Carrie-Anne Moss tenía 32 años cuando se sumó al panteón de leyendas del cine de ciencia ficción. Tomando su lugar junto a Sigourney Weaver como Ellen Ripley y a Linda Hamilton como Sarah Connor, Moss interpretó a Trinity en The Matrix (1999), desafiando la gravedad con un ballet de artes marciales. Ágil, pálida, vestida de cuero y latex, junto al Neo de Keanu Reeves, se transformaron en dos mitades andróginas de un todo heroico en una historia del hombre contra la máquina que terminó siendo un fenómeno pop, una obsesión cultural mundial.
El éxito de taquilla de la película generó dos secuelas inmediatas, The Matrix Reloaded y The Matrix Revolutions (ambas estrenadas en 2003 solo co meses de diferencia). Hoy, casi dos décadas después, Carrie-Anne Moss retoma el papel que definió su carrera en The Matrix Resurrections, escrita y dirigida por Lana Wachowski y que se estrenó ayer en todas las salas de cine del país y que requirió que la actriz, ahora de 54 años, se sometiera a semanas de entrenamiento intensivo antes de embarcarse en un rodaje exigente que llevó al elenco desde San Francisco a Alemania, entre otros lugares.
Además, tuvo que soportar el tremendo peso de las expectativas: es extremadamente raro que una mujer mayor de 50 años sea tanto una estrella de acción como la protagonista romántica de una superproducción de este tipo. “Siento un sentido de responsabilidad hacia aquellas mujeres que aman a Trinity y que se sintieron motivadas por ella para ser auténticas a esta edad, y no ser una idea que es inalcanzable y que está perpetuando el mito sobre lo que significa ser mujer”, dice la actriz.
“Siempre vi las películas de Matrix como una historia de amor. Mi involucramiento con el personaje y en la película siempre desde el amor que percibí cuando supe de qué se trataba la película y lo que conducía a Trinity a hacer todo lo que hace. Encontré un diario personal de esa época y hay un momento al final de la primera película en el que Trinity le dice a Neo: “El Oráculo me dijo que yo sabría quién era el Elegido porque lo amaría”. Había escrito esa historia entre Trinity y el Oráculo [como parte de la preparación para el papel]. Y encontrar eso ahora fue como un tesoro, porque había olvidado totalmente que existía. Me dediqué a revisar todos los recuerdos de esa época y la verdad es que el rodaje de esas tres primeras películas fue un momento muy importante en mi vida”.
A propósito del estreno de The Matrix Resurrections, la actriz habló con el New York Times de todos estos años y sobre volver a interpretar a su personaje más insigne. Estas fueron sus respuestas:
¿Qué recuerdas de ese momento de tu vida? ¿Cómo fue vivir dentro de esa experiencia, cuando Matrix explotó en la cultura popular?
Fue un poco abrumador al principio. Recuerdo la primera vez que vi la película con una multitud, que además era una multitud en Hollywood. La forma en que la gente reaccionó a ciertas líneas de parlamento que tenía Trinity, fue muy conmovedor porque sentí que la gente la amaba desde el principio. Después de hacer esas películas, me encerré en tener mi familia. A veces hay momentos dramáticos que te anclan. Pensé, al final de mi vida, ¿me importará hacer otra película o cargar a mis hijos en mis brazos? Fue una decisión fácil. Podría pasar el resto de mi vida con un bebé durmiendo en mi pecho.
Últimamente has estado trabajando en televisión. En Jessica Jones, interpretando a Jeri Hogarth, el primer personaje abiertamente lesbiana en una serie de televisión de Marvel.
Jessica Jones vino a mí en un momento en el que estaba pensando en trabajar de una manera más consistente. Mis hijos eran un poco mayores. Me encantó la premisa y el personaje. También me ayudó a ver que podía hacerlo, podía dejar la casa, trabajar y me di cuenta que podía conjugarlo bien.
En las primeras películas de Matrix, te lesionaste el tobillo, te fracturaste la pierna y aprendiste a manejar una moto ¿Tuviste ciertos reparos en aceptar nuevamente este rol a sabiendas de las exigencias físicas?
No. Hacer esas películas fue increíble. No sucede a menudo, así que estaba muy emocionada de poder hacerlas de nuevo, de estar en ese espacio creativo con todos estos artistas increíbles. Volé a San Francisco para leer el guion con Keanu y Lana Wachowski y algunas otras personas. No sabía nada. Salimos un poco, no había visto a Keanu en mucho tiempo. Allí está sentado a mi lado. Era como si no hubiera pasado el tiempo.
¿Cómo se preparó para las secuencias de acción?
Nada te hace querer ponerte en forma más rápido que saber que te verás a ti mismo en una pantalla grande. Tuve que entrenar durante meses para fortalecerme y ponerme en forma y aprender las peleas, eso tomó mucho tiempo. Para mí era importante soltar cualquier presión propia de querer verme a cuando tenía 30 años. Pensar así genera una desesperación y no quería tenerla. Quería verme bien pero nada muy extremo. Fue un proceso que tuve que trabajar, porque a veces me veía en pantalla y no me gustaba verme pero terminé eligiendo no tener esa presión encima.
Una vez estando en el set de filmación, ¿te sentiste como si estuvieses interpretando a alguien completamente nuevo? ¿O fue como reencontrarse con una vieja amiga?
No soy la misma persona que era a los 30. Lo maravilloso de filmar estas películas es que el entrenamiento crea al personaje. Todo ese entrenamiento, todo ese tiempo con Keanu, todo lo que se filtra. Era casi como si esta energía simplemente llegara, no es algo que realmente puedas tocar. Para mí trabajar al lado de Keanu es realmente fácil, tenemos una conexión de nuestras almas que está más allá del intelecto. Como artista, sé lo raro que es tener eso. Era como si pudieras sentir esta otra entidad viviente básicamente que son estos dos personajes.