El cambio climático es por definición el problema más grave que atravesamos a nivel mundial. Y hoy no existen dudas sobre los responsables.
Un estudio realizado por franceses y brasileños, reveló que los incendios que afectan la selva de Brasil no solo destruyen el ecosistema de la región amazónica afectando a flora y fauna, sino que además tiene un alcance mayor y altamente peligroso: derrite los glaciares andinos.
Como una especie de castigo, sin intención, los glaciares se ven directamente afectados. Y, según este estudio, el hollín producido por los fuegos aumenta la radiación solar absorbida por el hielo, lo que favorece la fusión.
En simples palabras, el hollín de los incendios viaja por el aire hasta la cordillera, se deposita en el hielo, y ahí se produce el efecto de fusión de una manera más acelerada. Si bien el estudio ha sido comprobado en pequeños glaciares, los expertos aseguran que es probable que ocurra lo mismo a mayor escala.
Las estadísticas son devastadoras y una de las alertas ocurrió en agosto de 2010. Fueron 148. 946 incendios, los que se transformaron en el peor verano del siglo, sí, peor que este año. Días después de los fuegos se produjo una potente descarga de agua proveniente precisamente de los glaciares de Los Andes.
La investigación realizada, que fue publicada en la revista Scientific Reports, arroja datos que ningún científico quisiera dar. Sin embargo, los hechos no se pueden ocultar y estiman que en América del Sur la superficie incendiada genera 800 mil toneladas de hollín o carbono negro o fruto de la combustión.
A esto le suman el factor viento que, sin sentimiento de culpa alguna, lleva el carbono negro directamente a la cordillera. Y esto sin agregar la polución humana, el polvo, etc. La NASA destaca además que este 2019 ha sido el año más activo en incendios.
Ahora bien, los expertos coinciden en que el peor enemigo de los glaciares es el calentamiento global en sí, pero que puntualmente tanto los volcanes como los incendios afectan localmente. ¿El problema? Los incendios son cada vez más feroces, por lo que sugieren no subestimarlos.
Foto: NOAA HANDOUT/NASA