“Estoy acostumbrada a los trabajos en equipo, espacio que me gusta y me motiva, y donde todos nos potenciamos (fotógrafos, maquilladores, peluqueros, estilistas, modelos) de repente esa necesidad de juntarnos con otros, encontrando el protagonismo y la propia potencia transformadora ya no existía. Estaba sola y empecé a construir desde mi mundo privado y aislado estas fotos. Nunca fue un proyecto ambicioso, ya no tenía ese grupo de relaciones interpersonales y tampoco su técnica y talento, por lo tanto desde un lugar honesto tenía que agregar ironía, realidad, elementos cotidianos y mucha paciencia. Al principio mi hija me hacía las fotos y un día la convencí de que posara. Así surge Diario de cuarentena, desde lo cotidiano, en un tiempo y un espacio recurrente.

Luego de la cocina, el espacio lo amplié al living.

Este nuevo escenario generaba un lugar para crear no solo desde otro encuadre, sino también agregar un detalle más editorial, unir texto y textura, texto y color, texto y contenido. De ahí que algunas fotos comenzaron a tener un título o mensaje.