Desde que la pandemia se tomó Europa por completo, las cuatro principales capitales de la moda (Londres, Milán, París y Nueva York) estuvieron contra las cuerdas luchando por mantener los calendarios de la industria. Mientras que en un principio se hablaba de una suspensión total de agenda, la posibilidad de realizarse en formato digital surgió como una opción real. Fue así que se llevaron a cabo programas de desfiles online, acompañados de charlas y conversatorios.
Pese a los inconvenientes que esto acarrea para factores críticos de la industria, en general hay un ánimo positivo en torno al resultado de la digitalización de las semanas de la moda. Quizás por resignación, o por mantener el ritmo, lo cierto es que los desfiles digitales cumplieron satisfactoriamente para efectos de espectáculo, novedad y deseabilidad. Sin embargo, detalles claves como la apreciación de las materialidades, las proporciones y la apariencia a vista desnuda, fueron imposibles de constatar para audiencias importantes como compradores de los retailers, y medios de comunicación especializados.
Problemas técnicos de conexión, formatos de streaming y puestas en escena adaptadas para video, fueron distractores que muchas veces no cumplieron con el objetivo comercial de cada marca. Y es que los desfiles son parte de las cuantiosas inversiones en marketing que las casas de moda hacen para dar a conocer sus nuevas colecciones.
A pesar de lo difícil que es cuantificar el éxito de este extraño formato, ha quedado claro, al menos, que las casas de moda sí tienen una importante masa de seguidores que buscan sorprenderse de cualquier forma. Aunque las dificultades logísticas no han permitido un desarrollo fluido de las semanas de la moda, lo cierto es que la unión de esfuerzos y voluntades han logrado crear un formato de emergencia efectivo para poder mostrar nuevas colecciones ante escenarios de emergencia mundial. Tal como lo ha sido la pandemia del COVID-19.
Finalmente, queda preguntarse por el futuro práctico de los desfiles. Aunque las capitales de la moda no han podido funcionar a total capacidad, si puede desprenderse de este proceso que los desfiles físicos no fueron fundamentales para atraer atención sobre las marcas.
Si bien nunca será completamente reemplazable la experiencia sensorial de un desfile en vivo, es probable que marcas de pequeña o mediana escala si consideren sacrificarlos en pos de reforzar su presencia digital o su estrategia de marketing y distribución. Mientras tanto, sólo nos queda esperar a ver cómo se vendrán los desfiles de los próximos días para ver qué se ha aprendido del proceso y si es posible integrar cada vez más elementos que hagan de las semanas digitales de la moda instancias provechosas y espectaculares para los fanáticos de la moda.