“Interpretaré al coronel Tom Parker y silenciaré todas sus estúpidas preguntas sobre por qué nunca hago de malo”. Decía Tom Hanks hace un par de años, hoy a un par de días de que el actor celebrara su cumpleaños número 66 y a punto de estrenarse la esperadísima Elvis en las salas de cine nacionales, Hanks tiene un matiz importante sobre su personaje, considerado el villano en la sombra de la vida del mítico cantante: “No es malvado, solo está equivocado”, declaró en una entrevista New York Times, cuya personificación está dando mucho que hablar. Y es que al ver la película, queda claro que Tom Hanks termina resaltando los rasgos más humanos del personaje, aquellos con los que es posible identificarse.
Se ha dicho que Hanks es el James Stewart de nuestros tiempos. Es que con el clásico actor se asemejan por haber personificado al hombre común, al ciudadano medio en su versión más idealista y positiva. El espectador se identifica con ellos, es lo que el público querría ser. Por momentos, esa imagen impecable se ha visto con cierta condescendencia. El patriotismo y la querencia por contar historias de una época concreta, la de la infancia de la generación boomer, muy típica de sus colaboraciones con Spielberg. En su filmografía, Hanks ha dibujado al yerno ideal y al padre perfecto que en muchas ocasiones es menos interesante que ser un antihéroe. Pero, ¿Qué es lo que el mismo actor ha dicho de sus roles más memorables en el cine? Es lo que hemos recopilado en esta nota para ti
Despedida de soltero (1984)
Con una humildad poco frecuente en su profesión, en una entrevista para Playboy en 1989, reconoció que sus primeros éxitos lo hubieran sido igualmente sin él: “No puedo atribuirme el éxito de Splash y Despedida de soltero, aparte de haber estado en el lugar indicado, en el momento correcto y haber obtenido el trabajo”.
Big (1988)
La película de Penny Marshall sobre un niño de 13 años que pide hacerse adulto repentinamente y lo consigue significó su primer éxito de crítica y público, su primera nominación al Oscar y lo confirmó como figura clave para la taquilla, capaz de liderar proyectos ambiciosos (para su papel se habían barajado los nombres de Harrison Ford o Robert De Niro). En su momento, hablaba de la película con sencillez: “es una película genuinamente buena que creo que es honesta de verdad y toca conciencias”.
La hoguera de las vanidades (1990)
Para la adaptación cinematográfica de la novela de Tom Wolfe, decidieron convertir al personaje de Hanks en un tipo simpático. El resultado fue un fiasco al que todavía hoy se dedican podcasts y páginas web. Hanks no tiene piedad consigo mismo: “¡Es una de las películas más horribles jamás hechas!”, le dijo a Oprah Winfrey. “Todo el mundo fue un error de casting, especialmente yo”.
Philadelphia (1993)
Hanks logró su primer Oscar por interpretar a un abogado enfermo de sida el que perdía su trabajo por ese motivo en una época en la que la enfermedad acarreaba un tremendo estigma social. En el documental The Celluloid Closet (1995), Tom Hanks habló sobre el impacto que tuvo ese papel y esa película en la percepción de la enfermedad: “Mi personalidad en pantalla no era amenazante. Ese hombre gay con sida no daba miedo en parte porque el pequeño Tommy Hanks interpretaba el papel”. Sin embargo, reconoció en una entrevista para el New York Times que las circunstancias actuales harían imposible esa película: “¿Podría un hombre heterosexual hacer lo que hice en Philadelphia ahora? No, y con razón. El objetivo de Philadelphia no era asustar. Una de las razones por las que la gente no le tenía miedo a esa película era que yo estaba interpretando a un hombre gay. Hemos superado eso y no creo que la gente aceptara la falta de autenticidad de un hombre heterosexual interpretando a un hombre gay”.
Forrest Gump (1994)
Convertida en un artefacto pop, la película fue una de las más taquilleras de su año y arrasó en los Oscar (Hanks se llevó su segunda estatuilla). Por sus detractores, que los tiene, Forrest Gump es considerada sensiblona y, sobre todo, inferior a Pulp Fiction, su principal competidora en los premios durante ese años y que es la encarnación del cine que vendría en el futuro. Así lo reconoce su protagonista: “El problema con Forrest Gump es que ganó mil millones de dólares. Si hubiéramos hecho una película exitosa, Robert Zemeckis (el director) y yo habríamos sido unos genios. Pero debido a que hicimos una película tremendamente exitosa, éramos genios diabólicos. ¿Significa eso un gran problema? No, pero hay libros de las mejores películas de todos los tiempos y Forrest Gump no aparece porque, ¡oh!, es ese festival de nostalgia cursi. Todos los años hay un artículo sobre “el film que debería haber ganado ese año el premio a la mejor película” y siempre es Pulp Fiction. Que es una obra maestra, sin duda”.
Rescatando al soldado Ryan (1998)
En la épica obra de Spielberg sobre la II Guerra Mundial, el propio director pareció tener un conflicto con la idea de poner al actor en situaciones de conflictos éticos, pero el mismo Tom Hanks se rebeló. “Steven Spielberg me dijo: No creo que el público quiera ver a John Müller disparar y matar alemanes. Le respondí: Lo siento, Steven. No vas a traerme hasta aquí y convertir al personaje en otro, solo porque no quieres que Tom Hanks mate soldados”.
Tienes un e-mail (1998)
Nora Ephron, Tom Hanks y Meg Ryan volvían a reunirse tras el éxito de Sleepless in Seattle en esta nueva versión de una película clásica que protagonizó James Stewart en 1940. La comparación entre Hanks y Stewart no se ignoró durante la promoción del filme que se basaba en la primera época de los correos electrónicos: “Decidí ignorar ese asunto. Quiero decir, nunca me verán rehacer ¡Qué bello es vivir! Pero Tienes un e-mail es muy diferente. Este es un Jimmy Stewart muy joven. Es Jimmy Stewart antes de que Jimmy Stewart fuera Jimmy Stewart”.
El código Da Vinci (2006)
Según sus palabras para el New York Times: “Las secuelas de Robert Langdon son una tontería. El código Da Vinci era una tontería. Esas deliciosas búsquedas del tesoro son tan fieles a la historia como las películas de James Bond lo son al espionaje. Todo lo que estábamos haciendo era prometer una distracción. Cuando hicimos la tercera película (Inferno, 2016), nos dimos cuenta que ya la fórmula estaba gastada. Pero déjame decirte algo más sobre El Código Da Vinci. Era mi cumpleaños número cuarenta y tantos. Estábamos rodando en el Louvre de noche. ¡Me cambié los pantalones frente a la Mona Lisa! ¡Me trajeron un pastel de cumpleaños en el Gran Salón! ¿Quién puede tener esa experiencia?”.