–En tus pinturas resaltan mundos imaginarios donde se aprecian alegorías, fantasías. ¿Qué te llevó a expresarte así?
–Mi pintura es un paisaje improbable, donde todo es posible y nada queda fuera de lugar. Me guío por emociones, percepciones y visiones. Las imágenes de mis cuadros se aparecen por sorpresa, muchas veces sin sentido aparente; me gusta pensar que son una especie de oráculo. Pinto todo lo que mis ojos han visto y no visto.
–¿Cómo estás desarrollando tu obra en estos días de pandemia? ¿Qué temas te mueven?
–Trato de vivir en calma, no me gusta exprimir mi obra; en ese sentido lograr pintar es un verdadero triunfo. En esta pandemia he aprendido que no se trata de vivir del arte, si no que se trata de vivir para el arte. Tengo taller en barrio patronato un lugar multicultural, eso me inspira, es la ciudad y sus rincones en contraste con el paisaje donde encuentro las temáticas; hay de todo para ver, la desintegración y la integración, lo antiguo y lo moderno, la tierra y el cemento, etcétera. La dualidad como el principio generador del cosmos.
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–¿Hay nuevos desafíos en el mundo del arte?
–El desafío es crear nuevas formas de entender la existencia, nuevas maneras de pensar, una revolución creativa total.
–Si pudieras viajar a cualquier museo del mundo, ¿en cuál te gustaría estar y frente a qué obra?
–Los museos no me interesan tanto, creo que la revolución está en la calle y en la naturaleza. Prefiero observar mi entorno, caminar y respirar. Quiero estar frente a la obra de arte viviente.
–Tres artistas que te inspiran.
–Caravaggio, Henri de Toulouse-Lautrec y Violeta Parra.
–Una película o documental para recomendar.
–The wicker man (1973) y Gainsbourg (vida de un héroe), (2009).
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