“Si quieres ir rápido ve solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado”, dice un conocido proverbio africano que resume muy bien el espíritu de KO Urban Detox Center, así como también el camino que ha recorrido Claudia González, una de sus directoras. Un desafío que ella define como “hermoso, potente y lleno de aprendizaje”.
Fue en 2017 cuando KO abrió sus puertas en Chile como una propuesta distinta y en donde el entrenamiento físico es parte de un todo más grande que abarca energía, propósito y, muy importante, a una comunidad.
“Acá, muchos llegan tímidos, serios, en piloto automático o agotados y con el tiempo brillan. Se sueltan, se empoderan, se sienten parte de algo. Suelen llegar buscando un cambio físico, pero terminan encontrando algo más profundo: un mindset”, sostiene.
Claudia llegó a KO por su hermana, buscando un complemento con la danza y su trabajo, educadora de párvulos. Fue directora de jardines infantiles durante 17 años, pero siempre buscó el espacio para mantener su pasión por la danza, dictando clases en la universidad. Quería algo intenso y creativo, y en esa búsqueda llegó a KO.
Comenzó como alumna, asistía a una clase al día, pero al poco tiempo ya eran dos o más. “Me gustó KO porque me sacaba de la zona de confort. Cada clase era distinta, trabajas agilidad, fuerza y flexibilidad. Después descubrí SoulYoga y me gustaba cómo me hacía sentir, no solo físicamente, sino también emocionalmente. No era una obligación, era mi momento”, sostiene.
Se enamoró del formato, de la energía y de lo distinto. Y así, sin darse cuenta, seguía enseñando, pero desde otro lugar. “Empecé como trainer de SoulYoga, después de KO, y más tarde pasé a liderar el equipo como Studio Manager”, comenta.
Para Claudia este giro total fue una apuesta, más allá de lo profesional, de vida. “Dejé el ‘plan B’ y fui de lleno a lo que me hacía vibrar. Fue una mezcla de intuición, pasión y un poco de locura también”, explica. En su lado más perseverante, se puso objetivos y metas, pero finalmente entendió que no debía olvidar lo más importante. “Como mujer, muchas veces se espera que cumplas todos los roles a la perfección: liderar, contener, crear, cuidar. Y en el camino aprendí que no se trata de hacerlo todo, sino de hacerlo con sentido”.
Claudia es mamá, esposa y le encanta trabajar, ama lo que hace, “pero no siempre es fácil sostener todo al mismo tiempo. He tenido que aprender a poner límites, a darme pausas, a estar realmente presente donde estoy. Eso también es liderazgo: liderarse a una misma”. Y, afirma, “cuando te rodeas de personas que creen en lo que hacen, todo fluye”.
Lanzarse a algo nuevo no era fácil, además, en plena pandemia, pero esta comunidad ya había calado profundo en Claudia y “siempre digo que los desafíos no son frenos: son oportunidades para reinventarse, para volver a conectar con lo que te mueve”. En esa misma línea, el encierro no la detuvo para mantener “vibrando” a esta comunidad.
Y es precisamente esa comunidad la que marca la pauta en KO, a diferencia de un gimnasio tradicional. “Se siente apenas entras. Aquí no vienes solo a hacer ejercicio, vienes a conectar contigo, a moverte con propósito, a liberar tensiones y encontrar tu mejor versión. No se trata de máquinas ni de espejos”, aclara. Y agrega, “todo está pensado para que vivas una experiencia. Desde la música, la iluminación y el diseño del espacio, hasta la energía del equipo. Sudas la vida y siempre sales con una sonrisa”.
Todos necesitamos movernos y buscamos disciplina y eso se entrena. “KO Busca que cada alumno sea único, los trainers están contigo atentos y conectados a tu proceso”. Explica Claudia. El cuidado del alumno es parte del ADN de KO.
“Todos queremos sentirnos bien, tener salud, estar preparados para lo que venga. Aunque llegues con un objetivo individual, se contagia la energía, las ganas. Un día te das cuenta de que no quieres dejar de venir. KO se vuelve parte de tu día a día”, dice Claudia.
¿Por qué se hace tan adictivo? “La vibra. Las clases son intensas, sí, pero también hay goce. El cuerpo se activa, la mente se calma y el alma se enciende. Es una sensación que quieres repetir y cada vez quieres más. El hábito se forma, la disciplina aparece, y empiezas a sentirte mejor no solo físicamente, también mental y emocionalmente. KO se vuelve parte de tu bienestar”.