Durante la ceremonia funeraria, una de las últimas en dedicarle palabras a Augusto Góngora fue la cineasta Maite Alberdi. Dijo que, a comparación del resto de los recuerdos expresados, su recuerdo de Augusto es el de los últimos años, el recuerdo del periodista evidenciando las consecuencias del Alzheimer, y ese es el Augusto que quiere y conserva en la memoria. Un testimonio cargado de humanidad que logra replicar con delicadeza y respeto en su nuevo documental, La Memoria Infinita.

La creadora de títulos como La Once y la nominada al Oscar, El Agente Topo, contó en esa misma oportunidad que fue difícil convencer a Paulina Urrutia de hacer este registro. Que siempre se negó, en defensa de la intimidad y la dignidad de Góngora. Pero fue el propio Augusto, en una reunión que tuvieron en el Tavelli, mucho antes del confinamiento por el COVID-19, que la convenció. Él aceptó ser documentado en esta pieza audiovisual, porque era su realidad y quizás servía para crear conciencia. “¿Por qué no?”, le dijo a Paulina ya con la enfermedad instalada. La actriz no pudo seguir negándose.

Alberdi llegó a la historia de Augusto Góngora y Paulina Urrutia cuando la actriz la convocó a impartir una clase en la universidad en la que era docente. A la directora le llamó la atención que el periodista, diagnosticado con Alzheimer en 2014, estaba completamente integrado a esa actividad en particular, realizando preguntas y compartiendo con su entorno, y en general a la faceta laboral de su esposa. Si bien ese episodio no existe como registro en la película, se propuso trasladar a la cinta la dinámica que observó durante ese primer encuentro.

Paulina y Augusto son los protagonistas de La Memoria Infinita. Un retrato que nos permite configurar lo que es la vida para un cuidador y para la persona cuidada. Es un registro que se adentra en el hogar que compartieron el periodista y la actriz, mostrando acciones cotidianas, y ya nos queda claro, desde un primer momento cómo es ese espacio íntimo para comprender su mundo como pareja, la calidez y la complicidad entre ambos, pero también la fragilidad que trae consigo la enfermedad.

“Tenían una relación de amor que trascendía la pérdida de memoria. Yo los he visto amarse constantemente y reconocerse hasta el día de hoy. Y eso yo no lo había presenciado antes”, contó Alberdi durante el Festival de Berlín, certamen donde se llenó de aplausos por este filme que es distribuido por MTV, cuya filial de Paramount le ha significado tener proyecciones en todo Estados Unidos, cultivando buenas críticas de los especialistas e instalándola como seria postulante en la categoría documental para los premios de fin de año.

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En La Memoria Infinita, Alberdi se nutre de las grabaciones personales de Góngora y Urrutia. Son imágenes de vacaciones, celebraciones, juegos y diferentes instancias que representan el conmovedor vínculo que los unió desde mediados de los 90 y hasta la muerte del presentador de televisión, en mayo de este año. Un material de archivo que contrasta con el registro actual que realiza y que solo confirma que el amor entre ambos nunca se terminó, a pesar del tiempo, de la pérdida de memoria y las dificultades por la enfermedad.

Góngora, que fue periodista del noticiario Teleanálisis durante la dictadura, y que reporteó las poblaciones y las protestas de la época, usa ese registro para hablar de la memoria en su visión más integral, pero volviendo a su historia personal, se agradece que un material tan sensible y tan fácil de caer en la sensiblería, jamás lo haga. Hay una emoción permanente, por cierto, pero Alberdi matiza, no busca la lágrima fácil, y deja una sensación profunda de admiración ante la lección de amor de sus protagonistas.

Con las entradas puestas en modalidad de pre-venta agotadas, La Memoria Infinita se estrena mañana jueves en los cines del país.