Por Katherine Echaiz
La ciudad canadiense que en septiembre atraerá la mirada internacional con su prestigioso festival de cine, es una joya que vale como destino todo el año con su gente cálida, ambiente cosmopolita y siempre moderna. ¿Los sabores? inolvidables.
Antes de partir a Toronto, prepárense para volver con varios kilos, no necesariamente en la maleta… Una de las grandes sorpresas que tiene esta ciudad es que, apenas aterrizas –tras un cómodo vuelo directo de 10 horas por Air Canada– porque las tentaciones aparecen de inmediato y te lanzas sin pensar a probarlas todas.
Su diversidad cultural está reflejada en la infinidad de restaurantes y mercados que animan a caminar por horas para descubrirlos. Zapatillas para las picadas en el día y tacones para la noche, y revisar la carta de los Michelin que logran titulares entre los más exigentes críticos gastronómicos.
Así ordené mi agenda: AM/PM – Hambre todo el día.
Antes de mediodía desayunar en Hailed Coffee (@hailedcoffee). En pleno corazón de la ciudad, un rincón pequeño con una par de mesitas en la calle. Íntimo, casual y perfecto para tomar el pulso al ritmo urbano, tiene una carta precisa para partir el día: bollería, variedades de granos de café (a prueba de los más exigentes adictos a la cafeína) y con tentaciones dulces que promociona en una pequeña pizarra. Allí está el chocolate caliente, barra de chocolate, cupcakes, mini tartas y otras sorpresas que salen de su horno.
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Siguiente parada –porque todo es caminable– es el Mercado St. Lawrence (@stlawrecemarket). Acá , sí o sí, hay que tener el teléfono a mano porque todas las cosas ricas de sus puestos son instagrameables. Este edificio de ladrillo ocupa una cuadra entera en el centro y, al igual que el londinense Borough Market, tiene puestos de productos frescos y otros para comer de pie o en relajas mesitas. Tiene tres pisos y si fuese obligación elegir un solo lugar, de todas maneras hay que enfilar hacia el Seafront Fish Market, donde un mesón de infinito hielo contiene las más deliciosas ostras locales y de todas las partes del mundo. Una cata marina que quisieras que no terminara.
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Esto fue sólo el aperitivo, ya que hubo un momento para detener- se, tener un respiro y caminar hacia… ¡el almuerzo!
Dada la fama cosmopolita de Toronto, el destino escogido fue el Pearl (@pearl_harbourfront), un restaurante de lujo chino con vista impactante a la costanera y al lago Ontario. La carta hace suspirar con sus platos orientales. Y notas que no estás equivocada cuando miras a las mesas y te rodean ejecutivos asiáticos. Ellos saben lo que es bueno y lo comprobé. Allí estaban los dim sum en tres canastas de bambú que podían ser perfectamente cajitas Tiffany’s. Joyas. Más 15 rellenos para elegir. Me tenté con unos de espinaca y camarón, pescado al curry y el de crujientes patas de pollo con una salsa extra híper súper picante.
Después de eso… siesta.
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CUANDO CAE EL SOL
Hora del taco alto y salir a reconocer bares. El elegido fue Cactus (@cactusclubcafe), por afuera poco atractivo, bastó cruzar la puerta y la sorpresa fue mayor. ¡Todo pasó! Una anfitriona te recibe y lleva hacia un ascensor privado que luego que abre sus puertas revela todo lo que esperas: una barra redonda, mesas altas para distintos números de personas, música, guirnaldas, gente entretenida y con los mejores looks. Todos los checks cubiertos.
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Partí con un gin tonic y luego rondas de cocteles de autor que no decepcionaron en el profesionalismo que llegaba en cada copa. Para picar, la opción es compartir platos, en modo tapas, para abarcar más carta que tenía, obviamente crab cakes, carpaccio de wagyu, pollo creole, mini burgers y de postre un inolvidable pie de lima. Todo muy Norteamérica.
Esto fue un adelanto de la movida nocturna y gourmet en Toronto. Quedaba más por descubrir. Uno de los objetivos reservados era el barrio de la destilería (#distilleryTO), que entre calles llenas de arte, tiendas y diseño, tiene emplazado el restaurante Madrina Bar y Tapas (@madrina.to) cuyo chef ejecutivo es Ramón Simarro, el responsable de darle en 2023 el reconocimiento de la prestigiosa Guía Michelin. ¿Su propuesta? Tal como dice su nombre, las tapas. No cualquiera. De perfección. Hay que pedir la de cangrejo sobre mayonesa al limón, una tortilla de papas que sacaría aplausos en la propia Madrid, otra de salchichón de bellota, arroz negro con pulpo y (podríamos intentarlo en Chile) gazpacho de palta, ¡sublime!
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¡Qué más cosmopolita que encontrar el mund.o en solo una ciudad! Eso y más entrega Toronto. Una ciudad segurísima, que te hace sentir libre y siempre abierta a que te sorprenda.
• Cómo llegar: Vuelos diarios por Air Canada.
• Revisa más datos y fotos de la sorprendente Toronto en nuestro reporte especial en www.revistavelvet.cl.