Durante años, el acabado luminoso inspirado en la glass skin coreana marcó pauta en pasarelas y redes sociales. Hoy, una versión más suave, natural y apta para el día está ganando terreno: la butter skin o “piel de mantequilla”.
Por Catalina Ábalos L.
Con más de 75 millones de visualizaciones en TikTok e Instagram bajo el hashtag #butterskin, no es casualidad que la “piel de mantequilla” o ‘butter skin’ se haya convertido en la tendencia de maquillaje y cuidado de la piel del momento. ¿Su propuesta? Un look natural y elegante, que realza la propia belleza, sin exagerar.
El fenómeno se viralizó cuando la modelo e influencer Aisha Potter publicó un video en su Instagram (@aishapotter) titulado ‘Makeup that glides on like butter’ (“Maquillaje que se desliza como mantequilla”), bajo el hashtag #butterskin. En este describía la técnica empleada para lograrlo, con un resultado envidiable.
Acto seguido, se multiplicaron las publicaciones en TikTok e Instagram con transformaciones de “antes y después”, productos recomendados y tutoriales rápidos para conseguir el look.

A partir de entonces, celebridades como Daisy Edgar-Jones, Margaret Qualley, Gracie Abraham, Sofia Richie, Dakota Johnson y Elle Fannin han abrazado este acabado más sutil, que se aleja tanto de la tez mate como del brillo extremo. Ni plano ni húmedo: es fresco, hidratado y sedoso.
Aunque su nombre pueda generar dudas entre quienes tienen piel grasa y/o con tendencia al acné, el butter skin es sorprendentemente versátil: favorece a todas las edades y tipos de piel sin necesidad de filtros, capas gruesas de maquillaje o rutinas interminables de diez pasos.
La idea es lograr un brillo tenue en la piel que no pretende llamar la atención, pero que atrae miradas.
Si bien el nombre es nuevo, su objetivo no lo es: durante mucho tiempo se ha buscado una piel luminosa, hidratada y con un acabado pulido. O, como lo describe con precisión la maquilladora y fundadora de Okwu, Tere Irarrázabal, “un tono uniforme que luce como un pan con mantequilla: parejo, suave, cremoso”.
Mientras que la glass skin apuesta por un brillo intencional que luce casi húmedo, la piel de mantequilla es más aterciopelada, con un resplandor satinado y natural. ¿El resultado? Una tez cremosa, uniforme y radiante, perfecta para el día a día y, sobre todo, para quienes buscan verse bien sin parecer demasiado maquilladas.
Para lograrlo, según Tere Irarrázaval, “cada producto actúa de forma sutil, sin buscar protagonismo, de manera que la piel, y el rostro en general, se convierten en el verdadero foco. Las técnicas en crema aportan un acabado favorecedor y luminoso, haciendo que no destaque el maquillaje en sí, sino que la persona”.
Que el look tenga a la mantequilla en su nombre no implica que se busque un efecto graso, precisa la maquilladora. “Lo que se busca es una piel satinada, natural e hidratada, con un brillo controlado que no llegue al resplandor extremo de la ‘glass skin’. Es un look que se siente fresco, suave y luminoso, y que depende en gran medida de la rutina de skincare previa. Por eso funciona tan bien en todas las edades, incluidas las pieles maduras” explica Tere Irarrázabal.

La dermatóloga Patricia Apt (@drapatriciaapt) aclara que el proceso para conseguir una ‘butter skin’ empieza antes del maquillaje: “Necesitas un buen lienzo para obtener buenos resultados. Una rutina de cuidado facial adecuada sienta las bases para un make-up con un acabado más suave y radiante”, afirma.
Para lograr la piel tersa e hidratada característica de este look, lo primero es fortalecer la barrera cutánea, la capa más externa de la piel que actúa como escudo, impidiendo que la humedad se escape y que los irritantes y bacterias penetren en ella. “Una piel sana es sinónimo de una barrera cutánea fuerte.
Al contrario, cuando la barrera está dañada, eso se traduce en resequedad, irritación y una mayor tendencia al acné”, explica la especialista de Clínica Alemana y Dermaklinic.
Con este objetivo en mente, la doctora Apt recomienda limpiar el rostro en la mañana con un tónico suave, sin ingredientes agresivos y/o irritantes. Acto seguido, aplicar un sérum con vitamina C, antioxidantes y/o péptidos, crema hidratante fluida y protector solar. Esta combinación ilumina la piel y aporta un brillo natural, al tiempo que potencia la producción de colágeno, mejorando la elasticidad y textura.
En el caso de las pieles mixtas y/o grasas, aconseja escoger texturas livianas, como geles o emulsiones que hidratan sin dejar una sensación de pesadez. “Para mantener el brillo excesivo a raya, conviene optar por fórmulas con humectantes y lípidos ligeros, como las ceramidas, evitando los más densos y oclusivos, como ceras o aceites muy pesados”, señala.
Las pieles secas y/o maduras, por el contrario, deben inclinarse hacia formulaciones más espesas y nutritivas.
La rutina nocturna incorpora un nuevo elemento clave: la exfoliación. “Hablamos de una exfoliación ligera, que alisa la textura de la piel, pero sin dejarla vulnerable. Lo recomendable es hacerlo con fórmulas en base a polihidroxiácidos (PHA), cuya estructura molecular es más grande. Son más suaves y tienen menor posibilidad de irritar”, sostiene Apt.
También pueden usarse alfa hidroxiácidos (AHA) suaves, como el ácido glicólico y el ácido láctico. Esta dupla se complementa, ya que los PHA funcionan gradualmente aportando hidratación, mientras que los AHA renuevan la superficie apagada. El resultado es una piel más luminosa, pero sin el enrojecimiento ni la sensación de ardor que suelen generar otras formulaciones.
El broche de oro es la hidratación. “Algunos activos claves son el ácido hialurónico, ceramidas, ácidos grasos, niacinamida, glicerina, escualano y péptidos. Mi consejo es escoger cremas nutritivas que brinden un toque cremoso, para una tez que luzca confortable pero no grasosa”, detalla.
Por último, la dermatóloga sostiene que el glow característico de la butter skin puede potenciarse aún más con tratamientos profesionales, con láser o bioestimuladores de colágeno, como la hidroxiapatita de calcio (Radiesse) o el ácido poliláctico (Sculptra).

CUANDO MENOS ES MÁS
Con la piel lista, es hora del maquillaje. Tere Irarrázabal propone comenzar con un primer, para mejorar la textura y lograr que los productos se adhieran de manera uniforme. A partir de ahí, los pasos básicos: limpiar e hidratar, idealmente combinando un sérum con una crema hidratante. “La hidratación debe ser más a base de agua que de aceites, salvo que sea estrictamente necesario, como en el caso de las pieles muy secas. El riesgo es pasar de butter skin a glass skin”, advierte.
La fundadora de Okwu explica que, aunque esta tendencia apuesta por una cobertura ligera a media, es clave unificar el tono del rostro con una base y/o un correcto luminoso. Sus productos preferidos son las fórmulas en crema o gel. Si vienen en formato stick, mejor aún. “Se funden a la perfección con la piel y se difuminan sin esfuerzo. Además, a diferencia de los polvos, no generan tanto contraste al contornear; recordemos que esta tendencia es mucho más sutil”, señala.
El siguiente paso es aplicar iluminador en crema en los puntos altos del rostro –pómulos, nariz, arco del labio superior y lagrimal– en un tono que imite la luz natural, evitando pigmentos plateados o fórmulas demasiado reflectantes.
La idea es lograr un brillo suave que acompañe el sombreado del resto de la cara y mantenga un acabado armónico. “Buscamos que la piel se vea muy pareja, pero con volúmenes, sin contrastes marcados”, agrega.
El manejo del contraste también es clave en el maquillaje de ojos y labios, donde no se usan colores intensos sino tonos neutros y discretos. “Lo ideal es optar por sombras mate o con apenas un toque de brillo en el párpado móvil, siempre muy difuminadas y sin delineados gráficos. Tanto el delineador como la máscara funcionan mejor en tonos café, perfectos para mantener la suavidad de esta propuesta”, comenta.
También sugiere perfilar los labios suavemente con un lápiz nude y aplicar un bálsamo con un toque de color, evitando el gloss muy brillante o lo tonos mate extremadamente pigmentados.
Para prolongar la duración del maquillaje, la makeup artist recomienda finalizar con un spray fijador hidratante.
En pieles grasas, las reglas son las mismas: si se usan productos adecuados, no debiese haber problemas. Solo debemos acordarnos de matificar ciertas zonas, como las ojeras, entrecejo y mentón, para conservar la hidratación sin que aparezca ese brillo molesto en el centro del rostro.
En el caso de las pieles secas, la hidratación hará lo suyo para que el look se mantenga flexible y luminoso durante todo el día.
En una era donde la piel es la protagonista absoluta, la ‘butter skin’ representa el tipo de glow que todas queremos ¡y podemos! lograr.