En la era gagdget es un desafío elegir algo para el Día del Padre. Todo cambia vertiginosamente. Recién en 1992 llegó Internet a Chile y los niños y jóvenes no pueden entender cómo hacíamos las cosas antes.
Cada Día del Padre me pregunto lo mismo: ¿Qué le regalo? Este año pensé en sorprenderlo con algo tecnológico, pero la innovación avanza a un ritmo tan rápido que en poco tiempo lo que le dé no será una novedad sino, más bien, algo vintage. La velocidad en este mundo es tanta que tras un breve pestañear ya somos testigos de más inventos sorprendentes.
El futuro es hoy. Obviamente al hablar de 2030 hay ciertos avances que, pese a sonar a ciencia ficción, probablemente formarán parte de nuestro día a día. De la misma manera que la sesentera serie “Supersónicos”, que estaba ambientada en el año 2062, daba la sensación de que faltaban siglos para alcanzar ese estilo de vida, pero ahora nos damos cuenta que sólo nos falta volar como ellos. ¿Exageración? El personaje de La Robotina ya no me sorprende, de hecho, su ‘versión’ más compacta ya está en nuestras casas y, como el personaje del programa, también nos trapea y limpia los vidrios (¡y a precios cada vez más asequibles!).
En los años 80 veía esa serie de ‘monitos’ en esos televisores que pesaban más de 30 kilos y que, en pocos años, se transformaron en una pantalla a color plana e inteligente. ¡Lo único que se extraña de las antiguas teles es que eran casi imposibles de robar!
No hace falta ser demasiado viejo para recordar que antes había que levantarse para cambiar de canal y que existían mínimas alternativas de canales. Hoy hasta la TV por cable está agonizando. Con las plataformas de streaming los capítulos están esperándonos a nosotros y no al revés. Pensar que si queríamos ver una película fuera del cine teníamos que IR a arrendarla, llegar a la casa para “retroceder o adelantar” el VHS. No voy a referirme a los cassettes y el walkman porque van a creer que soy una anciana.
No han pasado más de 30 años desde que mi abuelo describió como un verdadero “milagro” el descubrimiento del fax, con su magia que hacía que un papel pudiera cruzar continentes en tan sólo segundos, especialmente si él mismo llegó a Chile en un barco ¡que demoró un mes! Hoy esa maquinita y su pitido están completamente obsoletos.
Cuánto esperaba él a primera hora leer El Mercurio y por las tardes recibir La Segunda para ver qué estaba pasando en el mundo y, de paso, adelantarse a la familia para resolver los crucigramas. Hoy alucinaría, podría ver en el iPad a primera hora y tendría un universo de Apps que le ayudarían a entretenerse y a “trabajar el cerebro”, como decía.
Los trabajos en el colegio se entregaban escritos a mano y no muchos tenían la suerte de tener máquina de escribir para hacerlos ahí. ¡Qué terrible era equivocarse porque había que hacerlos de nuevo! Por suerte, para hacer mi tesis ya existía el computador, Word y el disquete. Hoy respaldo toda la información en una “nube”, para mí el mejor invento, ya que que se me pierde todo.
Recién en 1992 llegó internet a Chile y los niños y jóvenes no pueden entender cómo hacíamos las cosas antes de ese tiempo. Hoy prácticamente toda nuestra vida gira alrededor de esta y de las redes sociales. Cuando nos comunicamos lo hacemos por WhatsApp, para sociabilizar y conocer a alguien ya no hace falta salir de la casa, ya que plataformas como Instagram, Tinder o Facebook logran que con un clic ya tengas un nuevo amigo, una cita o “pinche”. Las redes sociales se robaron el romanticismo y la osadía, las nuevas generaciones nunca conocerán el nervio que implicaba llamar por teléfono, mandar una postal, declararse por carta, invitar en persona, la emoción de bailar lento y que te apretaran un poco más de lo normal.
Y si hablamos de cambios, Wikipedia y Google son el reemplazo generacional de la olvidada enciclopedia Salvat, del Larousse o del Icarito. No existía El Rincón del Vago –menos el polémico ChatGTP– y teníamos que leer todos los libros que nos daba el colegio y, muchas veces fotocopiarlos, porque estaba agotado en la biblioteca. Y mientras muchos prefieren un Kindle a un libro, ¡yo aún amo el papel! Si seguimos hablando de educación, es una suerte para esta generación poder estudiar carreras y cursos online. Son un ahorro de tiempo, de plata y, además, entregan flexibilidad de horario. Con la telemedicina también cambió la forma de ver al doctor, ya no es necesario ir para tener un diagnóstico. De hecho, a mi sicóloga la conozco sólo por Zoom y es la que más sabe de mi vida.
Uber y Uber Eats, Cornershop, Waze, Spotify y otras varias más han llegado a ser casi imprescindibles. Entregan un estilo de vida y comodidades impensables hace tan sólo cincuenta años.
Es imposible comparar, el mundo es otro y los parámetros son desiguales. Pero sí puedo afirmar que sin internet, sin Instagram y sin WhatsApp subsistí sin problemas y fui muy feliz. Entonces volviendo a la pregunta inicial, ¿con qué regalo puedo sorprender a mi papá? Lo mejor será preguntarle al ChatGPT, seguro elige mejor que nosotros.
@pilimartinezn
Ingeniera comercial y socia de Basyco, oficina de arquitectura, asesoría y gestión inmobiliaria. Desde siempre le ha gustado escri- bir y hoy es parte de Velvet con su columna “De todo un poco”. Título que la representa al 100%, dada su versatilidad. Esperamos que su opinión y mirada sobre distintos temas nos sigan acompañando por mucho tiempo más.