Revista Velvet | Daniela Castro y el amor de una madre perruna
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Daniela Castro y el amor de una madre perruna

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Daniela Castro y el amor de una madre perruna

POR Jon Reyes | 17 mayo 2021

Tres libros de recetas y tips, un proyecto de comida rápida con su pareja – Maximiliano Rivera– y un esperado lanzamiento de cosmética natural son parte del presente de Daniela Castro, la primera ganadora de MasterChef Chile. Una vida que no se detiene, donde su perrita Chalota, que da su nombre a una fundación, es protagonista.

Fotos Daniel Gil Producción Andrés Fernández Maquillaje María Paz Urra Asistente de fotografía Jonathan Astorga

Hace bastante tiempo tiempo ya que Dani Castro dejó de ser solo reconocida como la primera ganadora de MasterChef Chile. Hoy, a sus 33 años, es autora de tres exitosos libros (500 recetas y tips de 500 caracteres 1 y 2, además de 500 recetas y tips de 500 caracteres – Momentos Especiales), se ha transformado en una influencer con 850 mil seguidores en Instagram y es una súper emprendedora. En febrero de este año, junto a su pareja, el chef Maximiliano Rivera, fundó 4People, un innovador proyecto gastronómico de comida rápida. A fines del año pasado, en tanto, lanzó Ayni, un aceite capilar elaborado con ingredientes naturales.

Vestido Kika Neumann. Aros Vestier SML.

Ayni –que significa reciprocidad en quechua– surgió a partir de que sus seguidoras siempre le preguntaban por su pelo. “Ayni nace de mi propia necesidad de tener un producto para el pelo en aceite, que no esté hecho a base a silicona y que sea cien por ciento natural. Esta es una respuesta a mis seguidoras sobre cómo cuido mi pelo. Luego llegué a unas maravillosas mujeres que son las encargadas de crear la fórmula del producto: ellas tienen mucho conocimiento sobre la cosmética natural ancestral, son de Colombia y me gusta que con esto resaltemos el trabajo femenino. Ellas crearon esta fórmula natural y lo que más me importó, a pesar de que era un tremendo desafío, era hacerlo todo en Chile, para así poder potenciar el comercio local y la economía circular, la materia prima, el trabajo de diseño y cajas”, cuenta.

Además, como es una persona que ama a los animales, el año pasado creó la Fundación Chalota, para ayudar a los que necesiten un hogar. El nombre es el de su querida perrita, la misma que adoptó hace seis años y con la que protagonizó estas páginas de revista Velvet, para el Día de la Madre 2021.

Aunque esta vez la sesión fotográfica se hizo de manera presencial –siguiendo todos los protocolos de cuidados, entre ellos PCR negativos de cada integrante del equipo–, esta entrevista fue por Zoom. Una conversación en la que, pantalla incluida, Dani abrió su corazón y dejó en claro muchas de las miradas que tiene de la vida, sobre todo aquellas que le duelen, como la violencia contra la mujer. Cada tanto, en medio de las preguntas y respuestas, Chalota se iba asomando, con mucha simpatía y muy atenta a todo. A fin de cuentas, tienen una relación madre-hija. Una mamá que Chalota adora y una hija por la que Dani, claramente, se desvive.

Vestido Abraham Escalona

–¿Cómo has vivido este nuevo encierro en pandemia?

–No me gusta llamarlo así, porque creo que no vivo en las condiciones de muchas personas que sí lo están pasando realmente mal; que pueden estar en una relación abusiva en el interior de sus hogares. Yo debo estar agradecida de estar en la casa, porque para mí es un lugar seguro; lamentablemente hay casos de personas en situaciones más vulnerables y eso sí es un problema. Por eso me choca un poco escuchar cuando hablan de encierro.

–No dejas de tener razón. Los índices de violencia hacia la mujer han subido de forma dramática este último año.

–Que la gente considere su casa como un encierro, cuando muchos tienen una buena calidad de vida, es algo súper injusto para quienes de verdad lo están pasando mal y con situaciones muy complicadas. Los que estamos en buenas condiciones en nuestras casas tenemos que ser más empáticos y agradecidos. Hay mujeres que están expuestas a la violencia, y eso es terrible. Soy una afortunada porque mi casa es todo; de hecho, yo trabajo acá desde antes de la pandemia.

–Estás con muchos proyectos, uno de ellos es tu marca Ayni, con su exitoso aceite capilar.

–Sí, es un aceite que también se puede usar para el cuerpo y es el primer producto de Ayni, mi marca de belleza de cosmética artesanal. Yo soy muy creativa, no paro de pensar en proyectos nuevos. Mis seguidoras son mi focus group. Por ejemplo, ellas siempre me preguntaban por mi pelo, el color, la textura y el cuidado. Entonces, nació la idea de hacer este aceite para el pelo que tiene solo ingredientes naturales, sin preservantes ni colorantes, y que también sirve para la piel. Fijo somos tres personas, pero hay un equipo más grande que ve las fórmulas, hay diseñadoras y una imprenta. Lo que más me gusta es la cantidad de trabajo que doy porque lo estoy haciendo todo acá en nuestro país, los productos no se hacen en el extranjero. En Chile se están haciendo cosas de buen nivel y me gusta generar esa economía circular con mis proyectos. Esta es una red de trabajo, y eso me tiene feliz.

Vestido Simone Rocha y zapatos Le Silla, en Sarika Rodrik.

–Hablemos de tu último libro 550 recetas y tips de 500 caracteres. Tiene una portada muy linda y ha sido un éxito de ventas.

–Siempre quise hacer una portada que no fuera la típica como de cocina, porque a mí también me gusta la moda y el diseño. Este libro es el último de la edición Recetas en 500 caracteres, es vegetariano y está divido por momentos. Primero es “aprende” y luego “cocina”; después viene el desayuno, el ítem cumpleaños, luego celebración, picoteos y al final hay un menú para los perros. Cada ítem tiene una portada y en el dedicado a los peludos estoy con mi perrito que falleció, Guapo, que alcanzó a posar antes de partir. Fernanda Garriga hizo la dirección de arte. La idea era que todo fue- ra en la onda Pinterest.

–Este libro es completamente vegetariano y cada vez hay más personas que lo son…

–El libro anterior lo hice vegetariano sin ser yo vegetariana; este último libro es un poco mi pro- pio camino recorrido con el tema. No soy ni celiaca ni vegana; sí vegetariana desde hace tres años. Estudié mucho sobre esos otros temas y en mi último libro incursiono mucho más ahí también porque hay muchas personas que, por ejemplo, encuentran recetas para condición de celiacas.

Siempre comía muy poca carne y dejé de comer salmón cuando vi que el salmón no era nativo de acá y todo el sufrimiento que viven en las salmoneras; después vi algunos documentales donde muestran cómo es la industria ganadera. Me pasó que me imaginaba a mis perros metidos en jaulas y pensé “¿me podría comer a mis perros?”. Obvio que no. Ellos también animales. Pero ya comía tan poca carne que no me afectó dejarla. No soy de los que juzgan a quienes comen carne; estoy en una etapa en la que, si a las personas les queda algo de mi mensaje, eso lo encuentro muy bueno.

Vestido Philosophy di Lorenzo Serafini y zapatos Le Silla, en Sarika Rodrik.

LA PARTIDA DE SU ABUELA POR COVID-19 Y EL AMOR

En julio pasado, la abuela materna de Daniela murió de Covid-19. Eso hace que tenga un cuidado especial con todo lo relacionado a la pandemia. A fin de cuentas, vivió de cerca la pérdida de un ser querido en estas circunstancias que no han sido fáciles para nadie.

–Ya se va a cumplir un año de la muerte de tu abuela. ¿Cómo ves hoy lo que viviste entonces con ella?

–Recuerdo ese momento como si fuera ayer. La verdad es que el tiempo ha pasado muy rápido y la situación mundial y país no ha cambiado; eso hace que tenga los recuerdos de forma mucho más vívida aún. En ese tiempo habíamos llegado al peak de siete mil casos y había muchas restricciones con el tema de los funerales. Fue todo como en una película; el no poder acercarse, el no poder verla y no poder ver a mi tía que estaba con Covid-19 fue muy difícil. Recuerdo la última llamada que tuve con mi abuela por teléfono: ella ya estaba muy mal, fue muy duro no poder acompañarla en su dolor, no poder darle el ánimo y la tranquilidad que ella necesitaba. Hablar de esto hace que se me apriete el estómago…

Para esa fecha, Dani subió un post que emocionó a muchos, con dos fotos de su abuela y Marcelita, la hermana menor de su madre, que tiene Síndrome de Down. A ellas, agregó una suya con su tía, abrazadas y tomadas de la mano. El texto era para su abuela, obviamente, y destacaba que cuidarían de Marcelita, pero también iba a quienes la leyeran: “Si alguien tenía alguna duda de que tenía que quedarse en la casa, espero que lo que siento le sirva para que dimensionen que esto es real”.

Su familia, por lo demás, no es muy grande, tiene solo una hermana que vive en Australia, hace mucho tiempo. Y así como era muy cercana a su abuela, también lo es con su mamá, quien ahora vive con su tía.

–¿Cómo fue tu niñez?

–Me he dado cuenta de que a los veinte no tenía la madurez de agradecer cómo fueron mis papás; ellos se separaron cuando yo tenía doce. Hoy veo para atrás y me doy cuenta de que mis papás son unos bacanes. En su momento, claro que me afectó su separación, porque tenía una infancia muy entretenida. Mi papá y mi mamá son arquitectos entonces yo pintaba mucho, creaba demasiado, mi casa era un laboratorio de creatividad. Iba a la oficina de mis padres y les robaba los lápices. Todo era arte cuando era chica. Me dolió mucho la separación… Después dejé de estudiar arquitectura, y en su momento pensé que ellos habían sido ausentes, pero hoy me doy cuenta de que a mí me faltaba exigirles menos, disfrutarlos más que criticarlos.

–¿En qué momento pasas de estudiar arquitectura a dedicarte a la cocina?

–Siempre cociné; mi papá siempre me dice que soy estética. Mi mamá no cocina nada y ella se estresaba en la cocina, entonces yo era la que se encargada de los cumpleaños, de los picoteos, de las comidas de Navidad y de Año Nuevo. También tuve la suerte de que mi papá me llevó mucho a restaurantes, porque como ellos estaban separados, nuestro panorama era ir a descubrir lugares nuevos. Así es que cuando llegaba a la casa, me metía a Internet y hacía mi propia ver- sión de lo que había probado o visto en la carta del restaurante. Al final, la cocina es un arte en donde aplicas todos los sentidos, la intuición y la estética para que el plato quede bonito.

Vestido Abraham Escalona. Botas Givenchy en Sarika Rodrik.

 

–¿Cómo están siendo tus treinta años?

–Es una buena edad, porque uno empieza a tener más claro cuál es su razón de vivir. Me pasa que los veinte son muy entretenidos, pero me hubiera gustado no ser tan banal; me gustaría haber valorado más a las personas que uno quiere, porque era menos preocupada de los cariños. La profundidad que dan los treinta me parece mucho más atractiva. Uno está pensando siempre cuál es el motivo por el que estamos acá y hacia dónde quieres llevar tu vida. Siento que, a medida que vas creciendo, te vas cuestionando mucho más todo.

–Hoy estás en pareja con el chef Maximiliano Rivera. ¿Cómo vives el amor?

–Sí, llevamos un año juntos, él es chef y tenemos nuestro negocio de comida. Nos conocimos por Instagram hace como tres años. Él me había hablado, pero yo no pescaba porque en ese minuto yo estaba con otra persona. En realidad, siempre he estado en pareja, pero no los busco, llegan… (se ríe). Cuando volví a estar soltera, hablamos como tres meses por Instagram. En ese momento no estaba preparada para estar con alguien y hoy hemos disfrutado mucho juntos. Después de hablar de forma intermitente con él, tuve otra pareja hasta que terminé esa relación y más decidida le escribí nuevamente, le inventé una excusa y me descubrió al tiro (se ríe). Ahí me invitó a salir y hubo una linda conexión. Hoy trabajamos juntos, tenemos un restaurante por delivery que se llama 4People. Es chef y me encanta la visión que tiene de mí. Es muy entretenido porque tiene muchos amigos chefs y me he ido impregnando de las técnicas, porque esto (la cocina) yo no lo estudié. Siempre fui autodidacta, buscaba todo en libros y en Internet. Muy matea en ese sentido.

–Esta es la revista del Día de la Madre y tú eres una mamá perruna. ¿Qué significa Chalota para ti?

–La Chalota es mi vida. Con ella hemos logrado conectarnos de tal manera que ella me representa a mí y yo la represento a ella fielmente. Se dice que los perros adoptan un ochenta por ciento de la personalidad de los amos, pero creo que en el caso de ella eso llega a un cien por ciento. Me encanta cómo se porta, su relación con los otros perros. Con ella he logrado lo que siempre soñé: tener a mi perrita y criarla a mi manera. La Chalota ha sido la razón por la cual he hecho cosas por otros perros. Gracias a los cambios que he visto en ella, me he animado a hacer cosas por otros perros. Ella es muy solidaria, es mi vida entera, ¡la amo!

–Además de Chalota, adoptaste a Guapo, que murió hace poco.

–Siempre he sido hogar temporal de perros y después que adopté a Guapo lancé la Fundación Chalota para ir en ayuda de los perritos. Guapo estuvo ocho meses con nosotros. Cuando lo adoptamos tenía cáncer, le sacamos el tumor, se habían ido las células cancerígenas y de repente el cáncer volvió. Fue terrible. Cuando no caminó más decidimos dormirlo, porque no hay que ser egoísta y hay que pensar en el sufrimiento que ellos pasan… Antes de eso yo me preguntaba: “si fuera perro, ¿qué me gustaría hacer en mi último día?”. Entonces le dimos todo lo que quería de comida y lo acompañamos mucho. Fue un proceso muy duro, él tenía toda la chance de que le cambiara su vida, pero duró muy poco.

“Chalota”, agrega, “siempre ha entendido que en su casa van a haber otros perros; con Guapo fue un siete y al final era muy partners. Hace poco en la fundación había un perro que era de Valparaíso y cuando lo vi me recordó mucho a Guapo… seríamos su hogar temporal, pero finalmente lo adoptamos y se llama Rey. Fue muy mágico el momento en que fuimos a buscarlo porque ese mismo día nos pasaron las cenizas de Guapo y mis seguidoras lo encuentran muy parecido. No descarto que Guapo me lo haya enviado; esas historias de cómo los animales te marcan la vida las he visto con mis seguidoras en Instagram. Los animales no tendrían que ser adoptados si no fuera por lo mal que lo hacemos nosotros como seres humanos, por eso encuentro súper importante la labor de la Fundación. Lo mínimo que podemos hacer todos es ayudarlos. Ellos sufren mucho por el abandono y el maltrato, y tenemos que ser cada vez más conscientes de que siempre podemos hacer más por ellos”.

Blazer Simone Rocha, en Sarika Rodrik.

–¿Cuál es tu mirada de la maternidad?

–Me encantaría ser mamá, es algo que tengo presente en mi vida. Creo que nunca es el momento perfecto, así es que no es algo que quiero planear, quiero que la maternidad llegue cuando tenga que llegar. No me da miedo el tiempo tampoco, porque creo que adoptar es una opción muy latente en mí. Para nada creo que sea necesario ser mamá biológica para sentirte madre cien por ciento. Criar, entregar valores y amor infinito es ser mamá y eso también lo puedo lograr adoptando. Creo que además la adopción es un acto muy importante y necesario para la sociedad. La opción de no querer ser mamá también es muy válida y creo que es bueno que hoy se pueda hablar más libremente del tema y que no se juzgue a una mujer por no querer tener hijos. Son temas tan personales que todas las opciones son válidas y tienen que ser respetadas. Como también ser mamá perruna, por ejemplo, o gatuna en otros casos. Los animales nos entregan mucho y nosotros les entregamos a ellos en muchos aspectos, con mis perros es así, Chalota, Guapo y ahora Rey, me hacen también ser mamá de otra forma en esta etapa de mi vida.

–A diferencia de otros rostros, tienes una relación de mucha comunicación con las personas que te siguen. Sin embargo, hace poco hubo un episodio de bastante revuelo cuando diste una opinión sobre el Bodypositive, respondiendo una pregunta en tus historias de Instagram. Al final tuviste que pedir disculpas.

–Lo más importante es ver todos estos temas como un crecimiento. Pero sí debo reconocer que soy súper impulsiva y, a veces, eso me juega una mala pasada porque no me logro explicar bien para todos. Sé que esa vez hubo un grupo de personas que sí entendió mi mensaje y otro que no. Ahí entendí que esto tiene que ver con el crecimiento que debo tener como comunicadora, porque final del día en mis redes sociales sí soy una comunicadora. Por eso lo veo como aprendizaje para poder expresarme mejor frente a ciertas situaciones.

–¿Te afectó mucho todo lo que pasó? Te lo pregunto porque vivimos en una era de la cultura de la cancelación.

–Siempre afectan estos temas, sobre todo cuando hay personas que entienden y otras que no. Para la otra debo ser más clara y no actuar desde la impulsividad. Todos somos seres humanos y, a veces, me enojo y respondo rápido a algo y basta una palabra errónea para que se genere esto. Claramente a nadie le gusta estar expuesta a ese nivel.

 

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