Suscríbete
Un grupo de investigadores descubrió que si bien la disposición genética a padecer cáncer es una realidad, no es el factor más importante. El medio ambiente y el metabolismo tienen una mayor influencia
Según el reciente estudio de la Universidad de Alberta en Canadá, la influencia genética es menor a la que se creía. Y aunque el cáncer es una enfermedad de tipo genética, es solo un factor más a la hora de desarrollarlo. Y destacan la importancia de los factores ambientales y metabólicos.
Hasta ahora, la mayoría de las teorías sobre las causas del cáncer se habían clasificado en tres grandes grupos. Siendo el primero la genética, centrado en el genoma, es decir, la secuencia total del material genético que posee un organismo o una especie en particular.
La segunda obedece al cáncer como enfermedad ambiental, centrada en el exposoma, que representa la totalidad de las exposiciones recibidas por una persona durante la vida, abarcando todas las fuentes de sustancias tóxicas. Por lo mismo, ofrece a los científicos informació para la investigación de las causas ambientales de las enfermedades crónicas.
Y la tercera, es el cáncer como enfermedad metabólica, centrada en el metaboloma. Es decir, el conjunto completo de las pequeñas moléculas denominadas metabolitos que se pueden encontrar en una muestra biológica e en un organismo.
Esta última, no se había estudiado mucho…hasta ahora. Y es que se ha ganado el interés de más científicos, que poco a poco han empezando a entender el papel del metaboloma en el cáncer.
El genoma, el exposoma y el metaboloma se retroalimentan a medida que el cáncer se desarrolla y se extiende. Y según las estadísticas, los cánceres hereditarios representan sólo entre el 5 y el 10%. El otro 90 a 95% se inicia por factores del exposoma, los que que a su vez desencadenan mutaciones genéticas.
“Es un dato importante a tener en cuenta, porque dice que el cáncer no es inevitable”, explican los autores del artículo, publicado en la revista científica Metabolites.
El factor metabólico
El factor metabólico es esencial en el proceso, ya que precisamente las células cancerosas con mutaciones genéticas se sustentan en el metaboloma del cáncer. “El cáncer es genético, pero a menudo la mutación en sí misma no es suficiente. A medida que el cáncer se desarrolla y se extiende por el cuerpo, crea su propio entorno e introduce determinados metabolitos. Se convierte en una enfermedad autoalimentada. Y ahí es donde el cáncer como trastorno metabólico adquiere verdadera importancia“, explica uno de los autores en el artículo.
Esta nueva perspectiva sobre el genoma, el exposoma y el metaboloma, resulta un evidencia prometedora para encontrar tratamientos y superar limitaciones de observar sólo uno de estos factores.
Por ejemplo, al centrarse solo en la genética buscan abordar mutaciones concretas. El problema es que existen alrededor de 1.000 genes que pueden volverse cancerígenos al mutar, y normalmente se necesitan al menos dos mutaciones diferentes dentro de estas células para que el cáncer se desarrolle. Es decir, hay un millón de pares de mutaciones potenciales, lo que reduce las posibilidades a la hora de buscar nuevos tratamientos.
Ahora bien, al considerar el cáncer desde la perspectiva metabólica, sólo hay cuatro tipos metabólicos principales. Y en lugar de un millón de pares de mutaciones potenciales, determinar el tipo metabólico de cáncer del paciente ayuda de forma inmediata a los médicos en la decisión del mejor tratamiento para su cáncer específico.
“Realmente no importa dónde esté el cáncer: es algo de lo que hay que deshacerse. Lo que importa es cómo se desarrolla o crece. Se convierte en una cuestión de: ‘¿Cuál es el combustible que impulsa este motor?'”, afirma uno de los autores.
