescencia.