Situado en el centro del país, este destino es un altar a la biodiversidad, cultura y tradiciones. A través de carreteras, ríos y senderos, descubrí paisajes que desafían la imaginación, sabores que deleitan el paladar y una calidez humana que sólo Brasil puede ofrecer.
Por Pablo Schwarzkof
Mato Grosso es mucho más que un destino turístico; es una experiencia que te conecta con la naturaleza, la cultura y la gastronomía de Brasil. Es un viaje al corazón de un país lleno de vida, colores y sabores. Y mientras muchos asocian a Brasil con sus hermosas playas, este viaje me enseñó que hay mucho más por descubrir y vivir en esta nación vibrante. Es una invitación a explorar y vivir Brasil en su máxima expresión, más allá de sus costas.
LAPUERTA AL PANTAL
El jaguar en el patio trasero
Mi aventura comenzó en Poconé, la puerta de entrada al Pantanal. Aquí, la carretera Transpantaneira, con sus más de 120 puentes, se convirtió en el camino que me llevaría a Porto Jofre, el punto de embarque para la búsqueda de la majestuosa onza pintada. A bordo de una lancha, navegamos por el Santuario del Pantanal, un ecosistema rico en biodiversidad. Capibaras, tuyuyus y jacarés, todos coexistiendo en un paisaje que parece sacado de una película. Pero el verdadero espectáculo fue el encuentro con la onza pintada, felino icónico que camina con gracia y poder por las orillas del río. María, nuestra guía, con su humor y vasto conocimiento, prometió cinco avistamientos; aunque sólo vimos dos, cada momento fue vertiginoso y mágico.
CHAPADA DOS GUIMARÃES
Bellezas naturales y gastronomía
Desde Porto Jofre, el viaje continuó hacia Chapada dos Guimarães. Aquí, la naturaleza se presenta en todo su esplendor con formaciones rocosas, cascadas y miradores. El Véu de Noiva, una cascada de 80 metros de altura, y la Cidade de Pedra fueron testigos de nuestra admiración.
En el restaurante Morro dos Ventos, probamos la tradicional Galinhada, un plato típico de la región basado en verduras, pollo y arroz. Una delicia mientras disfrutábamos de vistas panorámicas. El Hotel Casa da Quineira, con su cómoda estancia y deliciosa cocina, fue el refugio perfecto en Chapada.
CUIABÁ
Despedida con sabor
Antes de despedirme de Mato Grosso, Cuiabá me recibió con su mercado local, un lugar donde la diversidad agrícola, la variedad de pescados y los picantes ajíes son protagonistas. Las orquídeas, con sus colores y formas, adornaban cada rincón. Finalmente, el restaurante Mirante das Águas fue el broche de oro. Un caldo de piraña de bienvenida, fue seguido de un rodízio de peixes, reflejando la riqueza de los ríos de la región.
BON JARDIM
Flotaciones y aventuras
Bom Jardim, ubicado a unas horas de Cuiabá, es un tesoro escondido. Sus aguas cristalinas del río Salobra invitan a flotar y dejarse llevar, rodeados de peces y maravillosa vegetación. Al amanecer, un rally en motos 4×4 nos llevó a ver el sol naciente, un espectáculo que quedará grabado en mi memoria. La Laguna de las Araras, hogar de estas coloridas aves, fue otro de los puntos destacados. La posada Bosque Encantado, con su hospitalidad familiar y cocina “caipira”, nos brindó momentos de descanso y deleite gastronómico.