Control de impulsos, manejo de crisis, legítima defensa y comportamiento delictual son algunos de los ‘ramos’, junto con una jornada frente al volante, que incluye el curso para tener herramientas frente a este delito. Yo fui asaltada en mi auto y fui afortunada… puedo contar la historia.
“No me grites”, esa frase fue mi desconcertante reacción cuando, de la nada, un delincuente me abrió la puerta del auto y se sentó a mi lado en una bencinera subiendo por la Costanera Norte. Yo estaba como pasajera mientras mi marido iba a la tienda y no quise acompañarlo. No sé por qué.
Así figuraba jugando tranquilamente Candy Crush y esperando que se llenara el estanque cuando un alterado y camuflado personaje me grita que me baje del auto y le pase todo lo que tengo. “¡Ah, no!”, pensé yo, ya que justo ese día me habían regalado el anillo que tenía puesto. Tras la orden del tipo empecé lentamente a deshacerme de lo que andaba trayendo –aros, billetera, teléfono, dejando el anillo para el final– y, por suerte, debo haber tenido los dedos hinchados porque me costaba sacar el anillo. Milagrosamente no me esperó, su ansiedad e impaciencia pudo más y se arrancó junto a sus secuaces sin mi “joya”.
Ahí estábamos, nos dejaron sin auto, sin documentos, sin plata. Y, lo peor, sin celular, sin saber ningún número de teléfono de memoria. Entonces, pedimos que nos llamaran al 133 para socorrernos.
Antes con sólo poner pestillo al auto ya me sentía segura, pero dado los violentos asaltos, portonazos y encerronas que ocurren a diario de los que no se han salvado ni el mismísimo ministro de Relaciones Exteriores, Cecilia Bolocco ni tampoco el musculoso Cristián de La Fuente, entonces ¡por qué no iba a pasarme a mí!
Hace unos días, después de un almuerzo en que sólo se habló sobre estos dramáticos eventos, me bajó la paranoia. Me sentí absolutamente desvalida al escuchar que la mayoría tiene gas pimienta o pistola de electroshock en la cartera, también cortacorriente y/o láminas de seguridad en los autos. Yo no cuento con ningún implemento de defensa.
Tenía que hacer algo respecto a esto con urgencia. Tener herramientas. Saber si al volante es mejor parar, acelerar o pasar por encima. ¡Que me dieran algunos tips para no sentirme tan indefensa!
Y fue así como googleando llegué a la Academia de Tácticas Preventivas, de ATP Chile. Allí trabaja su director, Cristián Dercolto, ex funcionario de la PDI que durante la pandemia se reinventó y vio en estos delitos una ‘oportunidad’ para emprender.
Formó un equipo con ex PDI y carabineros en retiro –todos con más de 30 años de carrera– para enseñar cómo actuar antes, durante y después de estos atracos.
Lo averigüé todo. El curso consta de cuatro clases, las tres primeras son teóricas y 100% online, donde se aprende sobre control táctico del medio, conducción segura, control de impulsos, manejo de crisis, legítima defensa, comportamiento delictual, modalidad de los delitos, entre otros.
La última –¡y mejor parte!– es una clase práctica, en tu propio auto que se realiza en el circuito de la Laguna Caren.
Cual película, un instructor te enseña maniobras de slalom, hacer una reversa pro, prácticas en curva y en espacios reducidos, giros en 8, etc. Nadie se va sin haber logrado desarrollar estas nuevas habilidades.
No pretendo llegar a ser la nueva “Eliseo Salazar” o una atrevida “Ángel de Charlie”, sí, por lo menos, saber qué hacer o cómo poder arrancar si se da la oportunidad.
Aunque las estadísticas avalan que somos mejores conductoras que los hombres, las mujeres somos su principal blanco, razón por la que no pretendo hacérselos tan fácil a los delincuentes.
En el olvido quedaron las amenazas con un cuchillo o con un desatornillador, hoy es con pistola. No miden sus acciones y están dispuestos a correr cualquier riesgo para cometer
el delito y también para no ser detenidos.
Espero que se ponga más mano firme a la delincuencia. Mientras eso no pase, ¿quién podrá defendernos? ¡Nosotras! Somos las únicas que nos podemos ayudar, previniendo, reaccionando y actuando de manera correcta. No con violencia, sino con inteligencia.