La costumbre de lavarse en exceso las manos o cualquier parte del cuerpo, tiene un nombre: ablutomanía. Esta palabra viene del griego manía que significa “locura, rabia, excitación o estado de furor” y ablutus en latín “lavarse”.
Con la pandemia, el lavado de manos llegó para quedarse y como explica la dermatóloga Carla Muñoz (@dra.carlamunoz_dermatologa), “al lavar mucho las manos, tanto por la frecuencia como al uso de ciertos jabones, se va a producir un arrastre de bacterias y virus, pero también estamos arrastrando parte de la grasa que cubre y protege nuestra piel”.
Además, explica que daño lo “vamos a ver expresado como manos enrojecidas, más secas, descamadas. A veces, si esto va en aumento, se puede producir fisuras o pequeñas heridas, bastante ardor y picazón”. Si la situación toma es camino, se puede producir una dermatitis irritativa o alérgica que podría terminar en infecciones.
Por lo mismo, la doctora Muñoz recomienda “no dejar de lavarse las manos, porque ayuda a prevenir el contagio”. Pero sugiere “usar jabones suaves que no tengan surfactantes muy potentes, que no sean muy irritantes. Además, después del lavado de manos aplicar cremas humectantes para poder reparar esta barrera cutánea que estamos dañando”, agrega.
Es preferible elegir cremas libres de perfumes, colorantes (mejor si son blancas) y que aporten humectantes que permitan atraer el agua y contenerla. Idealmente, aquellas que contengan ceramidas, glicerina y poco alcohol.